16.3.07

El señor de la guerra


Este graffiti anónimo revela la dolencia más vergonzosa de este mundo globalizado que no atiende a moralidades ni a sentimientos cuando lo que está en juego es el negocio. Lo evidencia Diamante de sangre, por nombrar un película de consumo masivo que tiene entre algunos de sus méritos el de alertar sobre la barbarie de los niños de la guerra y cómo el mundo occidental, el civilizado, el que se arroba el bienestar como máxima de sus criterios democráticos, mira hacia otro lado o directamente no mira porque se sabe causa y efecto, árbitro y estilete. Este Papa Pitufo mercenario está ahí pintado en las paredes no sabemos qué ciudad para que le miremos y, mirando, pensemos. ¿ Hemos pensado ya bastante ? Probablemente falta que la caja rebose, aunque luego, una vez esquilmada, tengamos que volverla a llenar. Y Papá Pitufo, pertrechado de armas, nos mira desde la pared, convencido de la naturaleza bárbara de nuestros instintos y del escaso amor que nos profesamos.

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Comparecencia de la gracia

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