30.4.07

28.4.07

Poema: Amor de tarde por Mario Benedetti



Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las cuatro

y acabo la planilla y pienso diez minutos

y estiro las piernas como todas las tardes

y hago así con los hombros para aflojar la espalda

y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las cinco

y soy una manija que calcula intereses

o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas

o un oído que escucha como ladra el teléfono

o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo

cuando miro el reloj y son las seis.

Podrías acercarte de sorpresay decirme

"¿Qué tal?" y quedaríamos

yo con la mancha roja de tus labios

tú con el tizne azul de mi carbónico

Bolero de Ravel por Stringfever





El famoso bolero de Ravel en una gangbang lírica.

La historia de la música en 5 minutos por Stringfever



Inventario de referencias, es decir, la historia de la música en 5 gloriosos minutos:

00:00 Traditional - Greensleeves
00:20 Handel - Messiah - Hallelujah chorus
00:25 Mozart - Eine Kleine Nachtmusik
00:31 Beethoven - Symphony No. 9 - "Ode to Joy"
00:42 Rossini - William Tell Overture
00:48 Puccini - Turandot - Nessun Dorma
01:05 Bach - Prelude in C Major
01:15 Beethoven - Symphony No. 5
01:23 Strauss - Also Sprach Zarathustra
01:35 Offenbach - Orpheus in the Underworld (Can-Can)
01:40 Bizet - Carmen - Torreador Song
01:46 Brahms - Hungarian Dance #5 (in F#m)
01:51 Tchaikovsky - Nutcracker Suite - Dance of the Sugar Plum Fairies
01:59 Grieg - Peer Gynt Suite - In the Hall of the Mountain King
02:05 Rimsky-Korsakov - Flight of the Bumblebee (underneath Peer Gynt Suite)
02:10 Monty Norman - The James Bond Theme
02:15 Grieg - Peer Gynt Suite - In the Hall of the Mountain King (reprise)
02:22 Scott Joplin - The Entertainer
02:28 Brown / Freed - Singin' In The Rain
02:35 Rogers & Hammerstein - Sound of Music - Do Re Mi
02:46 Irving Berlin - Annie Get Your Gun - There's No Business Like Show Business
02:54 ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ??? ???
02:58 George Gershwin - Porgy & Bess - Summertime
03:10 Glen Miller - In The Mood
03:22 Kander / Ebb - New York, New York
03:28 Elvis Presley - Hound Dog
03:41 Roy Orbison - Pretty Woman
03:58 McCartney / Lennon - Yesterday
04:08 James Brown - I Feel Good
04:10 The Bee Gees - Stayin' Alive
04:19 ??? falling scale
04:22 Abba - Money, Money, Money
04:33 Queen - Another One Bites The Dust
04:42 Eric Clapton - Layla
04:48 Michael Jackson - Billy Jean
04:55 Deep Purple - Smoke On The Water
05:02 John Williams - Theme from Jaws
05:08 Bernard Herrmann – Knife Scene from Hitchcock's Psycho
05:18 Wagner - Ride of the Valkyries (poss. Apocalypse Now reference?)
05:21 Jerrold Immel - Theme to Dallas
05:24 Thomas Augustine Arne - Rule Brittania
05:26 Traditional - Sailor's Hornpipe
05:27 Traditional - Shave And A Haircut (poss. Warner Bros cartoons reference? Looney Tunes?)
05:29 Wagner - Lohengrin - Wedding Chorus

27.4.07

EL HOMBRE QUE SE QUISO MATAR : Primeras crónicas del hambre




La ferrea censura de la dictadura franquista, recién erigida como timón de la moralidad patria, no vio el enorme daño que esta película podía hacerle: se le escurrió su blasfema y liberal propuesta. Eso de que un ciudadano, uno muy precariamente abastecido de esperanzas en el mundo laboral y defenestrado por una novia firmemente convencida de la mediocridad del porvenir, decida suicidarse y proclame su adiós a este mundo, no casaba con la cristiana idea de soportar las penurias de este mundo a la espera de abrazar las bondades del otro, es decir, la teoría cósmico-redentora de la Iglesia Católica. Y menos todavía que el suicida, en plena posesión de sus facultades mentales, se dedique durante la entretenidísima hora y muy poco de metraje a pontificar la felicidad de su estado de ánimo y ningunear la aburrida, insulsa y decadente vida de quienes, ahogados por la miseria, amarrados a un matrimonio infeliz o esclavizados por un trabajo que nada les reporta y mal remunerado, subsisten sin otro beneficio que dejarse vivir melancólica y tal vez insensiblemente.
Wenceslao Fernández Florez, el genial escritor gallego, recrea el arquetipo del pícaro de nuestro Siglo de Oro, del tahúr enamorado de su manga, pero lo recompone y transforma en un pícaro-filósofo, lenguaraz y viperino, sentencioso y cuerdo hasta la licenciatura, que evidencia la tristeza enorme del mundo en el que le ha tocado suicidarse, uno lo suficientemente rico, discursivamente hablando, como para soportar sin fractura aparente el peso del argumento: no hay escena en la que no salga, no hay giro de la trama que no esté bien apuntalado a la luz de evolución psicológica del personaje.
Antológica, la escena en la que Federico Solá decide hacer pública su drástica decisión y en lugar de hablar de cemento armado, su especialidad profesional, usa la tribuna desde la que ha sido llamado a conferenciar para incomodar a la asombrada feligresía con un catecismo de verdades como puños hasta que, al final, pomposo, anuncia la audacia de su empresa.
Vertiginosa en sus diálogos, El hombre que se quiso matar es cine adulto, cine por encima de una producción cinematográfica enquistada en los rigores de una posguerra necesariamente pobre y donde el régimen había concebido la estrategia de entretener al pueblo con la ligereza folclórica de los sainetes, el almibarado retrato de las bondades de lo sencillo y, sobre todo, la escasa exigencia artística a una industria ( la del cine ) usada para entretener a vencedores y a vencidos, y unirlos, aunque sea en la oscuridad golosa del cine.
"La vida es completamente estúpida. El mundo carece de razón y de sentido. Esta Tierra en la que vivimos es una gigantesca mentira. Una bola inmensa de más de un millón de kilómetros cúbicos. Sin embargo, ¿por qué seguimos aquí? ¿Por qué nos resistimos imbécilmente a abandonar esta vida imbécil? Unos porque tienen dinero que les proporciona placeres. Otros porque tienen amor que les proporciona una lírica exaltación.Otros porque detentan el poder, y eso satisface su vanidad. Y todos, en general, por miedo al angustioso trance de morir sin caer en la cuenta de que están inexorablemente condenados a muerte, y no logran convencerse de la sabiduría popular que encierra el dicho de los malos tragos pasarlos pronto. Yo carezco de todas esas cosas que atan a la vida. No tengo dinero, nadie me quiere, el poder es algo inasequible para mí. En cuanto al miedo, lo he superado. Por eso he decidido matarme. Puedo afirmarlo públicamente porque estoy seguro de que lo voy a hacer. Incluso he efectuado algunos ensayos, no demasiado afortunados, debo reconocerlo. Me preguntaréis que por qué lo anuncio. Pues por lo mismo que se anuncia la boda de cualquier pareja de imbéciles. O el nacimiento de un niño meorro. O la marcha de veraneo a Benidorm de una familia agobiante. Por otra parte, desde que he tomado esta decisión irrevocable se han venido a tierra los palos del sombrajo del convencionalismo y noto que por primera vez en mi vida puedo disponer verdaderamente de mi voluntad y hacer lo que me dé la gana. Un lujo que ninguno de vosotros, ni siquiera el señor Argüelles, ha podido permitirse nunca. También me preguntaréis por qué demoro mi propósito y no lo cumplo inmediatamente. Tengo una razón. El próximo viernes se celebra en televisión la final de Las diez de últimas. Uno de los concursantes es mi anciano profesor de Latín, don Silvestre Menéndez, sobre el tema El imperio Romano. Y quiero ver si gana un millón el pobrecito, que a sus 98 años ya sería hora de queganara algo. Es un capricho sentimental, y ahora estoy dispuesto a darme todos los caprichos. Por eso no quiero privarme de deciros lo ridículo que os encuentro. Si lograra expresarlo plenamente, enfermaríais de risa. En fin, no tengo más que decir. Y si lo tengo, no me da la gana decirlo. Gentes que me escucháis. Este hombre joven y completamente sano que está ante vosotros va a morir por su propia voluntad dentro de cuatro días y medio. Dentro de cuarenta, o de 400, o de cuatro mil, o aunque sean algunos más, vosotros moriréis también pero a regañadientes. Entre tanto, podéis iros todos a hacer puñetas."

