Isabel Coixet, Wim Wenders, Fernando León de Aranoa, Mariano Barroso y Javier Corcuera, conducidos por la inspiración y el dinero de Javier Bardem, han escrito en imágenes la tristeza de un mundo o su destrucción por mor de su indiferencia, de su barbarie, de su cansina tozudez por mirar a otro lado cuando hay que arrimar manos y levantar esperanzas. Los invisibles son los que, estando, no se ven. No son fantasmagorias ni desaparecidos. Su presencia es su denuncia. Lo que estos pequeños documentales muestran es el grado de incomunicación al que hemos acudido para sobrellevar el peso enorme de la vida, contaminada de prisa, acunada en espantos, manumitida de su belleza para arrojarla al festín indigno de unos pocos que disfrutan de la pobreza sentimental y física de otros muchos.Mujeres del Congo violadas y ninguneadas, fármacos apocalípticos que esconden temerarios negocios, parias colombianos que parecen personajes de Steinbeck, la mortalidad exacerbada en Bolivia y niños que huyen de la depravación adulta y se refugian en su niñez y no quieren empuñar un arma.Estos invisibles viven en nuestro olvido. Habitan nuestra memoria, pero no les damos voz: los arrumbamos, los desechamos, les imponemos la tosca soga de lo que no es nuestro. Ignoro si nos incumben más ahora después de haber sido invadidos por el germen de este documental. Es sólo un documental: desgraciadamente. Estas crisis olvidadas las palian ONG's anónimas, grupos como MSF ( Médicos Sin Fronteras ) y particulares tan voluntariosos como ajenos a todo tipo de relevancia pública que contribuyen con su trabajo o con su esfuerzo económico para que algo, en el fondo, cambie.La vida que viene después de la película no nos devuelve a la película: supongo que de alguna forma también procedemos con ella como con todo lo que en ella nos muestran. La dejamos en un lugar preeminente de nuestros recuerdos durante un tiempo, pero después la descartamos como experiencia y la renombramos en un capítulo aparte de nombre siempre muy dudoso y que tienen que ver con la indiferencia, con la incomunicación. Lamentablemente. Salvo algunos ( todos conocemos a alguien cercano ) que ha cogido los bártulos más precarios, todo el corazón del mundo y la sonrisa perfecta para ir allá donde su colaboración se hace imprescindible para reajustar los errores de diseño de este mundo nuestro tan abocado a lo mísero cuando se lo propone.
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