La rutina consiente altos, agujeros blancos, rosas, verdes, pequeñas consistencias de espacio / tiempo en las que uno se topa con el recuerdo de una doncella sueca lavándose en el remanso de un río nórdico.
Las películas de Bergman tienen estas cosas: mujeres que se arremangan los faldones y se mojan muchísimo mientras el marido, en la orilla, las observa como el entomólogo que aprecia las evoluciones de una oruga en un tarro de cristal.Los matrimonios de Bergman se acuestan, se calan unas gafas de pasta negra de cristales de un tamaño imprudente e ingresan en la lectura o hablan del declive del Imperio Romano. Tinto Brass no tiene un libro en ninguna de sus escenas de cama. Sus madonnas de culo ampuloso abren mucho las piernas cuando se levantan y airean un pubis hirsuto que la cámara barre con golosa delectación de entomólogo que a orillas de un río nórdico se recrea en los rizos del agua alrededor de las rodillas de su esposa.Claro que a Bergman lo que le movía no era la erótica de la burguesía, la orografía de las carnes, la lubricidad de los cuerpos.
Las películas de Bergman tienen estas cosas: mujeres que se arremangan los faldones y se mojan muchísimo mientras el marido, en la orilla, las observa como el entomólogo que aprecia las evoluciones de una oruga en un tarro de cristal.Los matrimonios de Bergman se acuestan, se calan unas gafas de pasta negra de cristales de un tamaño imprudente e ingresan en la lectura o hablan del declive del Imperio Romano. Tinto Brass no tiene un libro en ninguna de sus escenas de cama. Sus madonnas de culo ampuloso abren mucho las piernas cuando se levantan y airean un pubis hirsuto que la cámara barre con golosa delectación de entomólogo que a orillas de un río nórdico se recrea en los rizos del agua alrededor de las rodillas de su esposa.Claro que a Bergman lo que le movía no era la erótica de la burguesía, la orografía de las carnes, la lubricidad de los cuerpos.
El maestro sueco exploraba la irreversibilidad del destino, los absurdos de la venganza, la vida sin Dios, el silencio como monumento de la educación humana.... En fin. Yo me aburrí muchísimo en un cine de arte y ensayo en Córdoba hace ya bastantes años con una película de Bergman. Fatigué luego las calles ( la vuelta a casa después de ver una película de Bergman es dolorosísima ) con la durable sensación de que había perdido el norte en mi vida: Dios, Familia, Estado, todo se había reducido a un sentimiento vagamente morboso de hostilidad absoluta contra el Sistema.Un anciano me preguntó la hora. Le miré con desgana y le contesté tan lacónicamente que, aunque estoy seguro de que no me oyó, no se atrevió a preguntarme de nuevo.
He vuelto después a Bergman y he disfrutado de esa relajada conmoción del alma. Será que la edad me da otro prisma o será la edad en sí el prisma válido (necesario) para coger a Bergman de los cuernos y no perderse en sus cuentos.
1 comentario:
Fatigué las calles (Lerospitolas dixit)
Fatigó la infamia (Borges dixit)
Chomsky.
Eres grande, maestro. ¿De dónde sacas el tiempo?
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