( Federico Solá )

Joe Cocker : You are so beautiful : Live at Montreux 1987



You are so beautiful to me
You are so beautiful to me
Can't you see
You're everything I hoped for
You're everything I need
You are so beautiful to me

Such joy and happiness you bring
Such joy and happiness you bring
Like a dream
A guiding light that shines in the night
Heavens gift to me
You are so beautiful to me


La evidencia de que se puede cantar como un grillo pisoteado y emocionar como un ángel en estado de gracia.

Todo el mundo puede equivocarse


"Todo el mundo puede equivocarse. Por eso los lápices vienen con una goma en un extremo."

-Lenny (Los Simpsons)

26.4.07

Cuéntame


"Mi gusto por lo narrativo me permite, por ejemplo, tener un grato comercio con los imbéciles: cuando debo tratar con alguien cuyas ideas detesto o cuyas opiniones sólo merecen desdén, procuro llevarlo al terreno de la narración y hacerle contar algo. Incluso lo seres más ínfimos ocultan una odisea lamentable o atroz. Personas a las que no soportaría bajo ningún otro aspecto, llegan a entretenerme y - quién sabe - a interesarme como narradores. En cambio, no faltan amigos a quienes adoro pero cuyo trato se me hace pronto insufrible por su incapacidad de contar nada y su manía de atrincharse en lo abstracto o en lo doctrinal. Uno quisiera decir al visitante inoportuno: "cuente su historia y lárguese", pero este proceder, caso de generalizarse, simplificaría quizá indeseablemente las relaciones humanas"


Epílogo a La infancia recuperada, Fernando Savater

25.4.07

Aquí todos flotamos


A mi amigo Antonio Sánchez Huertas

En mi amigo Antonio
abrevan
provincianas, elementales bestias,
alucinados ángeles de su verbo claro.

Siendo como es
dios de su gongorina prosa,
abruma, en ocasiones,
con su parlamento,
y remotos pájaros
le vienen en bandadas,
improvisados y únicos,
y con ellos departe
sobre demiurgos y tanques.

Complacido de su secreta causa
y ufano de itinerarios y laberintos,
mi amigo Antonio
celebra el tiempo acodado en una barra de bar,
minucioso y sencillo, feliz y glorioso.

Se deja así
vivir
ordenando el tráfago del día
en cervezas,
en periódicos,
en un hijo bonito
que le trajo el Atlántico,
en esposa
cómplice en vuelos.

Este poema nos ocupará, bien lo sé,
largas conversaciones en Espuma's,
que ya no existe.
( Sin fecha escrita, recuperado del limbo de los papeles olvidados: contiene una corrección )

Todos los grillos creen en Dios

En el año de gracia de 1.688 y en la muy noble y venerable ciudad de Toledo nace Vicente Jesús Sotomayor y Villamediana. Educado en la fe, procuraba no pisar el abundante número de grillos derramados como plaga en el patio de su casa. Los grillos eran criaturas del Señor y no existía motivo para contradecir el prodigio de sus actos. A fuerza de esquivarlos, el niño Vicente Jesús tomó como hábito involuntario andar con una muy ligera inclinación del torso, en particular, que le permitía dar saltitos alrededor de los insectos y desplazarse a conveniencia sin que el trayecto contrajese la muerte de ninguno de ellos. El párroco, Don Ramiro Céspedes, le conminó a que andase sin esos torcimientos que le hacían parecer lo que no era y despertaban entre las malas lenguas del pueblo argumentos para rumores y razones para insultos. Trajo entonces Vicente Jesús la causa de su proceder y la creencia de que Dios le observaba sin reprobar ninguno de sus actos.
El párroco, campechano en sus consejos, viejo y conocedor de los vericuetos del alma humana, vino a decirle que Dios no reparaba en minucias y que pisar un grillo o una manta de grillos no ofendía a su Obra ni escandalizaba a su Divinidad. Que todos somos hijos de Dios, pero que su amor no ha sido repartido proporcionadamente y hay hombres y hay conejos y grillos y hasta moscas que no tienen el mismo escalafón en la mirada atenta del Padre. Añadió que podía, en adelante, matar cuantos grillos le viniesen en gana sin que ese proceder homicida no era pecado ni parecida cosa y que insistir en tan piadosa conducta hacia la caterva de grillos de su patio devastaría quizá ya para siempre su espalda y terminaría jorobado o arrumbado en una silla sin moverse por mor de ese inquietante vicio.
Al día siguiente el patio de la casa del niño Vicente Jesús Sotomayor y Villamediana era un batiburrillo informe de alas y caparazones negros, de cabezas perversamente machacadas y de ojos negros escorados hacia el imposible limbo de los grillos muertos.
Como no todas las acciones que hacemos convencen por igual a todo el mundo, Vicente Jesús descubrió que aquella matanza novicia no era del agrado de su madre. No por la caridad cristiana, que no faltaba, sino porque a la postre, cometida la fechoría, desarmado el ejército infame de bichos, el patio quedaba hecho un desastre, espectáculo baboso de cuerpecillos crujiendo en el silencio blanco de la noche. Así que Vicente Jesús, hijo obediente y recto, regresó a su excéntrico paso y volvió a ser el Mesías de aquella algarabía de criaturas.
El párroco, al tanto de la renovación de tan fea costumbre, le reprendió severamente. Durante un tiempo, anduvo en el frágil e incómodo lugar de no tener opinión propia así que su ingenio obró el milagro de dar con una solución que contentase a ambos. Quizá también al Señor, que todo lo ve y todo termina expuesto a su criterio. Grillo que matase, grillo que recogiese del suelo y guardase en un vasija ancha de barro que haría las veces de túmulo cóncavo de grillos inevitablemente sacrificados. Una vez que la vasija estuviese llena la arrojaría a la ancha tierra de Castilla. Como si de un enterramiento protocolario se tratase.
Este episodio juvenil, baladí y tal vez frívolo en el fondo, marcó indeleblemente el alma sensible de Vicente Jesús y treinta y poco años después, en las selvas del traidor Amazonas, siendo Capitán de un regimiento de Artilleros de su Majestad el Rey, acabaría recordando los grillos del patio mientras se entregaba, varonil y heroico, a esquivar, con desigual fortuna, con saltitos torpes, los cuerpos ensangrentados, devastados por la pólvora, de la población indígena que alfombraba, como grillos, la tierra glauca de la selva.
Y el Señor, nuestro dios, en su Gracia Infinita, le habló al capitán Sotomayor en sueños, pues así en ocasiones se manifiesta según tenía entendido. Indio que matase, indio que arrumbara en un carro y arrojase después a la ancha Amazonia, luego de bendecir su alma impía, en algún remanso del río, a la sombra, a salvo ( mayormente ) de las inclemencias y los rigores de los dioses astros.

VARGAS BLUES BAND : Lost & Found


Javier Vargas acrisola tendencias del blues del siglo XXI: su paleta de estilos no abandona nunca los acordes básicos del género, pero hace un mestizaje inteligente, desatiende la ortodoxia y factura discos arriesgados, sinceros. Aunque aquí este héroe de la guitarra nacional ha abandonado su vocación científica por el blues y sus aledaños ( su country de Nashville todavía es patente y su enamoramiento del flamenco le ha ocupado varios discos ) para grabar un disco sumamente correcto, que encantará a quien no tenía noticia de otros álbumes de este joven maestro de la guitarra eléctrica y dejará indiferente a quienes hemos ido escuchando cada una de sus entregas y conocemos de su exquisito gusto para acercar el blues a España. Stateboro's blues, The thrill is gone o Layla, standards ya incuestionables del legado del rock y del blues americano, aparecen aquí sin que ninguna de esas versiones ( en directo o estudio ) aporten nada nuevo. Hasta Devon Allman, superviviente de la mítica banda sureña, da su punteo de rigor. A pesar de todo, con subidas y bajadas después de casi veinte años en la carretera, la banda de Javier Vargas merece elogios por capitanear una aventura en el panorama musical español sin parangón. Bandas de esta guisa hay muchas ( Caledonia Blues Band, que vi en Córdoba en los primeros 90, pongo por caso ), pero ninguna con el caché de este mestizo del rock, mercenario del blues, predicador de esta música del diablo.

