Las proyecciones de los padres no siempre cuajan en el horizonte de los hijos. Esta viene a ser la frase que da luz a esta desconcertante ópera prima de Vera Fogwill, directora y actriz argentina que se reserva el papel principal del film, Florencia, que es una ex-drogadicta que malvive en una indigencia asumida con una hija muy madura que, entre juego y juego, intenta rescatarla del lugar oscuro en donde cree que se halla. El trasfondo social de la película cuestiona la integridad de la familia, su ancestral vocación de núcleo de la sociedad y también el concepto tradicional de la mujer como eje absoluto de su mantenimiento, pero aquí la madre ocupa el rol de hija ( por su desasimiento y por su abandono ) y la hija adopta el papel potente de madre responsable y arquetípica.
La decadencia de Las mantenidas sin sueños , su escoramiento voluntario a la pérdida de los valores morales que debe tener una madre, está muy conseguida. El tratamiento casi indie del guión se sostiene por dos actrices estupendas y una música cómplice en todo momento ( Los Babasónicos ).Cine feminista con un repunte ácido, corrosivo, simpático en ocasiones, que habla también de la penuria de una sociedad argentina convaleciente de corralitos y de miserias políticas que han zarandeado el futuro de un país enorme, visionario, creativamente rico y con un espíritu de superación admirable.El film se estrenó ( triunfalemente ) en 2.005 allá en Argentina.
Llega aquí ahora precedido de un acúmulo de premios ( Mejor película en el Festival de Milán, Mejor película para el público en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria, Mejor película en el Festival Latino de Los Ángeles y presentada como mejor película para los afamados Golden Globe ). Este palmarés ( excesivo, quizá ) da fe del espíritu combativo del film y de su interés más allá de percibir su irrenunciable vocación de drama intergeneracional o, si se quiere, de conflicto madre-hija.
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