21.5.07

La fuente de la vida: La resina de Dios





A pesar de contener algunas de las más brillantes escenas que últimamente yo haya visto en una sala de cine, La fuente de la vida es un aparatoso batiburrillo de metafísica, melodrama y ciencia-ficción, pudiendo, en el empeño de agradar en las tres, no contentar del todo en ninguna. La historia de amor entre Izzy y Tom ( espléndidos Rachel Weisz y Hugh Jackman ) es un magistral retrato del amor por encima de la muerte, más allá de la adversidad y por encima del tiempo. Conquistador, científico y astronauta se conjuran para alcanzar la fuente de la vida, el árbol precolombino, telúrico y trascendental. Los excesos visuales que escoltan la fantasía de Aronofsky se excusan: no es posible ser tan ambicioso y no caer en el ridículo. Y la película tiene momentos ruborosos, estampas demasiado naïf que rebajan la admirable precisión de un montaje y la arriesgadísima propuesta narrativa: tres tiempos, tres argumentos, tres miradas hacia un solo punto: la danza de la muerte y el arrebatador impulso de la vida.
La muerte es una enfermedad, dice Tom / Hugh Jackman cuando ve morir a su amada. La muerte es un acto de creación, dice Izzy / Rachel Weisz en otro aparte del film. Sobre estas dos ideas fluye La fuente de la vida, película a la que se agradece su no excesiva metraje ( hora y media ) y su firmeza en la reconstrucción plástica de una obsesión. Aronofsky ha estado ocho años tras este proyecto. No podemos retirarle el punto de ingenio y de talento, la vocación rupturista, la megalomanía edificada para que el espectador asista a una función distinta, donde prima la fragilidad de unos sentimientos, la desmedida historia de amor romántica que se constituye fundamento último del film, porque esta fuente de la vida es ante todo una historia de amor trágico, un monumento plásticamente irreprochable de pasión por encima del tiempo y del espacio.
Como el cine es una fábrica de sueños, la cinta en sí, una vez acabada y encendidas las luces, se transforma en un sueño. Recorre uno el pasillo iluminado, ametrallado de chiquillos que vociferan los puntos que vomitan los marcianos muertos, encapsulado, embebecido, atribulado, sencillamente sobrecogido. No importa que la película sea una buena película: no es, en absoluto, una obra maestra. No importa que, razonada, repensada en frío, como le gusta a este escribiente pasional, se adviertan fracturas evitables, rotos que pudieran haber sido enmendados con costuras menos majestuosas. Porque si de algo peca este capricho, es de majestuosidad. Yo, de vuelta a casa, pienso el árbol de la vida, en los mayas, en el espacio interestelar y en un laboratorio oscuro en donde tres exégetas de la fe han sido reconvertidos en científicos. Será eso: la película es un oratorio, una pieza sinfónica sobre el amor y su fuga, sobre la muerte y los desvelos del alma humana por entenderla o por negarla. Nada de eso es factible. Al final, como en el film, asentimos, nos dejamos crucificar por el viento.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

suelo opinar como tú y ya es dificil en ciertas pelis que son raritas.... esta tenia el sambenito de rarita y lo es... me ha parecido un soberano coñazo.... una cosa inaguantable que se salva por los dos buenos actores eso si....
me gusto pi más, la otra de arofonosky, creo que se escribe asi....
saludos cibenréticos

nonasushi dijo...

He oído, que la odias o la amas... no hay punto medio. Pero veo, que usted le saca jugo a a las dos caras.

Gracias y saludos

Emilio Calvo de Mora dijo...

hay escenas risibles y escenas grandiosas.
últimamente prefiero moverme por esa ambivalencia, ese aquí y allí que conviene para que nada sea perfecto en este mundo ni nada sea una mierda.
la película es perfecta para provocar adhesiones o repulsas.
yo he preferido navegar con sigilo por las dos aguas porque así me he sentido.
en otro orden de cosas, la calificación que le he dado ha sido buena y podía haber sido muy buena salvo por eso, por los fallos, por la falsedad que a veces se deja ver, o que yo veo
en fin, gracias a ti por leerme, siempre.
un abrazo subbético-cordobés a ¿ londres ? Ahí podía yo ir para afinar mi últimamemente abandonado inglés....

morrisonweb@hotmail.com, e-mail de emilio
que últimamente el blogger me falla....
( y obvia el usted, yo lo uso protocolariamente en los textos porque me parece más personal o más impersonal, según ( otra dualidad ) pero no en estas cercanías de post escrito-post comentado )....

Anónimo dijo...

El cine bueno tiene joyas que reciben aplausos y abucheos. Ésta es una joya. Es una película absolutamente asombrosa. Estoy de acuerdo contigo en lo del pecado de la majestuosidad. En su plasticidad. No me ha parecido ridícula en ningún planteamiento. Y eso es la grandeza del cine. Que estemos unos pocos y pensemos cada uno una cosa. Para esto sirven estas páginas de cine comentado, como digo yo.
El artículo, impecable, muy bien escrito.

Anónimo dijo...

Yo la amo de un modo pasional... Lo que no impide que perciba cada uno de sus defectos. Sólo que, como hacemos con la mujer a la que amamos, los reconozco y los acepto para convertirlos en virtudes.

Para mí es una de las tres obras maestras que ha dado el nuevo milenio hasta el momento. Un obra total, tal y como Aronofky soñó.

Saludos.

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