24.4.07

9 SONGS : Polvo de estrellas en la Antártida



No hay nada nuevo bajo el sol o en la butaca de un cine: 9 songs ya la hemos visto. No aporta novedades: usa el ancho y ampuloso bagaje de referencias de la historia del cine y formula un hipotético escándalo mediático que amaina en cuanto uno sopesa verdaderamente el grado de provocación de su propuesta. Ninguno.
Winterbottom es rupturista hasta donde deja de serlo para ser rutinario, reformador de un discurso ya existente que tuvo su primoroso cénit a finales de los sesenta y en los primeros setenta: flower power, hippies, riffs de guitarras y subidones de LSD para sincronizar el cuerpo con el espíritu libre del cosmos. Místicas de cuatro minutos con Jimi Hendrix, Jim Morrison o Janis Joplin como sacerdotes de la liturgia.
9 songs es sexo, drogas y rock and roll. Falta Ian Dury. Por lo demás, aquí hay una apología tozuda de la piel como casi único vehículo de comunicación entre una pareja. El discurso underground, indie o como se quiera llamar tiene puntos de derrumbe por todos lados porque ( tal vez ) esto no sea una película, o al menos una película en el modo en que yo entiendo las películas, sino un híbrido curioso, aburrido, a ratos eléctrico y, al final, decepcionante entre el documental sobre estrellas del rock sobre un escenario y el erotismo hardcore ( o el porno softcore ).
Si pongo la MTV y veo un concierto de Black Rebel Motorcycle Club o Franz Ferdinand ( cuyos discos poseo ) no pasaría peor rato. Esta vez, al menos, la vi en formato dvd y no tuve que salir del cine malhumorado.

Manifiesto de posadero

El blog se hace grande. Todo a lo que me entrego se hace rico y a mí me deja pobre, escribió Rainer M. Rilke. Aquí no hay pérdidas sensibles: disfruta uno en la certeza de que cuanto escribe tiene algún lector, uno anónimo o conocido, pero tangibles ambos, aunque queden representados por la fría estadística de un contador.
Lo que arrancó como un inventario aleatorio de reseñas cinematográficas ha mutado en inventario aleatorio de reseñas cinematográficas salpimentadas de escritos de naturaleza caótica porque este escribiente es, ante todo, verborreico, dinámico-sintáctico, público y exhibicionista. El pudor no existe: no cabe aquí su olor rancio a cajón cerrado. Si a ti no te incomoda leer, a mí me fascina escribir. Llevo haciéndolo toda la vida, que yo recuerde. Y me queda toda la vida para insistir en el vicio. La escritura es eso: un vicio íntimo, una especie de eyaculación mental, con todo lo positivo que tiene eyacular en este mundo nuestro de censuras, stress y tedio.
Yo, en todo este asunto, no opino como Rilke: a mí esto no me empobrece. El blog no me mengua, aunque él gane en entradas y comentarios y yo pierda en sueño. Todo se da por válido. Todo va a beneficio de bitácora. Cuanto más lectores tenga, menos mía será esta página. Coincido con Borges ( otra vez ) en aquello de jactarse de lo leído y no de lo escrito. Yo me enorgullezco de tener algunos fieles lectores que ya voy viendo detrás de esta pantalla madre. Alguno hay que acude a visitarme y yo le doy siempre posada. Esta es vuestra casa. Yo hago de novicio posadero. Y a lo tonto, como quien no lo busca, ya ha habido doce mil huéspedes en esta posada, en este espejo ya medio año abierto.

Annabel Lee ( al acabar el Día del Libro )








Hace catorce minutos que acabó el Día del Libro. Murió sin que sepamos si alguien abrazó verdaderamente el amor por la Literatura, aunque se acercara a alguna librería y echase mano al bolsillo para comprar un libro. Nada de esto podemos saber. En todo caso, hace catorce minutos - ya quince probablemente - que empezamos el Día Siguiente al Día del Libro. En fin. Yo, para incomodar la rutina y las obligaciones, no he comprado hoy ninguno. Mañana, tal vez. Inventos para ocupar reseñas en los periódicos y entradas en las bitácoras. Arriba cuelgo el inmortal poema de Edgar Allan Poe "Annabel Lee": de su puño y su letra. Y ahora cierro el blog y cojo un libro de cuentos y me voy a la cama a leer El gato negro. Así haré. Hasta mañana, amables lectores.

23.4.07

Cuba: Más coches


( Ángel )

Cuba: Puccini en el malecón

( Dan Heller)




La mezzosoprano Fidela Rocabruna bebe agua de Seltz en los entreactos: la bebe a morro de un garrafón enorme, la bebe con ímpetu wagneriano, la bebe sin decoro como si un coro de cien eunucos le atronaran en la oreja un aria de Verdi. La mezzosoprano Fidela Rocabruna casó joven y estilizada, cincuenta kilos y un par de buenas tetas, pero pronto entró triunfalmente en mullidas carnes, ensanchó el antaño glamuroso pecho y recibió alagos de la prensa del ramo, que dijo que un tórax henchido imposta con más oficio la voz y timbra mejor los graves. Una guerra le robó el marido y los tours la obsequiaron con una bochinche de fieles que la siguen al Japón o la República Dominicana. La mezzosoprano Fidela Rocabruna no fuma, nunca fuma, jamás fuma. O fuma en muy exepcionales ocasiones: en las embajadas que España ha repartido por el mundo, en los teatros de cien capitales del mundo y en los servicios de caballeros de embajadas y teatros. El ansia carnal de la mezzosoprano Fidela Rocabruna la mitigan ocasionales amantes que luego se esmeran en contar en los entreactos cómo la diva, en el cénit, en el climax del acto lúbrico, se va en arpegios y suelta por su boca extractos brevísimos de Carmen o de Rigoletto. La mezzosoprano Fidela Rocabruna ha firmado un contrato fastuoso para llevar la obra de Puccini, ahora que se cumple algún aniversario, por los confines del globo. Se ha comprometido en hacer una gira por La Habana, engolosinar con su canto lírico a los mozos más sensibles que paseen su soledad por el malecón.

Cuba: coches



Probablemente el parque automovilístico de una país da idea del Estado de bienestar de ese país. Esto es Cuba. Coches cubanos. Calles cubanas. Los flecos de la extinta URSS todavía en el capó de sus coches.



