Dee Dee Bridgewater nació en el Delta del Mississippi. Mali, en el corazón de África, le recordó su tierra. Es embajadora de la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación. Un viaje le abrió los ojos y le mostró el verdadero corazón del jazz y de la cultura que ha mamado desde que nació. Red Earth es una incursión noble y honesta en el folclor de esa tierra sin que tengamos, en ningún momento, que quien lo perpetra es una diva del jazz, que ha cantando en discos de Sonny Rollins, Dizzy Gillespie o Dexter Gordon y fue alumna favorita de Ella Fitzgerald. Quien la conoce sabe que no se planta en los patrones comerciales del jazz sino que explora todas las músicas posibles porque todo puede ser tamizado, reconstruido o desmigajado en jazz o en blues o en flamenco. Ha dedicado un disco a Horace Silver y rindió tributo a Kurt Weill. No quiere decir que no haya texturas jazzísticas o mantas sonoras de blues antiguo en este asombroso disco. Hay detalles andaluces ( algunas guitarras españolas que parecen que van a atacar al gún palo flamenco ) y un deslumbrante equipaje de sonidos extraidos del desierto rojo de Mali. Toumani Diabté, Oumou Sangaré, Ramata Diakité, Baba Sissoko o Kassé Mady Diabté son músicos de Mali que se conjuran para que la música de sus ancestros no se encierre en las pobres fronteras de su país. Mali es uno de los países más pobres del mundo. Musicalmente, uno de los más ricos. Ali Farka Toure, el bluesman africano por excelencia, el hombre que hizo el milagro de lanzar un puente entre las polvorientas calles de su Tombuctú a los clubs de jazz de Harlem o New Orleans murió el año pasado y no pudo contribuir a este mágico proyecto.La kora (un arpa africana de 21 cuerdas) planea por todo el disco tocada por su intérprete más universal, Toumani Diabté. Red Earth está grabado en Mali y en París, en donde reside. Es un disco que hace creer en el jazz, en su poder de rejuvenicimiento, de continua evaluación de sus códigos. Los ritmos hipnóticos, las cadencias arábigas y el blues clásico ( hay que escuchar la canción que le da título: parece que el propio John Lee Hooker anduviese en el estudio, mirando con desgana a esta negra americana que ha regresado a su patria espiritual ).
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6 comentarios:
Te devuelvo la visita y paso a saludarte. No sé si podré leer todo lo que escribes... porque es mucho! Al ritmo al que actualizas...
Pero más vale que sobre que no que falte.
Lo dicho, un saludo y hasta la próxima.
Tengo tiempo estos días: ya llegarán las vacas flacas, el agobio, el stress y todo eso. Entonces chaparemos el blog.
Tengo tiempo estos días: ya llegarán las vacas flacas, el agobio, el stress y todo eso. Entonces chaparemos el blog.
Espléndido, espléndido disco. Huele a tierra africana. Y la señora Bridgwater, con casi sesenta años, tiene una voz torrencial, absolutamente inspirada. No hay mejor disco para conocer qué es África para quien no tenga ni idea de lo que es el folclor de ese contienente. Recomendado muy enfáticamente como toda la discografía de esta dama del jazz, este monumento de mujer.
Todo son alabanzas y elogios. Únicamente hay que escuchar la pieza Four women, originalmente cantada por Nina simone, ahí se nota todo lo que escribo.
Cómprenlo, por favor, aquellos queines lean esto. Y no estará en los top-manta, seguro. Compren. Gasten unos cuartos´en esta perfección. Sí, ya, algunos dirán que se lo bajaaaan.... Pues bueno. Pero cuiden la sonoridad, la calidad. Este discazo merece una restitución sonora magnífica. Está grabado con mimo y suena divinamente.
Adiós, Emilio Calvo de Mora.
Estoy desprecintando el disco. He leído esta reseña y ya voy conenctando el equipo. Veremos. Tengo un disco de Dee Dee en directo en parís, estupendo. Nada más tengo. Lo que pasa es que se ha juntado el jazz que me gusta y la música africana, de la que soy un humilde fan. Ya escribiré contando qué tal, pero me imajino que bien o que muy bien.
Adiós.
El disco del año. Impresionante. Una experiencia por encima de la música. Mística en el pentagrama. Joder.
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