El azar no me obsequió con la fe. Tampoco los años de escuela o las lecturas de algunos libros me depararon esa providencia. No tuve amigos convenientemente iluminados por la religiosidad así que deambulé mi adolescencia entre cromos de Peter Parker ( primero) y botellínes de Mahou ( después) hasta que la Universidad, que es un campo abonado para la disidencia, obró el prodigio y descubrí el placer de no poseer ninguna espiritualidad definida. Digamos que anduve en la zozobra moral de no querer Dios ni desear refugio para mi alma perdida. Todavía la tengo en abandono: la cubro de buenos deseos, veo películas de Frank Capra y me dejo contaminar por la literatura de Borges o de Cortázar, que no tuvieron especiales adherencias en lo cristiano y prefirieron fatigar su ingenio en lo fantástico, en el formidable limbo de la palabra. Nunca me entusiasmaron las militancias ciegas y concibo la vida como un continuo desacato a la muerte, que es el abrupto cese de toda actividad mental.
Nada me ha dicho nunca Dios. A George Bush, sí. Suerte la suya que tenga en su ocio contertulios de tan alta nombradía. El presidente de los Estados Unidos aseguró frente a los fiables medios de comunicación que decidió la invasión de Afganistán e Irak después de oir la palabra de Dios en su oído. Lo recoge la BBC en un documental sobre Oriente Medio de reciente difusión. Parece que hizo esta confesión urbi et orbi en junio de 2.003 en el balneario turístico de Sharm el Sheij, en la península egipcia del Sinaí, durante un encuentro informal con el entonces primer ministro palestino, hoy presidente, Mahmud Abas. Las bajas del conflicto no lo hubieran sido si Dios no hubiese hablado y hubiese decidido confesar sus cuitas a personaje menos relevante, qué sé yo, un simple funcionario de Hacienda o un craso maestro de escuela de pueblo, como yo, que no soy Bush hijo ni entra en mis planes crear ninguna asociación de víctimas de Bush hijo ni parecida cosa.
"George, ve y lucha contra esos terroristas". "George, ve y acaba con esa tiranía en Irak". Esto fue lo que Bush hijo oyó en su cerebro de boca de Dios.
La primera conclusión a la que accede mi raciocinio es que Dios habla inglés. Porque Bush no domina ningún otro idioma. La segunda es que la noticia es falsa. No veo yo ningún beneficio en el juego estratégico de la geopolítica o como se llame ( sé que un nombre complicadísimo tiene ) que Bush salga con estos exabruptos. La Casa Blanca, que tiene un departamento dedicado a desmentir bulos y a corregir los dislates de su máximo jerifalte, no quiso hacer comentarios "por considerarlo una conversación privada". Hasta la BBC, difusora del documental, se avino a recoger en su propia web un desmentido.
"Nunca hizo esos comentarios", manifestó Scott McClehllan, el portavoz gubernamental.
Caso de que youtube, el portal de video de la red, albergase esa información, ya habría borrado el archivo. Es fácil borrar archivos, pero no es posible eliminar de la opinión de la gente racional, de la gente a la que Dios no le chiva su cometido en la vida al oído, la idea de que George Bush Jr. probablemente crea que una Voz le habla en sueños o en la vigilia y le ordena condenar a un país entero o salvar a otro.
¿ Qué hubiese pasado si George Bush Jr. no albergase en su alma fe alguna o si careciese de la poca vergüenza ética como para hacer depender de Dios la Historia del Hombre ?
A los Estados Unidos de América le sucede lo que a los nuevos ricos. Como nunca han manejado dinero, suelen despilfarrarlo o gastarlo sin mesura para compensar todos los años de carestía y de hambrunas que han padecido. EEUU es un país nuevo y necesita alimentar las páginas de Historia que no tuvo en la Edad Media o en el siglo XVI.
"In God we trust" es la leyenda del dinero americano. La aprobó Eisenhower y ahora circula en cualquier pequeña transacción financiera realizada en el más minúsculo y abandonado poblado del país. O del ampuloso y americanizado mundo.
Yo no confío en Dios. No he tenido oportunidad de comprobar su bondad y su eficacia en la gestión de las miserias humanas. He visto con demasiado frecuencia cómo en su nombre se han levantado barricadas y se han destruído paises enteros. Es, en más resumidas cuentas, algo que no necesito. Al menos ahora. Bob Dylan vio la luz a los cincuenta. Y sigue. No me tengo yo por más inteligente que Dylan ni por más consecuente con mis principios. Tengo éstos, como decía Groucho Marx, pero si no le gustan, tengo otros....
5.6.07
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2 comentarios:
Es usted un descreido y encima lo proclama a los cuatro vientos. En estos tiempos hay que tener valor para eso. ¿ Son buenos tiempos, Emilio ?
¿ Para la fe, para la cultura, para el amor '
Muy bueno. A mí tampoco me obsequió. Lo uso esta tarde con los amigos. Gracias por la frase.
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