22.4.07

ALPHA DOG: Entre la cirrosis y la sobredosis




Por lo que dicen y no por lo que vemos, Alpha dog bien pudiera parecer una película porno: hay una rutina lingüística fundamentada en el sexo y en la sacralización absoluta de la ingesta masiva de drogas. No hay rock and roll: la trama musical es un batiburrillo de hip-hop, rock industrial asalvajado y algunas pinceladas ( muy leves, muy dosificadas ) de glamourosas melodías de cuento de hadas ( Wild is the wind, David Bowie ).
La historia es la de siempre, pero aquí está contada con cierta gracia: se advierte un interés por salirse del libreto y ciertamente, al final, gustándonos o no, se acepta que Alpha Dog no es una película más de mozalbetes acelerados, titánicamente empalmados y destinados a ser carne de presidio a menos que un subidón de speed los abotargue en uno de esos sillones de no sé cuantos miles de dolares que ornamentan las calles high-tech de estos niños ricos metidos a capos de la droga porque de pequeños no
leyeron a Michael Ende ni tuvieron generosas raciones de cariño maternal mientras la tele rumiaba episodios de Looney Tunes. Y si así funciona la juventud que Cassavetes retrata no es por imperativo del azar o no es por causa de una revolución social o cultural al modo en que lo hicieron sus padres en los míticos finales de los 60. El aturdimiento moral y la estupidez patológica de estos niñatos con 4x4 en la puerta y cadena de sonido mastodóntica en el salón obedece a la estulticia absoluta de sus padres.
La enseñanza del film ronda esa idea: estos hijos descarriados nunca han tenido una familia como Dios manda. Así se observa en muchos tramos de la película. Incluso el más desquiciado de sus protagonistas ( Ben Foster como hermano psicotrónico y colocado a tiempo total ) llega un momento en que confiesa que hubiese querido tener una madre que le sobreprotegiera y le diera mimos en la cama. En otra escena, una niña casi precipitada al abismo aporrea la puerta de su casa y sólo consigue que su madre, que celebra el aniversario de boda y le ha pedido que se ausente por unas horas, interrumpa el fornicio con el marido y frene el extra de speed y de pastillas que ha tomado para que la fiesta sea completa. La madre, queda comprendido, la manda a tomar por el culo, burdamente dicho.
En otro orden de cosas, o es el mismo, Cassavetes se esmera en regalarnos un desfile alucinante de desechos humanos, críos estúpidos y con escaso riego sanguíneo en la zona del cerebro que rige la cordura y el sentido común. Críos que hocican el morro en la cerveza ( beben a mansalva durante todo la película ) o en la marihuana ( fuman sin parar al tiempo que beben ) cuando un problema se les presenta de frente. Críos que consideran el sexo un capítulo añadido al viaje psicodélico, pero sin hacer ritos de los placeres ni santificar el goce absoluto de la carne: follan como beben y fuman como follan, crudamente dicho, por supuesto.
En este hilo de las cosas, hay un secuestro y una venganza que no terminamos de ver resuelta porque la ley atrapa al delincuente y no hay al final mocoso que no tenga su pañuelo penitenciario. Bruce Willis, que sale poco y sale contenido, es el padre-modelo de toda esta gentuza agilipollada que ve en Tony Montana, el héroe bruto del Scarface de Brian de Palma, el icono representativo de su discurso vital. Hasta en algún momento vemos un póster de la película: quizá el único referente metacultural de este gremio de psicópatas. Sharon Stone es una madre mal dibujada, excesivamente protectora, como sacada de un libro de arquetipos de psicología de baratillo. Ambos están lejos de soportar peso alguno en la trama y se pierden en papeles breves y muy innecesarios. Desastrosa, por no creíble, la aparición de Sharon Stone, engordada, maquillada hasta que parece una parodia de maquillaje, como madre devastada por la pérdida del hijo.
Que todo esté basado en hechos reales no nos impide apreciar las buenas intenciones de la película. Toda su posible bondad, su legítimo intento de que parezca cine de calidad, está lastrada por un dramatismo a veces impostado, por personajes que sobreactúan o por cierta concatenación de situaciones que inevitablemente conducen a un final que está ya previsto a los pocos minutos de película.






21.4.07

Aquí está el pecado

( Cartier-Bresson )


LA VIDA DE LOS OTROS : El corazón del verdugo







Lo malo de la desconfianza es que no tiene freno: una vez que se ha puesto en marcha, es imposible detener su vértigo, su voraz inquina, su cáncer lento. Algo así sucede en este film. La dictadura socialista de la ya extinta República Democrática de Alemania vivió 40 grises años de desconfianza, de micrófonos escondidos en los enchufes y burócratas reconvertidos en espías. La Stasi, una KGB improvisada tras las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un instrumento implacable de vigilancia. El número de suicidios en esa época fue altísimo: tanto que la jerarquía administrativa prohibió la publicación de esas estadísticas.
Florian Henckel von Donnersmarck escribe sin involucrarse en exceso: se le advierte más a favor de no perder el hilo de thriller del film que de testimoniar una crónica política. Su historia, admirable, conmovedora, es la historia de todo soldado en algún momento de la contienda: la sentimentalidad hacia el otro, la fragilidad de su doctrinario y la toma de conciencia de la naturaleza conflictiva de su adversario. El vigilante comprende la futilidad de su vigilancia, pero el recorrido que va del hostigamiento a la redención destroza hogares y arruina el futuro de un país.
No soy un entusiasta del film: quizá ha sido vendido con un exceso de fanfarria. Entiendo que le arrabatese el Oscar a mi amanda El laberinto del fauno. Siendo ambas películas dramáticas con un trasfondo político, la alemana suscita un más elevado número de lecturas y hace un más sobrio uso del material cinematográfico. Cuando Del Toro es barroco y visualmente triunfalista, Henckel von Donnersmarck sólo precisa un guión asombrosamente preciso, que no adopta en ningún momento giros inesperados y que trata con mimo y elegancia un problema tan enorme: el secuestro de la libertad de un pueblo, la censura como único notario de la actualidad, el miedo como rutina para afrontar el vértigo insoportable de la decadencia.
Y el Arte, la Belleza, la palabra elevada a su altar más hermoso, planea sobre las vidas de todos los personajes. El dramaturgo con conciencia socialista, pero asqueado de la barbarie del régimen, la actriz con la que vive, icono de rebeldía, sospechosa de fomentar con su desparpajo escénico y mediático las simpatías de los indecisos o los ignorantes, y ( sobre todo ) el agente de la Stasi, el militar encargado de vigilar la vida de los otros y que termina, cual inverso Sindrome de Estocolmo, congraciado con la causa ajena, indeleblemente desarmado de su odio y manumitido de toda forma de violencia. Esto es, poetizado.
El final del film es muy hermoso. Se entienden con detalle los asuntos que la película va planteando. Y sale uno del cine con un peso enorme en la conciencia y la tranquilidad de que el Arte, la belleza, el Amor o como queramos llamarlo triunfa sobre las ideas. Éstas aquí contadas, la historia de la RDA, no son excesivamente diferentes a las vividas en esta España nuestra de la posguerra. Eso también me ocupó en mis reflexiones. Y llovía al salir del cine.

Tarados con munición




Nada que hacer, me temo. El pueblo americano, educado en el catecismo del Winchester, enfebrecido defensor de la ley del rifle, produce monstruos, psicópatas curtidos en literatura de serie B, cinéfilos de percutor, gente como este surcoreano de rostro comido por la mala leche que ha escrito una página memorable en la Historia Universal de la Infamia, dejando en los márgenes del texto cadáveres inocentes ( siempre lo son ) ajenos a su perturbado sentido de la vida. La ajena sucumbió al vértigo de las armas. La suya, en último acto de bravuconería o que vengan los psicólogos del ramo de tarados y adjunten vocabulario más técnico, ya no está entre nosotros para repartir más leña. Días después de la masacre en Virginia, vocinglan los rotativos que otra "víctima del sistema", otro tarado con munición, ha estado a punto de cometer una atrocidad parecida en Houston. Daños menores. Muertos, al fin y al cabo, el agresor y un desgraciado agredido. El noble pueblo americano tiene más tiendas de armas que hamburgueserías. Pistoleros de fast-food. Actores en un film que trasciende la pantalla y toma como atrezzo la propia vida. La rifa puede hacer que el infortunio cobre pujanza en otra esquina del mundo. Hay locos sin fronteras. Lo patético, lo que produce vergüenza y también rabia, es que ese país tan noble en tantos asuntos, tan heroico y emprendedor, alimente la épica de los casquillos, la leyenda de las balas y no haya gobierno que tenga arrojo suficiente como para reconducir ese folclor primitivo, ese forma inexcusablemente americana de ver el mundo y afrontar sus barbaries. Queda tiempo para eso todavía. George Bush y Charlton Heston enarbolan, jubilosos, los Winchesters de sus ancestros. Los elevan al aire y gritan, convulsos.

Emilio Calvo de Modigliani






Gentileza de la Escuela de Psicología de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, un programita que nos permite modificarnos al gusto de Modigliani, Botticelli, El Greco o Mucha, amén de parecer bebés, monos, viejos y una buena retahila de posibilidades creativas. En ninguna doy George Clooney, pero éste que arriba se exhibe soy yo, mutado por gracia de estos cachivaches informáticos modernos.


20.4.07

Pipe Dream



Una obra de arte.

Message in a bottle ( THE POLICE ) : Tocada en vivo por primera vez.



Ahora que vienen The Police ( 26 de Septiembre, Barcelona, entradas agotadas ), está bien recordar.

The secret marriage

( A Benedetti, que está detrás )


blandieron el amor como una fiebre
que les ocupa una vida de temblores
tímidas historias de persianas
que abren y cierran júbilo y espanto
ausencias meritos desplantes besos

un país siempre secreto
una boda breve
el mar transitable

18.4.07

BIENVENIDO, MR. MARSHALL: Por el dinero baila hasta el perro....




