Aznar, retirado de la política o, al menos, apartado de la ejecutiva política, no ha dejado de reirse. Su risa es franca, no lo duden. Risa de haber hecho las cosas con dos pies encima de una mesa y luego no dar cuenta de las facturas que esos gestos tan machotes traen, pero mejor verle así que no encabronado, echando pestes con ese tono de voz entre lo lánguido y lo filibustero con el que entonaba sus cánticos de guerra, su épica de batalla. Y lo peor de todo esto es que los que ahora rijen nuestros destinos patrios tampoco tienen gestos mesurados. Tampoco gastan cordura cuando dan rienda suelta a toda su fantasía de civilización armónica en paz con el vecino y con la Historia. En fin. Así vamos tirando, convertido el parlamento en ateneo de deslenguados que azuzan venenos e insultos como quien saca un perro a echar a una meada.
16.3.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La gris línea recta
Igual que hay únicamente paisajes de los que advertimos su belleza en una película o ciudades que nos hechizan cuando nos las cuentan otro...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Celebrar la filosofía es festejar la propia vida y el gozo de cuestionarnos su existencia o gozo el de pensar los porqués que la sustenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario