The wicker man se aloja en ese riada moderna de remakes facturados a la vera de algún clásico irrefutable o sobre la nostalgia de un icono de la serie B. Tras su visionado, que va de la intriga a la incredulidad en pocos minutos, me han entrado unas ganas enormes de rebuscar en algún anaquel bien surtido la obra original, inglesa, de 1.973, filmada por Robin Hardin.
Esta segunda versión confirma la idea de que, en ocasiones, hay que dejar las cosas como están o igual todo el empeño de esta gente ( Nicholas Cage, soso como casi siempre, metido a productor incluido ) se orienta a que este escribiente curioso y otros amables lectores cojamos la película antigua y la devoremos para ver en qué ha fallado Neil Labute, agitador cultural de este telefilm de lujo y otrora director de cintas realmente interesantes como Persiguiendo a Betty y En compañía de hombres.
Un policía traumatizado por la muerte de una madre y su hija en la carretera sin que él haya podido evitarlo sufre una depresión enorme de la que se ve súbitamente liberado cuando recibe una carta de una antigua novia que le pide que acuda a una isla costera del Pacífico ( Summerslide) para buscar a su hija, que luego resulta ser de ambos, que ha desaparecido. La isla es una comunidad que vive bajo un matriarcado mágico, sujeto a una serie de leyes ajenas a la lógica civilizada del policía. Rituales paganos y una muy precisa jerarquía de tipo religioso confunden al policía hasta el desenlace final, que tiene un interés y que no vamos a destripar canallamente aquí.
Lo malo de The Wicker man es que el final es previsible desde los primeros minutos. Todavía siento admiración por ese tipo de películas que enredan el argumento al punto de que uno se siente al final imbécil por no haberlo visto antes, digamos. Aquí todo está claro, aunque haya un punto inédito ( uno leve, previsible también para mentes más agudas que la mía ) que levanta la impresión general unos puntos. Muy meritoria ( por artística y por evocadora de mundos que la película curiosamente, aún buscándolos, no recrea ) la localización de exteriores ( una isla en la Bahía de Vancouver cerca de la frontera con los EE.UU. ) y la fotografía de Paul Sarossy.El papel de Ellen Burstyn ( la supuesta reina abeja de la comunidad ) es risible como también lo es la escena final en la que todo comienza de nuevo, aunque nosotros ( espectadores ya puestos al día de las intrigas y las maquinarias perversas de estas amazonas místicas ) ya sabemos a dónde conduce y con qué desaprovechados modos.
Un policía traumatizado por la muerte de una madre y su hija en la carretera sin que él haya podido evitarlo sufre una depresión enorme de la que se ve súbitamente liberado cuando recibe una carta de una antigua novia que le pide que acuda a una isla costera del Pacífico ( Summerslide) para buscar a su hija, que luego resulta ser de ambos, que ha desaparecido. La isla es una comunidad que vive bajo un matriarcado mágico, sujeto a una serie de leyes ajenas a la lógica civilizada del policía. Rituales paganos y una muy precisa jerarquía de tipo religioso confunden al policía hasta el desenlace final, que tiene un interés y que no vamos a destripar canallamente aquí.
Lo malo de The Wicker man es que el final es previsible desde los primeros minutos. Todavía siento admiración por ese tipo de películas que enredan el argumento al punto de que uno se siente al final imbécil por no haberlo visto antes, digamos. Aquí todo está claro, aunque haya un punto inédito ( uno leve, previsible también para mentes más agudas que la mía ) que levanta la impresión general unos puntos. Muy meritoria ( por artística y por evocadora de mundos que la película curiosamente, aún buscándolos, no recrea ) la localización de exteriores ( una isla en la Bahía de Vancouver cerca de la frontera con los EE.UU. ) y la fotografía de Paul Sarossy.El papel de Ellen Burstyn ( la supuesta reina abeja de la comunidad ) es risible como también lo es la escena final en la que todo comienza de nuevo, aunque nosotros ( espectadores ya puestos al día de las intrigas y las maquinarias perversas de estas amazonas místicas ) ya sabemos a dónde conduce y con qué desaprovechados modos.
addenda: Que algún amable visitante de esta página le cuente a este escribiente de qué va el accidente con el que intrigantemente se abre la película. Tengo mis ideas, no crean, pero son todos igual de simples.
2 comentarios:
Nicolas Cage es un tostón. No es un actor como dios manda. Es verdad. Dos pelis buenas. Y se acabó. Luego hace lo mismo en todas. La película la verdad no dan ganas de verla, pero igual una tarde cae. O no ?
M.
Yo tb pregunté sobre lo del accidente del principio pero nadie me ha dado solucion. Otro error a la lista de errores.
Saludos y a seguir.
Cristina Moreits
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