1.4.07

DESCUBRIENDO A LOS ROBINSONS : Disney en horas bajas




Walt Disney necesita reverdecer su prestigio, perdido ( en parte ) por los méritos de Pixar ( John Lasseter a la cabeza ) y la factoría Dreamworks ( con Steven Spielberg a los mandos ). No va a ser ésta la cinta que regurgite la fama fugada, pero da un rato entretenido ( de eso se trata ) y contentará a quienes asisten al cine para disfrutar con hora y media de evasión honesta. Descubriendo a los Robinsons viene a ser un manual de autoayuda camuflado de largometraje de animación. Como si Paulo Coelho ( ese malabarista de los solucionarios sentimentales, ese gurú impostado que vende como galletas de coco sus prontuarios para necesitados ) hubiese metido el dedo en el guión y aportase su muy particular visión de la sentimentalidad humana.

Gusta ( y mucho ) por partes : está muy lograda y se ve con golosa delectación en un primer momento, cuando se plantea el nudo de la trama, esto es, el niño huérfano que quiere una familia y termina en el futuro descubriendo a los Robinsons, una familia excéntrica, convulsa, sobrevitaminada de esteroides esterales o, si se quiere, sencillamente escrito, loca de atar. La película se ve sin desagrado, no cansa, produce ( todo sea dicho ) cierta sensación de deja vu, como si todo ya lo hubiésemos visto en otras películas de adultos, pero aquí la Disney pone su visión correcta de la familia, que es la que siempre le ha dado los cuartos, y produce un film correcto, sin más, que no pasará a la historia de la firma y tampoco a la memoria del espectador. Niños incluídos. Además, finiquitando, se enrevesa todo mucho, se espesa. El tiempo, juez severo, la colocará en su lugar, en su anaquel de productos de alquiler fácil de videoclub de barrio en esas tardes empalagosas de calor que ya van principiando el verano.


( También tuvimos ración de espanto y fuga cuando unos desaprensivos, dejemos ahí el adjetivo, prendieron fuego a un lateral del cine y tuvimos que salir, faltando sólo los créditos finales, del local a la carrera, como quien dice. Mis hijos ( espectadores atónitos de la gamberrada ) recordarán que hay películas buenas, mediocres y malas, pero que ninguna merece la combustión cual Fahrenheit 451 fílmico )

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