Dejar de ser oveja y pastorearse uno mismo. No sé si es un propósito viable, si hay cancha para este volunto mío de jueves todavía de verano. Es que mientras no se vaya el calor no tengo un dominio completo de mi cabeza y me salen estas cosas que no se sabe bien cómo continuarlas después. Me sale el lado obsceno, me sale el lado heterodoxo, me sale el lado irreverente. Oh cómo me gusta el envés de las palabras. Lo escribí hace veinte años, eso no es hace nada, en un poema de ésos que se llaman de amor. El amor sigue estallando en todos los poros, procurando alminares de vértigo, limando las aristas, pero está uno ya de vuelta de algunas cosas y no alcanza a comprender los porqués. Este porqué de hoy es de una inconsistencia manifiesta. Salgo a la calle, paseo las calles, miro la gente, cruzo los pasos de peatones, miro los escaparates y advierto el roto. Gregory Porter suena en el ipod y mis pasos me llevan, sin mi voluntad de por medio, a rincones de mi pueblo que he visto poco, que he pisado poco, como si visitara una ciudad nueva. Me pastoreo con Porter. Nunca he escrito: Me pastoreo con Porter. Suena nuevo.
12.9.13
Me pastoreo con Porter
Dejar de ser oveja y pastorearse uno mismo. No sé si es un propósito viable, si hay cancha para este volunto mío de jueves todavía de verano. Es que mientras no se vaya el calor no tengo un dominio completo de mi cabeza y me salen estas cosas que no se sabe bien cómo continuarlas después. Me sale el lado obsceno, me sale el lado heterodoxo, me sale el lado irreverente. Oh cómo me gusta el envés de las palabras. Lo escribí hace veinte años, eso no es hace nada, en un poema de ésos que se llaman de amor. El amor sigue estallando en todos los poros, procurando alminares de vértigo, limando las aristas, pero está uno ya de vuelta de algunas cosas y no alcanza a comprender los porqués. Este porqué de hoy es de una inconsistencia manifiesta. Salgo a la calle, paseo las calles, miro la gente, cruzo los pasos de peatones, miro los escaparates y advierto el roto. Gregory Porter suena en el ipod y mis pasos me llevan, sin mi voluntad de por medio, a rincones de mi pueblo que he visto poco, que he pisado poco, como si visitara una ciudad nueva. Me pastoreo con Porter. Nunca he escrito: Me pastoreo con Porter. Suena nuevo.
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3 comentarios:
Y tan a gusto, no ?
Hay que aprender todos los días, Emilio. Hay que aprender incluso a pasear los lugares conocidos y amar a la gente que ya amamos. Un nuevo sistema para vivir. Nos hace falta. Inclino mi cabeza.
Me has recordado a un compañero del Instituto de Úbeda que se apellidaba Borrego Pastor. De nombre Federico, podía optar por una u otra cosa, según tuviera el día: O pastorear o ser pastoreado. Claro que, a su edad, de Porter ni idea.
Septiembre es aún summertime, mon ami.
Soy Luisma Padilla.
Mucho tiempo sin venir y vuelvo con algo de jazz, por lo que vine.
Busco a Porter YA....
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