17.4.07

TRISTAM SHANDY, A COCK AND BULL STORY: Desmadre, irreverencia, colocón.


Ligeramente escorada a la forma en que Peter Greenaway entiende el cine, Tristam Shandy ( A cock and bull story ) no salpimenta su osadía formal con absurdos continuos, con regresiones de la lógica e insólitos tirabuzones narrativos. El film se busca en otros y regresa, ufano, a su inconveniencia dramática, a cierto espacio culturalista entre lo satírico y lo plácidamente jocoso, entre la irreverencia bien urdida y la despreocupación por contentar y hacer un producto redondo.
Michael Winterbottom acude un clásico de la novelística inglesa con fama de ser prácticamente intraducible al lenguaje cinematográfico ( La vida y opiniones del caballero Tristam Shandy, de Laurence Sterne ), pero no uno avenible al patrón sumario de la ortodoxia sino a una decantación ágil y viperina del espíritu enciclopédico, reconduciendo la historia original hacia una fragmentación impuesta, embebecida de cine, moderna, metalingüística, donde el desorden festivo y, sobre todo, una confesable celebración del lenguaje, ya que trama sustentable y arquetípica casi no existe.
Aburrida en su inicio, cuando se nos plantea la grabación de la película que sirve de leivmotiv del film al que nosotros asistimos, despierta cuando Winterbottom tropieza alegremente con los entresijos, con la bambalina pura de los actores que hacen de actores. Y aquí el film asombra, que no quiere decir que dentro del asombro atisbemos calidad o gozo. Este capricho de cineasta joven y ya curtido en algunos sobresalientes batallas ( Wonderland, Código 46, 24 hour party people, Camino a Guantánamo o Nueve canciones ) funciona mejor como postre liviano y goloso, como divertimento menor, que como primer plato porque se degusta con burlona autocomplacencia, a sabiendas de la dificultad del empeño y dando consentidos guiños a la naturaleza inofensiva del producto.
Los legítimos deseos de mezclar drama clásico y discurso metadiscursivo, déjeme el lector acuñar este excesivo reclamo semántico, producen humor ( lo hay, querido lector, lo hay a raudales, aunque no siempre hilarante y desternillante )y hasta crítica dentro de la película hacia la propia película ( Escena primera hilada con la última ).
Lástima que no sea entendida siempre y que algunos espectadores, entre los que no deseo incluirme, la ninguneen por causa de su aparente ( quizá cierto ) caos. Yo, que no conozco en absoluto el texto original, he disfrutado con su primera adaptación a la pantalla.
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