La guerra civil española no duró tres años, aunque los libros de textos, las enciclopedias, la wikipedia y cierto barullo revivalista levantado ahora para dolor de los muertos, dan en tres los años de la contienda. Las guerras no acaban cuando las armas son depuestas o unos jerifaltes bien trajeados, sonrientes para la foto histórica, firman un documento a la vista de flashes y de rollos de celuloide. La guerra parece que acaba cuando el personal enfrentado pisa las calles nuevamente, como decía el trovador cubano. Las guerras son abono de guerras y no hay ninguna que, a su término, no enseñoree ya los gérmenes de la que está agazapada a punto de alzarse y dar su envalentonado grito de sangre. Y ahora me he ido por la tangente y en lugar de hablar de España, que es lo que me proponía, he terminado escribiendo generalidades, aplicables a Borneo y a las islas de los atolones del Pacífico Sur.
Bienvenido, Mr. Marshall está escrita no mucho después del finiquito de la guerra. En ella, hay todavía olor a pólvora, a hambre atrasada, a ganas de dar cerrojazo a las rencillas que unos y otros no terminaron de solucionar hasta bien comediado el siglo XX. García Berlanga escribe con mala leche el retablo folclórico de una España campechana y sencilla, ajena en su poso más íntimo, a los catecismos de los jerifaltes de la guerra y de las altas políticas, que eran los adalides de la Nueva España a rebufo del perfil caudillista del general Franco. Miseria y esperanza, hambre y alegría, se entremezclan en Villar del Río, el pueblo en el que suceden cosas que no serían creíbles si no tuviéramos una ( desgraciadamente ) objetiva visión de lo que fue España durante esos casi 40 años de reduccionismo, prohibiciones, censuras y hambre.Berlanga, comunista tapado por necesidades de la posguerra, recibe el encargo de hacer una película que ensalce la figura de la cantante de copla Lolita Sevilla.
Junto con Bardem, escribe un refinadísimo retablo sobre la España rural, la España alimentada de coplas, la España detenida en el tiempo, mirando con un ojo a los EE.UU, el país llamado a reflotar las economías europeas, el colonizador cultural mayúsculo. Retablo de costumbres trufado de comedia a la italiana ( Milagro en Milán ).Villar del Río se engalana para que el amigo americano disfrute de la hospitalidad y la algarabía gitana de un pueblo manchego travestido en andaluz que desea, por encima de todas las cosas, agradar de modo que tras el agrado llueva el maná plenipotenciario de las ayudas económicas prometidas sin reparo por las altas instituciones del Estado. Bajo la batuta campechana y entrañable de un Pepe Isbert hecho alcalde de la pantomima, el pueblo entero se lanza a representar la obra prevista, fanfarria y canción incluida. Antológicamente ( y no es cosa de destripar el final ) nada sucede como se creía.
El cartón-piedra usado para remedar un pueblo andaluz está en el cerebro de sus albañiles repentinos. Los deseos, en la secreta esperanza del oro yankee, se confeccionan en listas. Hay que satisfacer necesidades, pero igual también es legítimo el capricho. Cuando la realidad ensombrece las ficciones, el espectáculo glorioso de la riqueza se rebaja a la rutina gris de la tristeza. Los aldeanos se conforman, qué remedio: se aprestan con heroico entusiasmo a sobrellevar la decepción y a ser solidarios, obedientes a la causa, buenos y, por último, sentimentales, humildes para encarar el día a día que se les viene encima. Enquistados en la visión idílica del americano ( PLan Marshall de fondo ), no tuvieron problema en caricaturizarse para alcanzar lo que pretendían. Como la vida misma.Estos tiempos de ahora no son particularmente distintos. Las dificultades son otras. Es posible que no sea el hambre o la censura los argumentos de la revolución, pero todavía colea el hijo de aquellos pactos con los americanos y vivimos en un mundo colonizado por el tío Sam hasta extremos inconcebibles. Este mestizaje prospera y ahí están algunos esfuerzos gubernamentales por deslindar lo americano de lo patrio, las cuotas de distribución y el delicado manejo de los números para que el abuso no sea escandaloso. Y todo empezó con Pepe Isbert en Villa del Río; todavía están en Villa del Río vestidos de gitanos, en una calle festoneada y alegre, esperando los Cadillacs descapotable del benefactor de Ohio.

Méntula alada

El libertino Isaac Montenegro sedujo a tantas mozas y mozos que su miembro, con fama de enorme como regia fusta, se le descolgó una noche de su base y, rebotando muslo abajo, terminó en el suelo, junto a las zapatillas de paño con borlas y el gran escudo familiar, ése con un león rampante acometiendo el derribo, a fuerza de zarpazos, de las almenas de una fortaleza. Como quiera que el sueño en Isaac Montenegro era de naturaleza pesada, no se despertó con el estrago y el caño de sangre que manaba del tajo abierto le envió a otro sueño todavía más intenso y, a la postre, trágico. Fue la doncella Casandra Buenaventura quien, al llevarle, como cada mañana, el desayuno a la cama, vio aquella cosa sanguinolenta en el suelo y una mancha roja, que rivalizaba con el estampado carmesí de la alfombra. El párroco de la villa, gran amigo de la familia, había hecho la solemne predicción de que el señor Montenegro fenecería por mor de sus muchos pecados, pero ni él mismo ( hasta que vio su cadáver ) tuvo exacta conciencia de la verdad de sus vaticinios.
Dios, que condena la concupiscencia, habría borrado de un solo gesto castigador el instrumento de la infamia, la méntula monstruosa. Cuestión aparte, y Dios no se involucra en minucias, es que tras el miembro cercenado manase un caudal insoportable de sangre por el que, en torrente, fluya, en fuga, la vida. El miembro libertino de Isaac Montenegro fue recogido por Ignacio Buendía de modo que, tratándolo como lo hizo, con mimo y maneras, lo recuperó si no para el fornicio y el estipendio carnal, sí para la exhibición y la admiración pública. La taxidermia consigue éstos y otros prodigios, solía comentar a quienes le felicitaban por su trabajo. El miembro puede todavía observarse en un cajita no mayor que un brazo y finamente revestida de un repujado costoso y muy agradable al tacto y a la vista. Circula el rumor de que hay noches en las que la méntula huye de su cautiverio y, sin concurso de otro organismo, recorre, como espectro alado, las calles y, de rondón, preña mozas y mancillas honores de efebos de muy probada candidez, pues sabido es que no atendía el señor Montenegro a examinar si era varón o era hembra el destino final de sus fiebres.

17.4.07

ANACONDAS, LA CACERÍA POR LA ORQUÍDEA SANGRIENTA: Bodrio sin chicha




Siete fueron los guionistas reclutados para parir el engendro. Uno con cabeza habría bastado. Los descabezados que han perpetrado esta abominación de película no han recurrido a copiar films anteriores de parecida materia: se han embarcado en la peregrina idea de hacer un film novedoso ( según cuenta la nota de producción ) que no acabe sacrificando " el asombro del espectador " con previsibles raciones de imágenes impactantes como el género suele. Pues, atención, amable lector, aquí no hay asombro: no hay (casi) impacto visual. Las anacondas no suscitan sobrecogimiento alguno. Se sienta uno para recibir una dosis masiva de cutre-show B o Z y, a cambio, sólo recibimos un drama de personajes agilipollados en una selva de Borneo que corren, conversan, vuelve a correr, son engullidos por la bicha puta, con perdón, y luego vuelven a correr y a conversar de nuevo. Está el malo egoísta que expone a sus congéneres de raza para conseguir sus materiales propósitos ( una flor que da la eterna juventud, he aquí el quid de la cosa ) y que, al final, recibe su merecido, claro está. La silicona de las féminas y la testosterona hecha anabolizantes en los pectorales y bíceps de los héroes de turno no compensan hora y media de torpe idilio con la estulticia. Es que no hay carnaza comestible: las anacondas salen poco y salen mal. No habría pasta. La primera aparición del ofidio nos llega a mitad del rollo. Es como si uno de pronto decide tragarse un film porno y la primera penetración salvaje acaece a los cuarenta y cinco minutos de metraje y los divos del hardcore, los machos y las hembras de turno, se tiran rollos impresionantes sobre la insoportable levedad del ser y la pesada carga del alma en un sofá bien escoltados por música minimalista de Michael Nyman. No, por favor. Porno duro, sin excursos intelectuales. Y aquí, qué quieren que les cuente, lo que yo buscaba ( Lunes noche, un canal digital de pago, ya había visto el capítulo del CSI ) era esparcimiento lunático, espasmos catódicos en el sofá con el home cinema bramando en 5.1 los chillidos de las mozas y los mozos ( corrección política, eh ) cuando se los merienda la bicha tremebunda.Adiós placeres sencillos.

