26.5.07

El último escalón : Una jaula de voces




Que El último escalón se base en un cuento de Richard Matheson es una garantía absoluta: El increíble hombre menguante o Soy leyenda son libros de cabecera para cualquier aficionado al fantástico del siglo XX. Comparable al sobrevalorado Ray Bradbury, aunque más contaminado por la industria de la cultura de masas. David Koepp, guionista de Parque Jurásico, Detrás de la noticia, La habitación del pánico o Spiderman, y director de El efecto Dominó o La ventana secreta adapta Stir of echoes, un cuento sobre fantasmas, aunque aquí no interesan los abruptos golpes de efectos manejados a base de holgado talonario. Koepp prefiere preguntarse qué límites existen entre lo sobrenatural y lo cotidiano, qué puertas conectas ambos mundo y qué personas poseen la suficiente sensibilidad como para ver esas puertas y percibir la injerencia de un mundo en otro. Me vienen a la cabeza Los otros o El sexto sentido, estupendas cintas que concitan reflexiones parecidas. A diferencia de éstas, El último escalón prefiere un tono más minimalista, exento de la parafernalia habitual del género.

Está el terror tan gastado, ha habido tanta demencia en la explotación de unos patrones sobradamente contrastados, máquinas absolutas de hacer dinero, que le escaman a uno ciertos arguementos. Le escuecen tantos espectros vagando por ahí. Niños mutilados que claman venganza. Mujeres a medio pudrir que fatigan pasillos de caserones góticos a las afueras de alguna ciudad industrial. Empieza uno y no para. La lista de films que obedecen a este reclamo llena una enciclopedia.

El último escalón ( abominable traducción de Stir of echoes, Revuelo de ecos ) acude a material bien conocido por el aficionado al género, pero respetuosamente, sin estrujar los tópicos hasta la misma parodia. La fotografía de Fred Murphy da un tono ocre, oxidado, muy coherente para articular la locura a la que Tom ( espléndido Kevin Bacon ) cree despeñarse tras dejarse hacer en una sesión de hipnosis, a la sazón causante de sus terroríficas visiones.

Hay susto: miedo bien filmado, sin caer en músicas acuchillantes que rasgan el velo silencioso del aire. El propio espectro de la adolescente que reclama, desde el limbo, justicia, aunque ahora la Iglesia ande redefiniendo toda esa morralla de vocablos con la que ha sometido la voluntad de su fascinada feligresía durante dos milenios, fue elegido en un riguroso casting ya que buscaban una chica que andara muy lentamente o supiera andar muy lentamente con armonía sin que nunca pareciese que estuviese quieta. Eso o grabarla a seis fotogramas por segundo pareciendo, en palabras del propio director, " que la actriz daba saltitos igual que una rana".

El suspense es gradual: el asesinato que subyace en las visiones de Tom va asentándose en la trama con morosa lentitud.

Una película más que interesante, muy por encima de la media de cintas con argumentos cosidos a éste.

Todo está escrito, todo está publicado: el espectador ha dejado ya de buscar novedades en el cine que ve. Prefiere que le vendan historias que ya conoce, pero que se las ingenien para que parezcan, qué locura, nuevas. Sólo por eso, esta revuelo de voces, este eco de muertos, es una película estupenda.

1 comentario:

nonasushi dijo...

Esta peli es buena. A mi me gusto y me sorprendió. La mala suerte que se rodó al mismo tiempo que EL sexto sentido. Y eso hizo que se estrenara mas tarde, para que no dijeran que habían sido copias...en fin.

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...