7.9.10

Se necesitan malos poetas




El poeta Fogwill murió este verano. Tardíamente, le entrego mi pésame a las Letras. Transcribo uno de sus poemas. Se necesitan poetas malos, pésimos, deplorables, pero que lleguen adentro cuando escriben, y revelen y cuenten cómo es el mundo en el que vivimos. La poesía como bisturí de las cosas. La poesía quemando en la retina, iluminando las sombras que alojamos en la conciencia y que nos inmunizan contra el asombro. Hay que beberse el asombro, hay que aventarlo, hay que convertirlo en luz y abrir de par en par, tozudamente, los ojos.


Llamado por los malos poetas

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
malos. Dos, cien, mil malos poetas
se necesitan más para que estallen
las diez mil flores del poema.

Que en ellos viva la poesía,
la innecesaria, la fútil, la sutil
poesía imprescindible. O la in-
versa: la poesía necesaria,
la prescindible para vivir.

Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando
a la Reina de España.

(Ahora España
ha vuelto a ser un reino y tiene Reina,
y Rey del reino. España es un tablero
de alfiles politizados y peones
recién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).

Y aquí hay torres de goma, alfiles
politizados y damas policiales
vigilando la casa.

A la caza del hombre,
por hambre, corren todos, saltan
de la cuadrícula y son comidos.

Todo eso abunda: faltan los poetas,
los mil, los diez mil malos, cada uno
armado con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novela en preparación.
Ah.. y los curricola,
y sus diez mil applys nos faltan.

No es la muerte del hombre, es una gran ausencia
humana de malos poetas. Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios,
folios de cartulina, ilustraciones
de gente amiga, cenas
con gente amiga, exégesis, escolios,
tiempo perdido como todo.

Se necesitan poetas gay, poetas
lesbianas, poetas
consagrados a la cuestión del género,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio, al arte y a la industria,
a la estabilidad de las instituciones,
a la mancha de ozono, al agujero
de la revolución, al tajo agrio
de las mujeres, al latido
inaudible del pentium y a la guerra
entendida como continuidad de la política,
del comercio,
del ocio de escribir.

Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras y Marthas
que escriban. Nombres para poetas,
anagramas, seudónimos y contraseñas
para el chat room del verso se necesitan.

Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.
Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.
Una poesía de los salones de lectura de versos.

Una poesía por las calles (venid a ver
los versos por las calles...)

Una poesía cosmopolita (subid a ver
los versos por la web...).

Una poesía del amor aggiornado (bajad a ver
poesía en el pesebre del amor...)

Una poesía explosiva: etarra, ética,
poéticamente equivocada.

En los papeles, en los canales
culturales de cable, en las pantallas
y en los monitores, en las antologías y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y más malos poetas:
grandes poetas celebrados pequeños,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, miméticos,
deteriorados por el alcohol,
descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo
idiotizados por el rock,
odiados, amados por la gente aquí.

En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso de la oficina,
entre dos clases de gramática,
en clase media, en barrios
vigilados se buscan.

¿Habrá en la tropa?
¿En los balnearios, en los baños
públicos que han comenzado a construir?
¿En los certámenes de versos?
¿En los torneos de minifútbol?
¿Bajo el sol quieto?
¿A solas con su lengua?
¿A solas con una idea repetitiva?
¿Con gente?
¿Sin amor?

No es el fin de la historia, es
el comienzo de la histeria lingual.

Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo:
Te necesito nene.
Para empezar te necesito.
Para necesitar, te pido
ese minuto de poesía que necesito, necio:
quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me bañes todo con la trivialidad del medio.

Y en medio del camino, en el comienzo
de la comedia terrenal, quiero vivir
la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.

Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imbéciles, nuevas
propuestas para el cambio, causas
para temer, para tener,
aquí en el sur.

Y arriba España es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos,
suecas a la sombra de un Rey.

Riámonos del Rey.
De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensueño compartido.
La realidad de España
es su filosa lengua pronunciando la eñe
y su mojada espada pronunciando el orden
del capital y la sintaxis.

¡Ay, lengua:
aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre
nuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas..!

4 comentarios:

Joselu dijo...

Probablemente se necesiten malos poetas, pero qué insoportable es un mal poeta porque no tiene nada que decir o porque como lo dice no llega a ningún lado. No es fácil ser poeta. Haberlos, hay muchos. En la red hay infinidad, y hay que conceder que la buena voluntad es digna de respeto. Pero la voz de un auténtico poeta es reconocible, como este poema, que he leído rápidamente (siempre vamos rápidos) pero he intuido que Fogwill era un poeta que decía cosas, irónicamente, cáusticamente, pero tiene algo. No lo conocía. Lo rastrearé. Qué inmensa es la incultura que atesoramos!!!

Pedrodel dijo...

¡Casi ná!
Y aquí seguimos, acomodados, viendo pasar los días con la necesidad que hay de que evidenciemos mediocridades, injusticias, desvaríos...
En verdad se necesitan poetas.

rubén dijo...

Yo soy un poeta malo pero si mejoro demasiado te aseguro que no tendría ni una entrada en mi blog.
Conozco el triste mundo editorial de la poesía y aquí me quedo.
Saludos

Emilio Calvo de Mora dijo...

Joselu, ojalá haya más poetas malos. Poetas, sensibles, al menos. Los buenos serán los guías, pero los otros, incluso los muy malos, por el solo hecho de creer en la bendita palabra y creer que sirva para contribuir a la belleza y al entendimiento entre los pueblos, también nos sirven. Somos, de esa especie, muchos, y ahí estamos.

Pedro, amigo mio, los desvaríos a veces se combaten con metáforas. Como yo sé que tú amas la lengua, sé que me entiendes bien.

Rubén, poeta malo, bienvenido al club.

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