TRISTAM SHANDY, A COCK AND BULL STORY: Desmadre, irreverencia, colocón.


Ligeramente escorada a la forma en que Peter Greenaway entiende el cine, Tristam Shandy ( A cock and bull story ) no salpimenta su osadía formal con absurdos continuos, con regresiones de la lógica e insólitos tirabuzones narrativos. El film se busca en otros y regresa, ufano, a su inconveniencia dramática, a cierto espacio culturalista entre lo satírico y lo plácidamente jocoso, entre la irreverencia bien urdida y la despreocupación por contentar y hacer un producto redondo.
Michael Winterbottom acude un clásico de la novelística inglesa con fama de ser prácticamente intraducible al lenguaje cinematográfico ( La vida y opiniones del caballero Tristam Shandy, de Laurence Sterne ), pero no uno avenible al patrón sumario de la ortodoxia sino a una decantación ágil y viperina del espíritu enciclopédico, reconduciendo la historia original hacia una fragmentación impuesta, embebecida de cine, moderna, metalingüística, donde el desorden festivo y, sobre todo, una confesable celebración del lenguaje, ya que trama sustentable y arquetípica casi no existe.
Aburrida en su inicio, cuando se nos plantea la grabación de la película que sirve de leivmotiv del film al que nosotros asistimos, despierta cuando Winterbottom tropieza alegremente con los entresijos, con la bambalina pura de los actores que hacen de actores. Y aquí el film asombra, que no quiere decir que dentro del asombro atisbemos calidad o gozo. Este capricho de cineasta joven y ya curtido en algunos sobresalientes batallas ( Wonderland, Código 46, 24 hour party people, Camino a Guantánamo o Nueve canciones ) funciona mejor como postre liviano y goloso, como divertimento menor, que como primer plato porque se degusta con burlona autocomplacencia, a sabiendas de la dificultad del empeño y dando consentidos guiños a la naturaleza inofensiva del producto.
Los legítimos deseos de mezclar drama clásico y discurso metadiscursivo, déjeme el lector acuñar este excesivo reclamo semántico, producen humor ( lo hay, querido lector, lo hay a raudales, aunque no siempre hilarante y desternillante )y hasta crítica dentro de la película hacia la propia película ( Escena primera hilada con la última ).
Lástima que no sea entendida siempre y que algunos espectadores, entre los que no deseo incluirme, la ninguneen por causa de su aparente ( quizá cierto ) caos. Yo, que no conozco en absoluto el texto original, he disfrutado con su primera adaptación a la pantalla.
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15.4.07

Valkirias sobre el Mekong



Cuando Woody Allen oía a Wagner, le entraban ganas de invadir Polonia. Algo parecido debió suceder con Vietnam. Quizá todo fue una alucinación colectiva suscitada por la malignidad de una melodía.

manque pierda



Hice esta fotografía este Agosto pasado, en Ojén, Málaga. Presidía un rincón en un restaurante perdido en unas callejitas blancas no lejos de la iglesia del pueblo. Y los demás, apátridas, quizá por no recurrir a más grosero término. Mis amigos Joaquín Arrebola y Antonio Linares le harán sentimental aprecio.

Panero on the rocks

A UNA ENCINA SOLITARIA

La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.

Como el silencio de la nieve fina,
vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.

La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma,

y asida a la esperanza por el vuelo
la verde encina de horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma.

Leopoldo Panero

Woody said

Soy lo suficientemente feo y lo suficientemente bajo como para triunfar por mí mismo.

El sexo entre dos personas es una cosa hermosa; entre cinco es fantástico.

El universo no es más que una idea transitoria en la mente de Dios. Es un hermoso pensamiento, aunque bastante incómodo, sobre todo si acabas de pagar el anticipo de una casa.

Sólo se vive una vez, pero una vez es más que suficiente si se hace bien.

Mis padres no solían pegarme; lo hicieron sólo una vez: empezaron en Febrero de 1940 y terminaron en Mayo del 43.

La inactividad sexual es peligrosa, produce cuernos.

La marihuana causa amnesia y... otras cosas que no recuerdo

La única manera de ser feliz es que te guste sufrir.

Hay estudiantes que les apena ir al hipódromo y ver que hasta los caballos logran terminar su carrera.

Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.

Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.

Trabajo de psiquiatra: actualmente estoy tratando a dos parejas de hermanos siameses que sufren de doble personalidad. Me pagan ocho personas. (Zelig)

El sexo es lo más divertido que he hecho sin sonreír. (Annie Hall)

El hombre consta de mente y cuerpo, pero el cuerpo es el único que se divierte. (La última noche de Boris Grouchenko)

Me gusta leer pornografía en Braille. (Bananas)

¿Existe el Infierno? ¿Existe Dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?

El diabético no puede ir de luna de miel.

El matrimonio es como las libretas de ahorro: de tanto meter y sacar se pierde el interés.

Cuando escucho a Wagner durante más de media hora me entran unas ganas de invadir Polonia. (Misterioso asesinato en Manhattan)

¡Oye, no te metas con la masturbación! Es como una relación sexual con alguien a quien amo. (Annie Hall)

13.4.07

BALAS SOBRE BROADWAY : El tahúr enamorado de su manga




Con Balas sobre Broadway, Woody Allen se desempacha de cargas sentimentales ( Mia Farrow vestida con toga y mazo ) y se afilia nueva y gozosamente a lo que más le gusta y en lo que con más destellos auténticamente geniales brilla su talento cinematógrafico: la comedia. Ésta fluye cínica y despreocupadamente por los vericuetos habituales del género, pero Allen, enamorado de los roaring twenties, de su música sincopada y de su coreografía alevosa de mafiosos brutos y sin escrúpulos y damitas bobas colmadas de abalorios, negocia con el espectador un trato sutil: yo te doy una comedia para que eches unas risas, pero tú me dejas que la vista de sátira intelectual sobre los caprichos de la creación artística. Esto es, en el fondo, lo que más le preocupa al director neoyorkino, que recluta a un espectacular elenco ( Cusack, Wiest y Palminteri, estelarmente todos ) que representan con pasmosa naturalidad a un grupo de actores en el Broadway de esos agitados 20, violentados por la injerencia cazurra de unos gángsters más preocupados de unas líneas en un libreto que de un cargador en la pernera.
Woody Allen se metaproyecta en David Shayne ( John Cusack ) y aunque sea otro el rostro nosotros, hechos a ver la cara de Woody Allen aunque no esté, no precisamos mucho para encontrar los gestos que lo delatan, sus tics neuróticos, su hipocondríaca tendencia a intelectualizar los gags y su fragilísimo territorio de influencia estética.
La pureza y la integridad del artista comprometido con su obra se ve desnucada cuando aparece un capo de la mafia ( el impagable y habitual Joe Viterelli ) con el interesado propósito de sufragar el montaje teatral con derecho a que su amante ( la atolondrada Jennifer Tilly ) tenga su papelito. Para nada se salga de lo pactado por el mafioso, Cheech ( Chezz Palminteri ), su segundo, será quien supervise la rectitud de la obra y las exigencias dramáticas de su jefe, que devienen absurdas, desajustadas del buen gusto.
Esta peripecia argumental posibilita que Woody Allen desenmascare las frivolidades del artista y la idea de que, a medida que vamos conociendo bien su personalidad, adquirimos la verdadera dimensión de su farsa, de su impostura: en este caso con el pardillo y pagado de sí Shayne. Los personajes de Bala sobre Broadway son, en opinión del propio Allen:
"intelectuales de café que se pasaban el tiempo haciéndose preguntas del tipo ¿ Qué salvarían primero, las obras de Shakesperare o la vida de un desconocido ? Les encantaba que sus obras fuesen rechazadas, sufrir y hasta pasar hambre ya que eso les confería el status de artistas, pero la verdad es que ser artista es una cuestión de azar, un feliz accidente de nacimiento. Vivir como un artista no equivale a serlo"
Esta obra maestra de Woody, vehículo perfecto para manejar situaciones histriónicas veladamente patéticas o acontecimientos de naturaleza frívola que celan comportamientos altamente reprobables o hasta delictivos, manifiesta una vez el enorme amor del autor hacia las bambalinas del teatro, a las pequeñas excentricidades del artista tocado por el numen, o que se cree tocado por él.
Woody Allen desmonta ( ahora también se dice deconstruye que suena más hermético ) los mecanismos íntimos de la creación artística, la singularidad del talento y, de camino, entregar a su arrobada platea de fieles un nuevo catálogo de seres estupendos, escorados siempre a la caricatura, pero humanos y nítidamente categorizables.

12.4.07

I read the news today, oh boy

Hay trazas de cine bueno en películas horrorosas como hay indicios de desidia, descuido o dejadez, incluso partes malas, en cine de calidad. Buñuel solía cometer errores a posta y jactarse sin rubor de su chulería. Sergio Tardelli, uno de sus muchos biógrafos, escribe que le encantaba parecer riguroso y exigente para luego, a la luz de su equipo, consentir fallos mayúsculos. Lennon y McCartney escribieron la pieza magistral A day in the life, con esa batería juguetona y como a trompicones con la que Ringo Starr salpimenta la hipnótica melodía que canta Lennon. Parano pecar de arrogantes, propusieron estropear la canción. Es entonces cuando graban la orquesta delirante del final y la editan al revés en un ejercicio de disonancia, de aberración sonora que todavía chirría en los oídos. Yo mismo, en ocasiones, meto la pata deliberada y meticulosamente. Como Buñuel. Como The Beatles.

Keith Richards se mete a su padre




Algún antropólogo pasado de anfetas y colgado de algún riff de este héroe del rock estará encantado con su última excentricidad, pero los demás, quienes nos chutamos blues a oído y no en vena, pasamos de estas boutades, anécdotas de viejo cascarrabias que no tiene mucho ya que hacer para reconducir su cerebro gastado. Esnifarse las cenizas del padre con un resto de cocaína está bien en una letra de una canción. La vida real es otra cosa. Ni Jack Sparrow lo aprobaría.

11.4.07

Nubes sobre Lucena

Cuando uno está enamorado, aprueba sin recelo el futuro: lo observa como la casamata firme sobre la que disponer toda la munición de placeres que nuestra felicidad ha consentido como íntimos. El amor no se acaba en el otro, en quien recibe el objeto de nuestros desvelos y carantoñas: hay amor en una trinchera de libros desde la que contemplar un fin de semana de lluvia; hay amor en un solo de trompeta de Miles Davis; hay amor en el sabor de una carne acompañada de un buen tinto. La naturaleza formidable del enamoramiento no se cumple en el entusiasta zarandeo de los amantes. Deliberadamente subjetivo, necesariamente ambiguo, el capricho amoroso no se aviene a argumentaciones, no obedece las cribas de la razón. Aquello destinado al júbilo incontestable en unos es materia deleznable en otros. Quien se muere de gusto ante la visión de una moza rolliza pintada por Rubens no participa de las sutilezas del bel canto o de las historias tremebundas de Patricia Highsmith. Está lo que se llama condicionamiento cultural, que puede escorarnos a perdernos en arabescos mentales o a estar simpre alerta vaya a ser que terminemos sensibles y nos emocionemos con un verso de Leopardi. Hay quien está así: ajeno a posta, libre de cualquier desviación de la rutina, que como todos sabemos es la principal enemiga de la belleza. Hay un día, uno despresagiado quizá, en el que nos cruza la belleza. No se precisa peregrinación para encontrarla. Acude sin que la llamemos. Y suele quedarse. Hoy la belleza son unas nubes sobre unos tejados, enfrente de mi casa. Ahí, en ese remanso de la realidad, está hoy mi asombro.

10.4.07

Destino y expropiación: un cuento centenario ( Sobre un libro de tiempos universitarios aparecido en casa )


En una aldea de Toledo, en el siglo XIV, un pastor reclamó al señor una parte del beneficio en leche del rebaño que dignamente cuidaba. El señor, que comprendió la trascendencia de consentir esa demanda, lo calló bajo la amenaza de relevarle del pastoreo y enviarlo a las cuadras para retirar las heces del ganado. El pastor murió antes de poder cumplido alguno de sus muy legítimos deseos. El amo haría lo propio viendo satisfechos siempre, en grado sumo, los propios. El destino daría la razón, siglos después, al pastor. El destino, que es un bicho cabrón, da y quita bajo criterios de tan arcano proceder que no es posible razonar un renglón de sus caprichos. El destino, juez firme, juez lento, no consiente casi nunca que los actores vean el desenlace del drama, pero luego los espectadores contemplamos cómo ocurre.

RY COODER : My name is Buddy




Ry Cooder lleva 40 años en la cátedra del folk americano: no le importa que provenga de Cuba, donde propició Buenavista Social Club, o de Mali, en donde se alió con el guitarrista Alí Farka Touré. Interesado en hurgar allá donde nadie hurga, sus discos son prodigiosos prontuarios de blues, folk y country. Yo recuerdo la pegajosa banda sonora de París-Texas martilleando mi cabeza durante un viaje en coche a Priego de Córdoba: los leves promontorios que anuncian la Subbética cordobesa parecían esos paisajes a los que nos tiene acostumbrados el cine americano con praderas infinitas y montañas que parecen que te observan desde una distancia casi ofensiva. Su último disco se llama My name is Buddy y lo acabo de terminar de escuchar entero. La curiosidad es que la prensa traiga hoy una entrevista muy jugosa al guitarrista. Curiosidad. Casualidad. Viene a decir Ry Cooder que "la música de hoy suena falsa porque nos hemos dejado arrebatar la memoria". En el mismo hilo político-social, de concienciado de las causas del proletariado, de adalid de la prosa de la clase obrera norteamericana, añade que la música actual "resulta idéntica, plastificada, artificiosa ".
La suya, de la que cuando escribo estoy bien empapado, acude a tiempos antiguos, gruñidos de granja y sonidos del viento: música popular, talentosa, de apariencia sencilla, pero jugosa, divertida, objeto de un tratamiento con aromas tan variados, de tan alejadas influencias, que hay momentos ( One cat, one vote, one beer ) en los que parece que estamos oyendo a un Tom Waits rebajado de tensión, con la voz menos ahogada en el infierno.
El Buddy del título es un gato: uno que atraviesa Estados Unidos tras el crack del 29 ( leo, El Mundo, martes 10 de Abril de 2.007 ). No aprecio, como el entrevistador privilegiado, olores a Las uvas de la ira, o los hay, y yo ando con mis alergias fuera de esa sensibilidad precisa para sutilezas tales. Lo que sí aprecio ( de lo que sí disfruto ) es de un recorrido poético hermoso ( las letras merecen la letra y cuentan historias de Hank Williams, el trovador folk por antonomasia con Woody Guthrie o Pete Seeger, honrado por Springsteen no hace mucho y miembro de esta banda, o reminiscencias de tiempos en los que la vida sucedía en las calles, en lo rural, lejos de la ciudad y de sus contaminados ruidos ).
Disco para escuchar desprejuiciadamente, apreciando las sonadas mexicanas, los ritmos fronterizos, el bluegrass respetuoso o el jazz y los ribetes más rockeros ( siempre suaves, no hay aquí estridencias ) en la línea de un Bob Dylan de reciente vena artística.
Los músicos que le acompañan en la travesía son formidables: Paddy Moloney, de The Chieftains, Flaco Jiménez, Van Dyke Parks, Roland White y Pete y Mike Seeger, además de su hijo Joachim. Todos contribuyen soberbiamente a crear ese ambiente mestizo, en el limbo de los conceptos musicales preestablecidos, ésos que Ry Cooder no contempla como propios y que constantemente trastoca para crear un universo sonoro particular, único.
La presentación del Cd es de lujo, libreto con la historia del gato de la portada, Buddy, el viajero, incluída así como notas sobre cada uno de los 17 temas.




