18.1.25

Historietas de Sócrates y Mochuelo / 16


 Son inefables las respuestas. Ni siquiera dar con las palabras que respondan cuenta, produce algún tipo de alivio mayor que el de perseverar en esa fértil ignorancia que tenemos ante ellas. Y por mucho que hayamos hablado y escrito desde que las formulamos, no hemos satisfecho ninguna de las grandes preguntas. Solo nos regocija la dulce incertidumbre. 



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