16.3.07
Teología de calle
Con mucha mala fe, si no mala leche, sacando el más rancio de los posibles machismos, ha visto la luz en la Red ( lo cual hoy en día es asunto baladí y de no excesivo asombro ) cierto chiste que veo triunfar en comidillas y reuniones de pasillo. Viene a decir que el matrimonio es un acto en el que se gana un Cristo y se pierde una vírgen. La frase es, a la luz del hoy liberal y de los vientos que van sacudiendo, abiertamente falsa. Al menos en lo que toca al asunto de la virginidad: se pierde antes del matrimonio. Tampoco esa pérdida es trágica, como antaño, salvo para católicos muy recalcitrantes o para gitanos. Lo del Cristo es matizable. No se gana la definición con el matrimonio: ya se trae. Uno es un Cristo desde que nace. Nos hace Cristos la vida y así parece que deba ser para no tener que esperar cielo alguno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pintar las ideas, soñar el humo
Soñé anoche con la cabeza calva de Foucault elevándose entre las otras cabezas en una muchedumbre a las puertas de una especie de estadio ...
-
Almodóvar c arece de pudor. Hitchcock tampoco era amigo de la contención. Cronemberg ignora la mesura y se arriesga continuamen...
-
E n ocasiones, cuando se ponía sentimental, mi padre me concedía una parte suya que no era la acostumbrada. Abría el corazón, mostrab...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
No hay comentarios:
Publicar un comentario