4.3.07

CABALGAR EN SOLITARIO : El western minimalista




Cabalgar en solitario, muy fiel traducción del original Ride lonesome, es un western de factura sobria, sin efectismos, subordinada a la narración de una historia y ajena a cualquier otra consideración estética. A ello contribuye la profesionalidad de un director infravalorado, ausente en los habituales listados de directores de postín que de cuando en cuando pueblan revistas del ramo o páginas de la red.

Budd Boetticher fue un maestro del western, en donde hizo una decena de películas estupendas. La mayoría con Randolph Scott. Scott interpreta a un cazador de recompensas que lleva ante la ley a un preso. Un par de forajidos de muy curiosa factura lo abordan en el camino con la peregrina idea de robarle la mercancía. Los planos generales de la cámara de Boetticher ( que fue también torero, he aquí el también más que curioso dato ) amplifican la idea del héroe solitario, mítico, convencido de que su soledad es la mejor del mundo y de que su misión no precisa otra compañía que la de su caballo.

Estamos ante un western muy original, que ha pasado a la historia ( a la mía también, secundaria y jubilosamente ) por su color neutro, por su apariencia de película del oeste poco del oeste, por decirlo de alguna forma. Los personajes tienen un contenido dramático novedoso y el relato, impetuoso, los espolea de modo tan veraz que pareciera que estamos asistiendo al primer western, a un género virginal y primario.

El cinéfilo recordará con especial placer el más que notable plano final montado en grúa en el que Ben ( Randolph Scott ) da, por fin, finiquito a su venganza ( su esposa muerta ) o la escena en la que una flecha india impacta en el cuerpo de un conductor de diligencias. Planos que demuestran la eficiencia de un director extremadamente meticuloso, artesano en el sentido de manufacturar una obra narrativamente portentosa, precisa, capaz de alimentar el interés del espectador a partir de muy escasos ingredientes.

Film clásico o tal vez clásico en un sentido menor del término porque hay otros western de nombradía mayor. Éste es agreste y masculino, significativamente aderezado por algunas pinceladas de humor muy de agradecer y, por encima de todo, honesto en la demostración de la valía de un género que, a la postre, fue muriendo conforme el siglo XX fue madurando y el espectador ( el americano y el que no lo es ) creyó tener vistas ya todas las películas del Oeste cuando el género es infinito y tiene posibilidades enormes de ampliar su incuestionable preeminencia en la Historia del Cine.

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