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2 comentarios:
Y Lizabeth Scott, Ella Raines o Linda Fiorentino. Siguen los mismos rituales, pero afortunadamente las femmes fatales tienen muchas pieles distintas.
Las mujeres malas tienen un encanto especial. Su corazón, un día generoso, está emponzoñado por la maldad, lo que las convierte en objeto de deseo de los hombre con el fin de redimirlas, de domarlas. Es, curiosamente, la versión en negativo del hombre corriente. Las mujeres persiguen el doblegarles a su voluntad. Las femme fatales son en realidad un visión masculina del universo femenino. Como nos gustaría que fueran. Pero no olvides aquellas novelas de Anita Loos: "Los Caballeros las Prefieren Rubias"... "Pero se casan con las morenas". En el fondo siempre se busca lo confortable. Lo peligroso estimula pero cansa.
Lo furtivo, lo clandestino, el pecado es flor de un día. Todo lo que está lo suficientemente visto, no asombra. Sin asombro, no hay encanto. Se busca la aventura porque es efímera. Si supiéramos que el polvo del siglo dura una vida entera nos volveríamos eunucos vocacionales.
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