Tiene el thriller nacional escaso bagaje como para que obviemos esta pieza extraña en nuestra cinematografía que tiene valor por sí misma y por lo que representa. Lejos de la cicatería formal de otros productos del género, Daniel Monzón ( un crítico metido a director, el hombre cruzando el espejo ) se aferra al cine de Hitchcock, a sus tramas elásticas y elegantes, en débito con la literatura de Patricia Highsmith y con el cine de serie B de los sesenta ( ahí están los implantes y el malvado del film con guiños a los malos de la serie Bond o de un vulgar Fu-Manchú ). Tampoco falta la mirada agradecida a Ray Bradbury y a la golosa producción americana de los años 50 con amenazas psicotrónicas y tremebundas teorías sobre la alienación.
La caja Kovak es una película trepidante, pausada cuando es preciso, embastada con discretos apuntes cinéfilos y entonada como una sinfonía macabra cuyo final ( en unas muy bien aprovechadas Cuevas del Drach ) merece pasar a la Historia del cine patrio por la sencilla razón de que no estamos, en absoluto, acostumbrados a esa tufillo a final made in Hollywood.
La caja Kovak es una película trepidante, pausada cuando es preciso, embastada con discretos apuntes cinéfilos y entonada como una sinfonía macabra cuyo final ( en unas muy bien aprovechadas Cuevas del Drach ) merece pasar a la Historia del cine patrio por la sencilla razón de que no estamos, en absoluto, acostumbrados a esa tufillo a final made in Hollywood.
La doctrina de Monzón es el entretenimiento, un meticuloso sentido de la filmación como vehículo de transmisión de contenidos amenos. Y la cinta, completa, es amena a más no poder. Se resquebraja por el artificio del guión, que da en ocasiones la impresión de estar muy forzado, aunque el guionista ( el propio Monzón junto al guionista de Alex de la Iglesia, Javier Guerricaechevarría ) engasta todos los excesos para que todo fluya mansamente, con un empaque a cine clásico estupendo. No en vano arranqué citando a Hitchcock ya que Monzón extrae de la estimable cátedra de Don Alfredo los giros y los retruécanos, los planos monumentales ( las escenas del aeropuerto, las acometidas de la cámara al vehículo que sortea las peligrosas carreteras de la costa ) y, sobre todo, la mecánica de la fascinación, esto es, la forma en que todo el film transcurre hasta su desenlace, que puede parecer ( también ) un punto forzado, pero no cabía otro salvo que entráramos en una más pura versión sci-fi, nada pertinente. Timothy Hutton, Lucía Jiménez y, sobre todo, David Kelly ( el abuelito de Charlie en su fábrica de chocolate ) están estupendos, aunque el papel de Silviia / Lucía esté desdibujada, no explicado con solvencia Si estamos aspirando a ganarnos un territorio en el thriller, no es cosa de pretender ( habida cuenta de nuestra holganza en todo lo que huela a riesgo ) colarnos ya con alfombra y fanfarria en la ciencia-ficción. Tiempo, no hay duda, habrá. Mientras a saborear películas españolas como ésta, tan gratas en lo formal, tan amenas ( insisto ).
Un comentario del director acerca de Gloomy Sunday, la canción que la cinta interpreta Billie Holiday y que fundamenta toda la trama:
"Es una canción muy especial que se llamaba Gloomy Sunday y que tiene una leyenda increíble. La escribió en 1933 un húngaro, Rezsô Seress, y después se suicidó. En los años siguientes, fue una canción prohibida en las radios de los Estados Unidos y de Gran Bretaña porque decían que era una canción que inducía al suicidio. De hecho, se comprobó que muchas personas suicidadas habían escuchado la canción antes de quitarse la vida. Se trata de una canción efectivamente muy triste, con algo muy especial y misterioso en ella, que es una de las canciones más versioneadas de la historia de la música. He intentando hacer que la película tenga un tono muy parecido a la canción, es decir, oscura, inquietante, pero con un gran romanticismo soterrado".
"Es una canción muy especial que se llamaba Gloomy Sunday y que tiene una leyenda increíble. La escribió en 1933 un húngaro, Rezsô Seress, y después se suicidó. En los años siguientes, fue una canción prohibida en las radios de los Estados Unidos y de Gran Bretaña porque decían que era una canción que inducía al suicidio. De hecho, se comprobó que muchas personas suicidadas habían escuchado la canción antes de quitarse la vida. Se trata de una canción efectivamente muy triste, con algo muy especial y misterioso en ella, que es una de las canciones más versioneadas de la historia de la música. He intentando hacer que la película tenga un tono muy parecido a la canción, es decir, oscura, inquietante, pero con un gran romanticismo soterrado".
Sunday is gloomy
puede cantar Billie Holiday
My hours are slumberless
Dearest the shadows
I live with
are numberless
Little white flowers
Will never awaken you
Not where the black coaches
Sorrow has taken you
Angels have no thoughts
Of ever returning you
Wouldn’t they be angry
If I thought of joining you?
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