22.1.25

Dietario 18 / Las aproximaciones

Haré un libro que se llame Las aproximaciones. No tengo ni idea de qué tratará, si acogeré la novela como género o preferiré el aforismo o el verso endecasílabo o los cuentos. Podré elegir la primera persona para que narre o confiaré en la tercera. Habrá tortugas, habrá un laberinto. Un pozo. Una niña que muera en la nieve y a la que nadie reclame. Una asechanza largamente urdida. Vastos jinetes. Tal vez ninguna de esas previstas cosas. De lo demás no sé nada. Estoy convencido de que solo necesito dar con la frase con la que se inicie. Una vez que haya pensado las palabras y vueltas a pensar, contadas las sílabas y tomada una sintaxis, el resto vendrá solo. Haber dado con el título hace que el entusiasmo me precipite en la promulgación de esas líneas precursoras. No haré remilgos a que sea una sola, si me satisface enteramente. Hubo veces en que una mala línea de inicio malogró las que fui escribiendo después. Esta noche la buscaré o esperaré a que se me revele en un sueño. No será la primera vez. Recuerdo despertarme en mitad de la noche y manuscribir esa epifanía narrativa. Por si el sueño no la tutelaba hasta que abriera los ojos. Por si se despeñara en la memoria y no hubiese herramienta que la extrajese. Tendré cien líneas portentosas por ahí, perdidas. Entra en lo razonable que en el transcurso del día urda alguna favorable. Si tal hallazgo acaece, prometo entregarme con ardoroso empeño. Hasta he pensado en la portada, que no contendrá nada que haga pensar en qué va a ser leído al ocupar el tiempo en sus páginas. Mostrará un cielo lento o la cara de un hombre sin esperanza. Hoy me he levantado con ese nuevo libro en la cabeza. 

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