18.4.10

14:38

I
El libro que más veces he intentado leer se llama Finnegan's wake. Lo escribió Joyce. Lo tengo en una estantería alta. Está entre El libro del desasosiego de Pessoa y Campos de Castilla de Machado. No se contagia de ninguna de los dos. La pesadumbre de Pessoa no infecta la hermética belleza de Joyce. La limpieza sintáctica de Machado no contamina la belleza críptica de Joyce. Ahí están los tres, a mi espalda, mientras escribo, en la estantería alta. Para cogerlos debo hacer un esfuerzo o coger un banquillo. Me pregunto si existe alguna ley invisible que gobierna la forma en que colocamos los libros en las baldas. Fernando Savater junto a Paul Auster. Borges a la vera de Baroja. Las mil y una noches junto a José Antonio Marina. Son habitaciones extrañas. Como dos personas que duermen juntas y se dan la espalda o se abrazan o copulan y después se levantan y hacen vidas divergentes. Uno va a la oficina. Otro a una gran superficie para hacer llenar la despensa. De noche vuelven a encontrarse en el mismo sitio. Se dan la espalda. Se abrazan. Se dicen palabras bajo la sábana. Se aman con ternura infinita o se descosen a besos.

II
Ayer sábado estuve en un festejo admirable. Se conmemoraba que un colegio lleve en pie cincuenta años. Es un colegio de barrio y un poco de esa felicidad doméstica de calle de barrio, rutinaria y jubilosa, de juegos en las plazas y de pequeñas tiendas en las que la vida se abre como un atlas, se dejó ver en los pasillos, en los patios, en la alegría sin metafísica. Uno es alegre sin metafísica. Se le agria el gesto y se le turba el ánimo cuando se convierte en filósofo. Ayer sábado, en el colegio de mi pueblo que cumplía cincuenta años, me sentí feliz sin metafísica. Me bebí la vida en cinco vasos largos y fumé como Humphrey Bogart cuando era Sam Spade. Y escuché, mientras comía un arroz antológico, un vals de Shostakovich que Kubrick me enseñó en un cine.

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8 comentarios:

Madison dijo...

A lo largo de mi vida he intentado leer el Ulises de Joyce en varias ocasiones, y ahí está el pobre, de vez en cuando me llama, pero hago como si no lo oyera.
El caso es que en mis días de debilidad me siento algo culpable por despreciarle, no se...quizá cuando termine el que estoy leyendo ahora, no se...

¡Caramba! qué buen sábado tuviste.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Ulises sí cayó a la edad en que tal vez no debiera haber caído. Luego le he metido mano y me ha resultado cargante. La literatura es una materia disfrutable y a mí me falto, eso, Madison, disfrute...Culpable, no te sientas.
El sábado fue excelente. Como pocos.

Anónimo dijo...

La metafísica es que lo jode todo, Emilio. Vivamos sin metafísica. Como los pájaros. Como las nubes. No es coña. Rafa

Ana dijo...

Ulises es un ataque de cultura pura y dura y estoy de acuerdo con eso de que se lee para disfrutar igual que se ve una película o se da un paseo por el campo. Me gustan cada día más los libros trascendentes pero que son livianos en su forma. Esa es la literatura mejor. Yo no he leído a Joyce, y aunque por ahi está el Ulises, en dos tomos hermosos, me temo que servidora no va a hincarle el diente. No, creo que no.

Ramón Besonías dijo...

La vida trata a los seres humanos como nosotros a esos libros apilados en estanterías. Su lugar en el mundo de nuestra librería no obedece a un criterio lógico, el azar manda, y sin embargo, cuando entramos en esa cueva literaria todo parece estar en su sitio. El caos y la belleza conviven para dar aliento a nuestras vidas.

Saludos desde Extremadura, Emilio.

Por cierto, en mi blog hay nuevas perlas, más prosaicas ue las tuyas, pero...

Emilio Calvo de Mora dijo...

Es justo lo que digo, Rafa. Sin metafísica, a pelo, sin mirar más adentro ni más allá.

El orden aprendió del caos, cantó Santiago Auserón, gloriosamente, Ramón.

No le hinques el diente a nada que no te excite, Ana, entendiendo esto como debe ser entendido. Los libros precisan una obediencia, un enamoramiento, un idilio. Hay, afortunadamente, los suficientes como para que tu sed de amor libresco se ve completada a poco que busques.

alex dijo...

Es algo que siempre me he preguntado. Debe haber una razón que explique el que Lovecraft se sitúe al lado de Horace McCoy, tan distantes entre sí como una colcha de una sábana cuando una cama está ocupada. Mi libro imposible también es de Joyce. Su "Ulysses" me causó severas cefaleas durante mi adolescencia hasta que ganó la partida y lo abandoné no sé si para siempre. Supongo que él prefiere estar solo sin que nadie husmee en sus páginas.

Glorioso sábado el tuyo, Emilio. La celebración siempre lo es.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Igual no hace falta que se husmee. Hay más cosas que no sabemos que cosas que sabemos. Hay más placeres desconocidos que los pocos que sabemos nuestros. Hay más afuera que dentro. Dentro de cualquier dentro. Lo del sábado en verdad que estuvo bien. Por inesperado. Eso gusta. Lo bueno que no se espera. Un abrazo gordo, grande, hermoso, my friend.

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