








an parido un entretenimiento de masas con pedigree de arte y ensayo que no entra por los ojos y que se escapa ( es mi caso, a ver, voy perdiendo con los años entereza mental y no aguanto tres chorradas seguidas ) por algún hueco cerebral que no tengamos bien cerrado.




addenda a 27 de febrero: Ya tiene Martin Scorsese su óscar a mejor director. Y además es la mejor película del año, a juicio de los académicos. Todos estan aliviados en Hollywood. La dedua está saldada. Todos respiran. Lástima que Hitchcock muriera sin ver cómo el Kodak Theatre, pongo por caso, se pone bravamente en pie y aplaude hasta sudar las manos. Han olvidado los flecos morales que suscitó que el remake oliese, en exceso, a copia del original hongkonés. No importa. Le han perdonado y elevado al altar de las estrellas, pero él ya estaba.

co se han esmerado en exceso en adecuar la época ( siglo XIX ) con la historia que se nos cuenta. Previsible en exceso, regala una cámara nerviosa que barre la pantalla y pone de los nervios al paciente espectador que en ningún momento se ha visto verdaderamente empujado a mostrar un mínimo interés. Por momentos a mí me pareció un estrenos tv con un presupuesto holgado y dos actores de postín ( Sissy Spacek y Donald Sutherland ), pero ninguno da a la historia sustento dramático porque los guionistas han disfrutado más en concatenar escenas de impacto que, en muchos casos, nos resultan demasiado familiares, en lugar de hilvanar con amenidad el episodio de espíritus yendo y viniendo como les place por las escaleras decimonónicas.
Tobe Hopper es más truculento, pero conoce mejor el tema. Hasta un mandado como es Sidney J. Furie hizo una más que apreciable El ente, que viene a decirnos más o menos lo mismo, pero sin ambientación. Es que estamos ya hartos de encantamientos americanos, que parece que fuera de Tennessee, Nebraska, Nevada o Wichita Falls no hay Poltergeist ni endemoniados. Es lo que les pasa por tener una Historia tan cortita: que tienen que tirar de anecdotario y convertir en episodio nacional lo que fuera de sus fronteras es una chorrada absoluta.
Esperamos, ansiosos, a Clint Eastwood y sus Banderas de nuestros padres. Esa Historia, al menos, es más contundente: nos afecta más a todos. Yo ya no quiero más fantasmadas.

Me pregunto qué hará Dios en lo más oscuro de la noche. Si abrazar la tiniebla es un oficio. Si el cielo, cuando irrumpe la luz, está li...