24.2.08

John Rambo: El héroe redimido






Tal vez carezca de interés echar mano de la hagiografía del héroe, ese dietario ampuloso de hazañas de corte fascista que entretuvieron la decada de los ochenta y llenaron las pantallas de imágenes de una complejidad nula. De hecho, el soldado Rambo es el residuo de una época convulsa en la que la alta política (los leones de la película de Redford) recluta corderos para que la burocracia continúe abasteciendo de dividendos y de patriotismo a la ciudadanía. Por eso a Sylvester Stallone no le hace falta un guión sólido sino la convicción firme de que la brutalidad de los acontecimientos que narra precisa una plasticidad explícita, que huye de los tiempos muertos y convoca, a golpe de gong tribal, el instinto puro del mercenario por antonomasia, la máquina de matar, que en esta última entrega vive una especie de retiro místico, en comunión con la naturaleza. Y como el argumento de un western arquetípico, el héroe de acción es devuelto al campo de batalla. La bestia ha sido despiertada. Lo que viene a continuación es una adrenalítica descarga de metralla y vísceras, un espectáculo brillante sobre la violencia que no esconde en ningún momento su impudicia.
John Rambo es una película expeditivamente grosera, pensada con absoluto desperpajo, montada con un más que notable conocimiento de cómo funciona el espectáculo cinematográfico, que recurre sin tapujos a la explotación inteligente de todos los tópicos que han ido jalonando durante casi tres décadas la forja de este ex-boina verde de mirada montaraz y discurso lacónico y sintácticamente plano, que ha regresado al infierno para poner a la platea bienpensante de la crítica a cavilar sobre si aplastar este subproducto (qué creían: es Rambo) o admitir que se trata de una buena película, muy bien planificada, filmada por un Stallone en absoluto estado de gracia y consciente del carácter fundamentalmente iconográfico (mítico, mal que pese a muchos) de su personaje.
Cuando otros directores se obcecan en buscar un muestrario de justificaciones para la violencia que exhiben sus films, Sly entrega toda su ardorosa capacidad de trabajo en facturar una obra necesariamente menor en la Historia del Cine (faltaría más) pero absolutamente imprescindible en los manuales de Historia del siglo XX.
Vista sin prejuicios (prueben, si entran a ese estado mental pueden disfrutar de verdad) John Rambo es una demostración de la dignidad de las franquicias, aún a pesar de que hayan estado sepultadas en polvorientas estanterías de videoclubs de barrio y el tiempo las haya convertido en chascarrillo de gag, en pura caritura.
Stallone deja para el final un contrapunto poético, tal vez el único: el soldado que regresa a casa. Ha estado treinta años intoxicado por la metralla.



5 comentarios:

Mycroft dijo...

Demuestra que stallone es un buen artesano y un director con mucho oficio.
Si cumple su promesa y se retira de escena para pasar detrás de las camaras definitivamente podemos ganar un buen director de género.

Anónimo dijo...

A mí me gustó mucho Acorralado, First blood. Luego la serie Rambo ha tirado por derroteros que no me han entusiasmado. Ahora no es que esté rendido, ni mucho menos, pero pasé un rato fenomenal viendo este John Rambo. Rocky no la he visto, pero sé que hizo una operación parecida...

Anónimo dijo...

Una mierda es Rambo. No es cine. No lo fue y no lo es en este intento como el de Rocky de reverdecer lo que ya estaba muerto, enterrado y olvidado. Nada de icono de ningún siglo. Lo que he leido ya muchas veces. Rambo es una soberana desfachatez, Emilio. No estoy nada de acuerdo contigo y suelo estarlo. Perdona el tono subido. Me indigna esto del Rambo redimido. Es un facha impresentable y no es más. Saludos, y perdona, hombre. El tono, digo.

Anónimo dijo...

No es, Rafa, tan "mierda" como dices. Sí es cine, en mi opinión. No es Fritz Lang o Samuel Fuller o Bergman, pero da un rato enorme de entretenimiento y está filmado con oficio. Eso es innegable. De acuerdo que puede uno encontrar fascismos en la cara del atronado Stallone, pero es cine y asi hay que entenderlo. No tengo que disculparte el tono, nada, hombre.

Mycroft dijo...

One moment!
Como si Sam fuller le hiciera ascos a los encargos con guiones un poco flojos!
Era cojonudo pero tenia que comer.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.