Tampoco ha sido una búsqueda precisa. Ni tan siquiera justa. Ni útil para nadie, pero se aviene a este capricho de arranque de año que pide, a puro beneficio de inventario, una lista, un tal vez defectuoso inventario de los momentos de placer que el jazz ha proporcionado a este cronista de sus vicios. El jazz es uno de los capitales. Guardo el disco que, sin ser de aquel (tiempos pasados, tiempos muertos) 2007 me ha llevado a más altas cimas de placer. Ha quedado bien. Es éste.
Sigue siendo una de las maravillas sonoras que el talento humano ha entregado al contemplativo júbilo de la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario