El cientifismo naturalista es un género cinematográfico endeble, pero ha sobrevivido a base de esforzadas cintas entre lo melodramático y lo crasamente documental. Da igual que la premisa fundacional de Man to man sea la supervivencia de unos macacos en Borneo o los deseos de enfrentar fe y ciencia, metáfora y lógica pura. Antropología de parvulario, exotismo de revista de viajes en papel couché, caricatura simiesca de un guión que podría haber dado más caso de que no hubiesen querido insistir en asuntos de tan escaso interés para un espectador moderno, ajeno a estos darwinismos de opereta, a estos prontuarios facilones donde el choque de dos culturas semeja el lánguido apareamiento de dos koalas.Eso del eslabón perdido y milagrosamente recuperado para exhibición pública tiene gancho como para haber producido un film con más sobriedad, menos estereotipado, mucho más interesado en la zozobra moral de unos personajes que en la didáctica boba de un científico escasamente creíble y una situación anómala, entre lo exótico y lo plasta. Si es que este hibridación de epítetos cuela.Hay más: es maníquea en sus planteamientos; ingenua en su solucionario y, sobre todo, plana en lo que propone, aunque las galas que exhibe sean ampulosas y parezca que estamos asistiendo a una ópera magna, a algo incontrovertiblemente relevante.Man to man es una muestra blandengue de cine bien hecho, pero aburrido. Y el sopor es tan enorme que uno abandona el interés por encontrar sentido a esta previsible y muy vulgar puesta en escena que, por ratos, parece un sermón dominical sobre la preeminencia de los valores morales católicos ( aplasten lo que aplasten, pasen por donde pasen ) que un racionalizado y argumentativamente atractivo viaje al corazón humano, cosa que parece dibujarse en los primeros minutos del film ( la caza de los pigmeos ) ilusionan y provocan expectativas que después se ocultan por un montaje moroso, lento, de una ineficacia pasmosa porque a la media hora de proyección se desactivan todos los mecanismos de interés y empieza uno a mirar el reloj ( qué cosa tan terrible en el cine ) y a desear que el rato pase rápido y salgamos pronto para coger al primer desprevenido transeunte y confiarle, sin agobios, nuestras conclusiones. "No vaya usted, quédese en casa". "No la alquile en dvd: pida Babel o alguna edición moderna de Extraños en un tren con extras y todo eso".
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