Mientras algunos sostengan que en el ordenamiento jurídico cabe un concepto tan ligado a un credo religioso como es el pecado, la guerra religiosa que tenemos en las calles no va a tener fin. En realidad no está tanto en las calles como en algunos medios de comunicación, que la alientan a sabiendas de que esa trifulca milenaria (creer o no creer, atizar al cura o defenderlo) da caja. Al final todo es un asunto monetario. Lo de hoy incluso: ese Barcelona-Real Madrid con la bandera de la política enarbolada en los titulares y con la ya inevitable sensación de que esto del fútbol no deja de ser un negocio. A los astros recién llegados a la disciplina merengue no les puede caber en la cabeza la noble historia de rivalidad entre los dos clubs durante casi un siglo. Les entra la plata por la boca, los anuncios en la camiseta y las portadas en los periódicos deportivos que se venden en las gasolineras y se leen en el café. Es como mezclar el pecado con el delito. La fe no se debe mezclar con las leyes. El dinero nunca con el corazón. En España la historia de nuestros conflictos proviene en muchas ocasiones de esa falta de respeto por lo ajeno. Ese olisquear en la casa del vecino buscando indicios de pecado o de sanción. Veo a diario cómo unos descalifican a otros por abrazar una opción que no sea la suya. Lo advierto con tanta frecuencia que ya no me sorprende. Hasta incluso me dejo llevar en esas conversaciones y no tengo el coraje de salirme, exhibiendo así mi disconformidad con lo que se habla. A lo que no entro, por falta de tiempo tal vez, por interés en extenderme en conflictos innecesarios, es en la batalla dialéctica total. Simplemente no me involucro. Preferiría no hacerlo, decía Melville en boca de su estimado Bartleby. Es pereza mental: la pereza que llevada a su extremo nos separa y nos conduce directamente al cuartel en donde nos escuchan nuestros iguales. Por eso hay peñas del Real Madrid y Cofradías del Espíritu Fervoroso de Jesús, asociaciones de amigos de los toros y clubs de fans de Rouco Varela. En esos atriles es donde nos enfebrecemos y donde soltamos espuma verbal por la boca. En Londres hay una plaza en la que oradores espontáneos sacan a discusión sus opiniones. En Salamanca, en la época dorada de la Universidad Pública, había un aula de Oratoria. Habiéndola perdido, no disponiendo de esa escuela en nuestros días, nos refugiamos en la descalificación. Hoy, comprando el periódico, he visto a dos amigos (supongo) insultándose de lo lindo. Todo muy naïf. Palabras fuertes pronunciadas con la inflexión de voz que las rebaja y hace que el que las escucha no se las toma en serio del todo. Los del Madrid es que sois... Los culés estáis... Eso, en otro orden de cosas, lo contemplamos luego en el Parlamento. La élite política carece de temple: no asistió a ninguna clase de Oratoria. Tampoco recibieron, en los más de los casos, instrucciones sobre cómo hablar con la oposición. Saber oír. Esperar. Hablar. Pensar. Nada comparado con la posibilidad de que Cristiano Ronaldo o Messi hoy metan un gol por la escuadra desde mitad del campo o driblen a media defensa y metan la pelota en las mallas. Eso sí que anima a un país. Me imagino mañana los titulares, las charlas en los bares, los minutos en la televisión. España paralizada. La cinética de los despreocupados. Será eso del pan y del circo. Hoy toca, por si no lo saben, sesión intensa de circo. Habrá que ir buscando dónde verlo. Circo en vena.
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4 comentarios:
Te queda la posibilidad de verlo a través de Internet. Cosa, por otra parte, que yo no creo pueda hacer (aunque se intentará).
No sé si es de origen español el refrán que reza "Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio", pero define a este país a la perfección. La autocrítica no existe para la gran mayoría de moradores de esta nada que es España. La culpa de mis desgracias siempre es del "otro". Y si al "otro" le va bien es que algo deber de haber ahí. No hace mucho leí a un cirujano valenciano despotricar contra todo esto. Estaba tan harto de este país que vendió su casa, su coche y se largó a Portugal con su mujer y sus hijos. Menos mal que nos queda Portugal, que diría Siniestro Total.
Llevas más razón que un santo. Es una pena, pero es así. Yo me aburro de tanta discordia, de tanto sordo crónico y tanto charlatán de feria. De todas las maneras, y por algunas imágenes que de vez encuando nos regalan los medios, ese comportamiento crítico y empecinado no se da sólo en nuestro país. Ni siquiera la tan cacareada flema inglesa ya se libra del cruce de insultos y despropósitos.
Me gusta el fútbol, pero confieso que no soporto a los forofos que pierden el sentido en discusiones bizantinas.
Besis.
Hoy me he levantado con la idea de ver las noticias en España. Se me había olvidado que hoy lunes es un dia despues de domingo=futbol, ahh el circo en primera linea de las noticias españolas, parece ser mas importante que todo lo demas que sucede dentro y fuera de España....Hummmm
El gran circo de los medios que nos tienen atolondrados...
Gran verdad tu entrada.
Saludos
luisa
Lo vi en la televisión por obra casi del azar y se me quedó el cuerpo bien, después de todo. Dio lo mismo el resultado, a pesar de que uno tenga sus condicionantes deportivos. Me gustó el espectáculo. Sin más. Como debe ser. Sin colores. O con dos colores a condición de que se practique un juego bonito. Lo fue.
Despotricar contra todo no es coherente. Hay que tener un asidero, un referente, un símbolo, un código, hasta un credo. Lo de Siniestro fue épico. Bares, que lugares... Me recuerda Quirófano, un pub en Córdoba de mis tiempos más mozos. Rezaba al entrar: "Si entras, déjate el hígado en casa". Me lo deje un par de veces. Saludos, my friend.
No sé si llevo razón o no. Igual no importa llevarla. Importa exponerla. Yo me aburro también, Isabel. Me aturde ese runrún vociferante, ese ir y venir por los barrios bajos del lenguaje.
Me gusta también (mucho) el fútbol. Con pasión, pero no ciegamente.
Luisa, no sé dónde estás. Aquí, qué decirte, tedio, aburrimiento, repetición. Un día, otro también. El circo del fútbol atenúa la fiebre y la cólera del pueblo masacrado por el paro y por el miedo a que no desaparezca. Saludos.
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