23.4.07

Cuba: Puccini en el malecón

( Dan Heller)




La mezzosoprano Fidela Rocabruna bebe agua de Seltz en los entreactos: la bebe a morro de un garrafón enorme, la bebe con ímpetu wagneriano, la bebe sin decoro como si un coro de cien eunucos le atronaran en la oreja un aria de Verdi. La mezzosoprano Fidela Rocabruna casó joven y estilizada, cincuenta kilos y un par de buenas tetas, pero pronto entró triunfalmente en mullidas carnes, ensanchó el antaño glamuroso pecho y recibió alagos de la prensa del ramo, que dijo que un tórax henchido imposta con más oficio la voz y timbra mejor los graves. Una guerra le robó el marido y los tours la obsequiaron con una bochinche de fieles que la siguen al Japón o la República Dominicana. La mezzosoprano Fidela Rocabruna no fuma, nunca fuma, jamás fuma. O fuma en muy exepcionales ocasiones: en las embajadas que España ha repartido por el mundo, en los teatros de cien capitales del mundo y en los servicios de caballeros de embajadas y teatros. El ansia carnal de la mezzosoprano Fidela Rocabruna la mitigan ocasionales amantes que luego se esmeran en contar en los entreactos cómo la diva, en el cénit, en el climax del acto lúbrico, se va en arpegios y suelta por su boca extractos brevísimos de Carmen o de Rigoletto. La mezzosoprano Fidela Rocabruna ha firmado un contrato fastuoso para llevar la obra de Puccini, ahora que se cumple algún aniversario, por los confines del globo. Se ha comprometido en hacer una gira por La Habana, engolosinar con su canto lírico a los mozos más sensibles que paseen su soledad por el malecón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sara Montiel?
marujita diaz ?
corazón!!!!!!!!!

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