La fotografía ofrece un fragmento de la realidad. Todas lo hacen. Alrededor de la foto, allá donde no hay campo barrido por el objetivo, es donde probablemente podamos encontrar las razones que justifican lo que la cámara ha registrado. La mujer que resiste el ataque de los soldados israelíes es una heroína romántica, uno de esos protagonistas que la Historia adopta para sus páginas y con el que de una u otra forma ejemplifica el carácter numantino del espíritu humano. Su tozuded, su coraje, su encono a prueba de oficiales con casco, porras y metralletas. Fuera de su contexto, la toma puede concitar cierta hilaridad. Una de esas imágenes que van archivado en power point por los correos electrónicos del mundo y que nos intercambiamos de modo que, en ocasiones, participamos de la paradoja de ser quienes las envían y recibirlas, tiempo después, como si fuesen una novedad. La red es infinita, pero sus extremos se tocan. No hay nada que tomarse a chacota porque después del flash es posible que acaeciese una tragedia. Una pequeña. Una sin excesiva importancia en el monto anónimo de bajas en las contiendas que el mundo consiente sobre su fértil tierra. Hay muchas guerras en el mundo. Puntos calientes en geografías que no conocemos salvo cuando la barbarie las asola y son portada de los telediarios. Lugares que nunca oiríamos si progresaran en paz y vivieran en armonía los unos con los otros. El ser humano se sienta y observa los males que le circundan: no parecen que vayan a cercarle. Cualquier día somos nosotros quienes estamos ofreciendo resistencia, como la titánica mujer de la foto, a un ejército de enemigos. No estamos seguros. La foto obtuvo un premio ( se lee en la leyenda ). Ésa es otra de las formas en que la miseria se convierte en mercancía, en objeto sujeto a ser exhibido, canjeado o manipulado por quienes, afuera, en un necesario exterior, contemplan la atrocidad como espectadores. Unos observamos; otros, son observados. En esas dos categorías se divide la población. Ahora estamos en un lado. Mañana, en el otro. ¿ Alguna objeción ?
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3 comentarios:
Yo ninguna objeción. No tengo edad para haber vivido los traumas de mis padres, pero he visto ya algunas cosas. Ahora estamos bien a un lado, pero pronto estamos como la mujer de la foto, en el otro lado, empujando porque se nos cuelan dentro.
Ninguna. No hemos aprendido nada. Todos estos años y seguimos casi como al principio. Nos rige la burocracia, pero nos gobierna la burrocracia. Mal expresado, pero entendible.
Vaya foto.
A mí que me parece que puede ser un montaje aunque ponga que tiene un premio en World press y todo eso. Es que es demasiado perfecta.
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