19.3.25

Lester

 



Dime qué haces, qué miras, no tienes que estar ahí, déjame solo, no ves que estoy mal, da igual que haya salido al escenario y haya ejecutado todas esas piezas y el público haya aplaudido, pero no estoy bien, no hay manera de estar bien, ya no se puede, he llegado a un punto en que el único bienestar empieza con la primera calada de un cigarrillo y el primer sorbo de un whisky, todo lo demás carece de importancia, uno viene a tocar, le pagan y vuelve a perderse en la niebla, donde nadie te mira y puedes pasar desapercibido, se está bien sin que nadie sepa dónde estás, pero hay que pagar las facturas, hay que hacer sonar la música, así que abres los ojos, sales de la niebla y te dejas ver, te contratan, una semana en el mismo local, eso es fantástico, no tienes que ir cambiando de hotel, te pones tu chaqueta menos arrugada y pides que haya tabaco y alcohol, lo otro se pilla más a escondidas, no hace falta airearlo, no conviene, te colocan la etiqueta de colgado y los bolos bajan, no puedes estar sin tocar, el jazz es un negocio ruinoso, lo de los discos no da para mucho, sobrevives, tienes para cambiar de traje, pero el saxofón es el mismo de siempre, no es que le hayas tomado cariño, es que son muy caros, dile a alguien que haya cerveza, bourbon, que tenga las botellas a mano, me da lo mismo la marca, que abran la ventana, apesta a humo, vuelvo en treinta minutos, debo aplacar la sed de la sangre, voy a tocar, si no toco, tendré que seguir bebiendo.

No hay comentarios:

5 industriosas hormigas

  Camarada Fernando Oliva, un día acabaremos viéndonos en la cubierta blanco y negro del Potémkin. Un acceso de sentimentalismo nos arruinar...