Goebbels era un genio de la propaganda. Su particular forma de
hacer política tiene mucho que ver con las teorías de P.
Quentin. He aquí su doctrinario. Trate el amable lector de aplicar
estos principios a la actualidad política, nacional o foránea, da lo mismo.
Ponga nombres. Diga siglas. Busque en esta madeja de preceptos los que más se
adaptan a los principios ideológicos de algunos de los partidos políticos que
nos gobierna. Al hilo de la prensa, advierta también la rabiosa actualidad que
conllevan.
Principio de simplificación y del enemigo único Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".
Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad". Una mentira dicha cien veces es una verdad siempre demostrable.
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. Cuando la información apabulla, no se puede asimilar. Cuando algo incomoda, hay que fomentar la creación de un punto de atención nuevo para hacer que se olvide pronto el que verdaderamente importa.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias. Vuelta al rumor: cuando alguien pretende que una mentira se imponga a la realidad sólo precisa construir un vehículo de transmisión adecuado.
Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. Cuando no hay novedades explotables, es muy fácil y da muchos réditos acudir a la Guerra Civil o a la Santa Inquisición. La literatura, el cine y hasta las comidillas de bar facilitan este regreso a las catacumbas de la Historia por mor del beneficio de los partidos.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer mucha gente que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.
«La propaganda es un intento de influenciar la opinión y la conducta de la sociedad de tal forma que las personas adopten una opinión y una conducta determinadas» Bartlett
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