Leyendo algunas entradas anteriores, observo que no hago otra cosa que acudir al tiempo y hacer como que mi estado de ánimo proviene del calor que haga o de la promesa de que el calor rebaje el rigor con el que me castiga y abra paso al frío, al bendito frío, al frío considerado como delicatessen para los iniciados. No sé si alguien entiende de lo que hablo. Probablemente sea el hecho incontestable de que en verano, abastecido de tiempo libre, en el privilegio de unas vacaciones largas (soy maestro, he ahí la pista concluyente) no tengo la fluidez narrativa del invierno, no encuentro de qué hablar y me refugio en las estaciones, en su ir y venir inconsciente. Hoy parece que el dia se me ha puesto definitivamente de cara. Corre un fresco que alivia muchísimo y me invita a pensar en salidas nocturnas, en terrazas aireadas, en amigos que conforten un poco el alma. Los amigos, a poco que piensas en ellos, comprendes que están ahí para procurarte ese conforte. Luego les cuentas que huyes del verano. Que al sol lo miras ya con cansancio y deseas, como hoy, que la lluvia irrumpa como suele, dejando olor a hermosa tierra mojada, vaciando las terrazas de los bares, produciendo la sensación de que acaba un ciclo y empieza otro. Por mí que empiece mañana. Será que no tengo de qué escribir y mirando al cielo encuentro (alguna) inspiración.
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4 comentarios:
Además del placer de esa lluvia que yo también estoy disfrutando, necesito cambiar de estación para olvidarme de que este año no he podido ver el mar, la mar, ¡con lo que me gusta!
La polisemia de la palabra estación tiene la clave. Siempre se viaja de una estación a otra. El viaje como ceremonia iniciática, como expectativa de cambio. Esperar el tren, observar contemplar otros viajeros crepusculares, decidirse en el último momento por otro destino, en las encrucijadas de la vida...Algo de nosotros se quedará allí, pero el anuncio, aun cuando incierto, de nuevas experiencias lo justifica todo.
"Porque tiene que llover, tiene que llover..."
Abrazo y un viaje corto para un pronto reencuentro, mon ami.
... vaciando las terrazas de los bares ....
¿A qué me sonará a mí eso?
jajaja
Pues sin inspiración nos ha regalado usted una entrada muy plena. Encontré allí un pedazo del sol disfrutado hace unas semanas, aireado, en apariencia eterno y cuando me entusiasmo, cae esa bendición de lluvia con olor a maderas.
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