18.4.07

Méntula alada

El libertino Isaac Montenegro sedujo a tantas mozas y mozos que su miembro, con fama de enorme como regia fusta, se le descolgó una noche de su base y, rebotando muslo abajo, terminó en el suelo, junto a las zapatillas de paño con borlas y el gran escudo familiar, ése con un león rampante acometiendo el derribo, a fuerza de zarpazos, de las almenas de una fortaleza. Como quiera que el sueño en Isaac Montenegro era de naturaleza pesada, no se despertó con el estrago y el caño de sangre que manaba del tajo abierto le envió a otro sueño todavía más intenso y, a la postre, trágico. Fue la doncella Casandra Buenaventura quien, al llevarle, como cada mañana, el desayuno a la cama, vio aquella cosa sanguinolenta en el suelo y una mancha roja, que rivalizaba con el estampado carmesí de la alfombra. El párroco de la villa, gran amigo de la familia, había hecho la solemne predicción de que el señor Montenegro fenecería por mor de sus muchos pecados, pero ni él mismo ( hasta que vio su cadáver ) tuvo exacta conciencia de la verdad de sus vaticinios.
Dios, que condena la concupiscencia, habría borrado de un solo gesto castigador el instrumento de la infamia, la méntula monstruosa. Cuestión aparte, y Dios no se involucra en minucias, es que tras el miembro cercenado manase un caudal insoportable de sangre por el que, en torrente, fluya, en fuga, la vida. El miembro libertino de Isaac Montenegro fue recogido por Ignacio Buendía de modo que, tratándolo como lo hizo, con mimo y maneras, lo recuperó si no para el fornicio y el estipendio carnal, sí para la exhibición y la admiración pública. La taxidermia consigue éstos y otros prodigios, solía comentar a quienes le felicitaban por su trabajo. El miembro puede todavía observarse en un cajita no mayor que un brazo y finamente revestida de un repujado costoso y muy agradable al tacto y a la vista. Circula el rumor de que hay noches en las que la méntula huye de su cautiverio y, sin concurso de otro organismo, recorre, como espectro alado, las calles y, de rondón, preña mozas y mancillas honores de efebos de muy probada candidez, pues sabido es que no atendía el señor Montenegro a examinar si era varón o era hembra el destino final de sus fiebres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

comprensas con alas y pollas voladoras.... ¿ es eso, no ?

Diana Greño dijo...

parece sacado de cien años de soledad

quedó una fantástica biografía pornosurreal

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...