( Foto de Ry Cooder: El Mundo )

5 novedades en DVD

INFILTRADOS


Nueva revisión del cine mafioso de la mano de su exégeta de cabecera, un Scorsese interesado en ser coherente en la línea argumental y no dar rienda suelta a su desenfreno amatorio hacia el gremio que radiografía. La liturgia de la violencia aquí exhibida no es tremendista como en otros films del maestro ( Uno de los nuestros, pongo por caso ).
La musculatura fonética de un Jack Nicholson en purísimo estado de gracia en un papel hecho a su viril medida justifica el visionado de esta película que suscitó, una vez multipremiada, Oscars incluidas, la conversación de barra de bar de cinéfilos sobre merecimientos reales de una cinta estupenda, aunque no la obra maestra esperada. El DVD posee una exquisita edición doble y, ah noticia, es posible encontrarlo en Blu-ray y HD.DVD para disfrute de los nuevos gourmets de los cacharritos de alta tecnología.

ERAGON


Aquí es donde Eragon va a dar el superpelotazo de su explotación comercial. No la sala grande, el templo del cine, sino el salón-comedor, la salita de invitados o incluso el dormitorio con lcd pequeñito y dvd debajo. Su falta de pretensiones no es óbice para echar un rato divertido, en casa, pongamos un sábado por la tarde. Y si en mitad de los vuelos místicos y épicos de la dragona uno da una cabezada, bien dada estará. Sueños en mil y pico líneas. Sueños en Blu-Ray. Sueños en dolby-surround.

CASINO ROYALE


Si en cine ya barrió, este Bond en disco será la bomba. Y es que es el mejor espía de su Majestad de la Historia. Daniel CRaig ha sido un descubrimiento, aunque haya quien ( claro está ) le ponga su miguita de repulsa. Las pantallas de plasma del siglo XXI van a hacer plum plum con plam plam en el postre cuando este galán musculado y culto alumbre proezas en casinos de la Europa del Este y en camas de burguesas aburridísimas con ganas de carne sajona entre sus muslos. Muy bruto me ha quedado, pero ése es el espíritu de la serie, de la franquicia y de la mitología levantada alrededor de este personaje tan popular.
Su metraje excesivo, 144 minutos, promete ocio palomitero en el butacón preferido, el de orejas. El home cinema de marca amortizado en cada ráfaga de testosterona.

EL PERFUME

No es redondo: que más quisiera, pero tampoco hay lagunas excesivamente inconvenientes. El perfume se deja ver y da a quien no tuvo la valentía enorme de acudir a la sala grande un entretenimiento garantizado, sobrio, que no entusiasma ni ofende, aunque el olvido, ese dios justiciero y plenipotenciario, la arrumbe más tarde al sótano de los placeres inútiles.
La versión en DVD es estupenda. Hay un making of de 14 minutos que da la idea de cómo es un rodaje en un film de estos presupuestos ya tan holgados.


SALVADOR (PUIG ANTICH )


Golosina de coleccionista, DVD de campanillas. Le falta una noche en la Riviera francesa con un Aston Martin en la puerta y go-go's de softcore capitalista en la puerta de la suite, champán por cuenta de la casa. Por lo demás, dejemos las frivolidades, hay una edición cuidada al detalle. Escenas en el original de la época ( 8 mm. ), escenas eliminadas, tomas falsas, videoclips, entrevistas, audiocometarios del esforzado director Huerga y el inevitable making of ( ¿ Por qué acudir al inglés, que al final y al cabo me da a mí y a los míos de comer desde hace ya unos añitos, si tenemos soluciones semánticas domésticos válidas ? ).
La historia de Antich Puig, el último ajusticiado de España por causas políticas y con el vil garrote vil, se constituye como un ejercicio catártico, necesario, escorado al thriller, pero didáctica y honesta a más no poder.

9.4.07

DIARIO DE UN ESCÁNDALO: Nuevas crónicas vampíricas







Esta crónica vampírica moderna, radicada en un Londres aséptico, obvia el componente gótico al uso y el romanticismo de libro, pero retrata las mismas patologías: lo que es radicalmente distinto es el vestido con el que el mal se nos presenta. Aquí se da a plena luz y no se precisa el concurso de una sola gota de alimenticia sangre. La materia objeto de succión es la personalidad entera y la ejerce una profesora a punto de retirarse, inofensiva en apariencia, culta y crudamente ácida en las observaciones que registra en sus diarios, sobre otra profesora recién adscrita a un claustro, mona, joven y, en principio, fácilmente inducible al placer absoluto de la manipulación.
Diario de un escándalo progresa lenta pero afianzadamente sobre unas presupuestos delicados que, en otras manos, con otras miras, hubiese podido engendrar un vulgar telefilm de factura chillona con abundantes evidencias de reality show en su descarnado metraje.
Acudiendo a un prontuario frívolo sobre la educación en este siglo XXI, podemos decir que la película es un reflejo de la ligera moralidad que nos inunda: de cómo los instintos son los motores de nuestros actos, aunque en este caso la joven idealista y bobalicona ( Cate Blanchett ) nunca nos parezca mala del todo, a pesar de haber contribuido con su anuencia a que un joven quinceañero se la trajine con repetida insistencia en un ardoroso aquí te pillo-aquí te mato.
El chantaje sentimental que la profesora vieja ejerce sobre la nueva conduce todo el interés del film: la perturbada soledad de la profesora levemente lesbiana que se excita con la posibilidad de esclavizar la voluntad de su chantajeada posibilita un avance ágil de la historia, nada melodramático, lastrado tal vez por una interesante pero al final muy pesada voz en off de la narradora omnímoda de la trama, la vampiresa, el demiurgo feliz de la tragedia que su perversión ha creado. La magistral Judi Dench recrea con pasmosa naturalidad un personaje odioso, ambiguo, malvado por naturaleza, sorprendido en la cuesta final de su vida con el himen intacto y la mala leche acunada en esa mirada homicida que arrastra durante buena parte del film.
La intensidad del drama psicológico abierto no decae en ningún momento: suscita discusiones de amplio calado social como la relación sexual con menores o la sórdida anuencia de quienes por uno u otro motivo sacan partido de esta disfunción.
La escasos escrúpulos de la profesora joven a la hora de dejarse trajinar por el muchacho no son menos escandalosos que la permisividad interesada de la profesora al tanto del desmán, que juega sus cartas con premeditación, consciente siempre de que el juego está escrito por ella y ella establece las reglas, los actantes y hasta la duración. Hay una escena particularmente significativa: Bárbara, así se llama el personaje que interpreta gloriosamente, ya hemos dicho, Judi Dench, se sienta en la escalera de la casa inevitablemente inglesa en donde la tragedia ha incorporado a la madre del alumno recién pervertido: ésta acude para darle una paliza a la profesora inductora. El espectáculo es sublime a los ojos de quien ha caligrafiado todas las letras de la obra.
Se pierden estas notables evidencias de buen cine y de estupenda historia cuando la película anuncia su retorcido final, su renuncia a ser sincera consigo misma, porque lo que nos da, en pago a más de una hora de atractivos argumentos, es un final resultón, donde todo se deja conducir hacia la mansedumbre del perdón y donde todos los personajes recobran, a beneficio de butaca, la tranquilidad, la paz interior desde la que comenzaron.

Al final nos queda el retrato gris de una mujer oscura, pérfida en su soledad inaceptada o quizá lo verdaderamente remarcable es la facilidad con la que despojamos los delitos más cercanos de importancia si en la indiferencia adquirimos algún beneficio, un sillón cómodo desde donde contemplar las ruinas de la moral, los devastados silencios de una sociedad excesivamente escorada al tremendismo. Y también otro retrato igual de deprimente: el de la familia disfuncional ( nada que envidiar a los psicotrónicos integrantes de la furgoneta de Pequeña Miss Sunshine ) de Sheba, la profesora joven, de la que podría construirse, con el debido refinamiento dramático, un más que sólido guión de puyas y júbilos burgueses aparentes al ritmo sabrosón de un calypso después de almorzar hamgurguesas con rosado.





Unas Sonus Faber

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