27.4.10

La bella y la bestia



Errol Flynn le inyectaba vodka a las naranjas: así vencía la prohibición expresa, registrada en el contrato, de beber alcohol en los rodajes. Aquí le da a una Brigitte Bardot de dieciocho años un brebaje del que desconocemos la mezcla. No sabremos nunca qué bebía en estas fotos, tomadas en Cannes, en 1.956. Algún brebaje sobradamente comprobado. Elixires que el alma agradece. Licores sublimes.
Uno sabe la historia escondida detrás de las historias que se ven: imagina al mujeriego Flynn, el que tocaba Star spangled banned, ese arrebato patriótico de un país que no era el suyo, en el piano de las fiestas, sin manos, a calzón caído, entrando a la Bardot con sus mejores armas, contándole la vida escondida debajo de la vida, toda esos abordajes con el puñal en la boca y las mallas ajustadas, marcando paquete. Pero igual estaban en otro giro de la trama y el galán quemado le confesaba a la diva en ciernes el precio de los excesos. Tres años más tarde no habría más vodka en las naranjas, más fiestas suicidas. El médico que le practicó la autopsia dijo no haber visto nunca tanto destrozo adentro.

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6 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

Saludos, Emilio.

Un forense viene a ser quien certifica no sólo las causas de una muerte física, sino también los estigmas, las estelas indelebles que marcan nuestro paso por el mundo. Al abrir el cuerpo, esas huellas testifican deseos, sufrimientos, omisiones que dibujan quiénes somos.

Sólo al morir parecen salir a la luz. Mientras vivimos, las máscaras desde las que interpretamos nuestro personaje las mantienen veladas, a la espera de su certera autopsia.

Buen día.

(P.D.: dejé otras letras en "La mirada perpleja"; se echa de menos una visita fugaz.)

Emilio Calvo de Mora dijo...

El forense cuenta las sílabas del verso. Ve la métrica. Es como una especie de comentarista de texto, pero el texto ha muerto. Está terminado. Sin posibilidad de ampliar líneas. Algo así, Ramón.

P.D. Leo poco. Escribo poco. Tengo, la verdad, mucho menos tiempo que antes. Sólo tienes que ver el número de entradas en el blog en Abril (creo que van 10) y en meses anteriores. No es una excusa, o sí lo es. De todas formas, hay gusto (siempre) al entrar en tu casa. Abrazas, amigo.

Anónimo dijo...

Qué cabronazo el Errol flynn, me parece que ha ganado tanta fama fuera como dentro, y eso apena a quien disfrutó de sus saltos y piruetas en las pelis de los años cincuenta. No sabía nada de lo que cuentas. Leeré en la red lo que pille, que ahí no hay problema. En algunas pelis, iba sobrado. El mejor Robin Hood fue Errorl Flynn. Se agradece la reseña. La Bridgitte Bardot como dices está bien buena, pero aquí incluso con 18 añitos no es el sexsymbol que luego fue. Y no había photossop en tonces.

alex dijo...

Fue una fiesta vivída la suya. A cada muesco, a cada exceso, una noche blanca junto a un cuerpo diferente. Flynn es un icono más por su filosofía de vida que por su talento fílmico, que nunca me pareció poco. Las fotos con la Bardot muestran el cenit del quiero y no puedo. El final de una copa apurada.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Suena a eso, amigo, a quiero-no puedo, pero lo intento. La mirada crepuscular, la certeza de que todo se acaba. Tuve que sufrir, ver cómo se acababa.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No el modo, Fredo. No es el modo.

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