16.12.22

un peso liviano




esta caligrafía sin bruma ni mordisco se hace polvo de estrellas, se hace escritura, boca o 
túnel o fábula, un pequeño incendio bebop que vence la oscura, la quemada historia de las palabras y asciende la tarde hasta pesar como un adjetivo sin romper todavía, los adjetivos tienen la vida interior de la que a veces carecen quienes los manuscriben en una servilleta de un bar de copas, mientras suena john coltrane en un solo que parece provenir de la panza de una ballena, miro hacia adentro en la propiedad más oculta del tiempo, me queda toda la vida para desabotonarme del todo y tumbar mi cuerpo en la cosecha infame de las horas, todas matan, la última hora debe ser la hora de la poesía, morir debe ser entregar un último verso, en ti todos los versos se parecen a un único gran verso con sordina, john coltrane en la panza de la ballena, como jonás el profeta escuchando la voz de dios ir y venir, como un solo de john coltrane en su cabeza, el verso abierto con el que el universo celebra  su festín de secretos, un pequeño incendio acecha en las avenidas, en los índices de las novelas de amor, en las calles del sector sur en córdoba, en la playa de mil novecientos setenta y ocho, mi abuela cuidando de que no falte ningún nieto, estamos jugando en la arena, recuerdo a mi prima rosa riéndose como si fuese la primera risa depositada en el mundo, reírse es negar a dios, el que se ríe no le tema a la muerte, no tiene que pensar en cómo se salvará, en quién vendrá a echarle una mano cuando el agua le llegue al cuello, reírse es una síncopa con colmo, un arpa terrible en el fondo del alma, donde el dolor y donde la lujuria, está la tarde gris y amenaza lluvia, anochecerá pronto, no tengo nada con lo que consolarme, acabo de despertarme de una siesta larga, he soñado que la ballena me daba un bocado, zampado el poeta, convertido en plancton lírico, estamos en un vértigo de niebla, le digo a dios, estamos los dos apedreando perros, mintiendo en los púlpitos, él tiene la barba blanca, yo tengo la barba blanca, escribo porque pronto olvidaré lo que digo, porque john coltrane me escolta, porque la ballena me viene grande, porque amanece sin que se descuide la luz y contradiga su antiguo oficio de flecha, porque duele el hombre y está sin nadie que la abrace la alegría

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