28.1.08

Contra Dan Brown


Hay vida después de las novelas históricas, aunque las estanterías estén secuestradas por dinastías y pasillos secretos, por cetros perdidos y bastardos que reclaman un trono. Hay vida después de la descendencia de Cristo, imán falsamente culto de quienes no leen y precisan del morbo de lo blasfemo para hocicar en el libro su tedio lector. Hay vida después de los cátaros, que tal vez la SGAE les ayude a sobrellevar su fondo de vestuario con los beneficios de las cruzadas. Hay vida, en fin, en las librerías fuera de este apocalíptico catálogo de conjuras y de conspiraciones que amenaza con fidelizar ciudadanos a la lectura, pero no a cualquier lectura. No importa leer: lo que aquí se está haciendo es ganar una soldadesca ciega a la literatura, pero abierta, cual mercenario, al postor que mejor trama mistérica le proporcione.
Si no hay papas corruptos, dioses convertidos en moneda de cambio o libros que cifran el caos del mundo, no hay literatura. Ese basurero de la historia, más mercantil que metafísico, está haciendo un daño enorme a la lectura considerada como enriquecimiento personal. Quizá irreparable. Una vez que hemos alimentado nuestro espíritu con esa bazofia esotérica (y no todo esoterismo está gangrenado por ese mal, claro) el regreso a la letra noble es complicado. Hay en su prosa toxinas terribles. Una vez asimiladas, contaminan la cordura y devastan cualquier resto de alta literatura, qué sé yo, se me ocurre ahora Balzac, Stevenson, Cortázar, Auster, Amis, McEwan, Kundera, Marías, Borges, Poe, Lovecraft, Nabokov, García Márquez, Grass, Umbral...
Hay vida después de perderse uno en lenguajes cifrados, en códigos medievales, en vírgenes negras, en sórdidos monasterios, en viajes en el tiempo o en asesinos vaticanos. Los manuales de Historia de la Literatura contemplarán este fenómeno como una injerencia de lo cinematográfico en lo literario, una del tamaño de Saturno, dañina en cuanto crea un ramal por donde puede enfangarse el negocio editorial, que buscará afanosamente best sellers, historias encriptadas, círculos mágicos y reinos perdidos en el índice de un evangelio.
Contra pronóstico, la masiva venta de best sellers de este cuño histórico-sensacionalista no beneficia a la literatura: la enfanga, la reduce a lo que no debe ser, a reducto de morbosos, de cotillas de la Historia y de lo ajeno.
Sí, se lee. Leemos más, vocinglan los jerifaltes de la cosa pública, pero ya sabemos que hay lecturas que aborregan al personal, lo formatean a nivel sensible y conducen su interés a un batiburrillo de referencias cruzadas poco fiables, cuando no enteramente fabuladas y, con escasos márgenes de duda, escritas con una prosa cochambrosa y paupérrima.
El alquimista éste de la farándula esotérica está haciendo su cruzada particular, legítima, sustentada por un conocimiento absolutamente sobresaliente de la ley de la oferta y la demanda y cómo el lector busca siempre placeres blandos, inocuos, fácilmente digeribles, fórmulas de vasallaje cultural que lo incorporan a un cierto tipo de cultura postiza, impostada, imposible de considerar en serio más allá de algunas breves consideraciones generales.
Me comentaba K. que había disfrutado con Dan Brown y su Código de marras. Que lo había leído en dos tardes. Luego no reincidió con Los pilares de la tierra, que preside un anaquel reventón de clásicos. Ahora ha pedido a una conocida firma de venta de libros Un mundo sin fín, la falsa segunda parte del tocho de Follett. Tampoco lo va a leer. Hasta que saquen la película. De hecho, Los pilares de la tierra está de nuevo en lo más alto en venta de libros de bolsillo. La continuación copa la lista en novedades. En poesía, gana por goleada Sabina, que llega a un público mayor. Ángel González, ya muerto, vende versos como Henry vende camisetas. Leyes de mercado. El morbo. En ensayo, vende Punset porque sabemos qué rostro hay detrás del escritor y su apasionamiento químico tiene cuartelillo mediático. Y así.


10 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo que el problema esté en el contenido sino en quien lo proporciona. Ha habido cientos de grandes novelas históricas, miles de historias de realidad-ficción que han demostrado vigencia. Creo que el autentico problema reside en quién escribe y en cómo lo hace. Dan Brown es un pésimo escritor. Cuando todos lo hacían juré no leer jamas "El Código Da Vinci". Claro que también juré no ver la película y terminé por verla. De puro mala muy divertida, por cierto, adiviné los pasos del protagonista uno a uno. Incluso su decaído final era previsible. Si la novela se le parece, qué pérdida de tiempo, Dios.

Brown es el tipo listo de la clase que copia y nadie se entera. Cuándo le conté a un par de conocidos que el argumento central de la novela (la descendencia de Cristo) había sido utilizado desde el tiempo se pierde, pusieron cara de poker. No les dije que el fresco de Da Vinci (la última cena) había sido mil analizado con mil versiones diferentes como resultado, incluida la que utiliza Dan Brown. No lo conté, no me hacían ni caso, la novela les corroe y los flashes de la fama les ciegan. No cuestiono a quién lea sus libros, o los de Zafón o "La Catedral del Mar" o "La Biblia de Barro". Cada uno es muy dueño y siempre tengo en mente una frase que me dijo una compañera de trabajo hace años: "Cuándo llego a casa sólo quiero desconectar"... Ella veía "Tómbola" y hacía bien, era su modo de cortar con todo. Dan Brown es como "Tómbola" aplicado a la literatura. Mi opinión sobre él no es buena pero no voy a cuestionar las ajenas.

Para bien o para mal, la ley del mercado se impone, Emilio.

Anónimo dijo...

Oh my friend, pues claro que la novela histórica tiene vigencia absoluta. Uno de mis autores favoritos es Marguerite YOurcenar, y mira qué escribe. Historia pura. Pero la Historia, Álex, se aviene más al despropósito literario, al gazpacho cultural y al engañabobos que supone mezclar la velocidad con los torreznos. Así es. Yo también disfruté como tú la película. Tom Hanks fue bajado del pedestal en donde lo tenía. Pelas.

Anónimo dijo...

Oh my friend, pues claro que la novela histórica tiene vigencia absoluta. Uno de mis autores favoritos es Marguerite YOurcenar, y mira qué escribe. Historia pura. Pero la Historia, Álex, se aviene más al despropósito literario, al gazpacho cultural y al engañabobos que supone mezclar la velocidad con los torreznos. Así es. Yo también disfruté como tú la película. Tom Hanks fue bajado del pedestal en donde lo tenía. Pelas.

Anónimo dijo...

Brown es basura. Es un tipo listo, el más listo a lo mejor, pero usa la literatura como si fuese basura.
Hey, Emilio, mucho tiempo sin veeeeenir por su paginita.

Anónimo dijo...

Mucho, sr. hijo de tm.
Pero siempre tiene ud. la puerta abierta. Entre, entre.

pd.: sigue ud. aficionado a los libros esotéricos ?

Anónimo dijo...

No podemos meternos con el pobre DanBrown. él no es un autor literario. Es un instrumento de una empresa de márketing que se está forrando. Ya parece que hasta tiene un suculento adelanto ( nose cuantos millonesde dolares) por escribir su proximo bufonada. El título será Conjura en Venecia o El secreto de la Vírgen o El ojo de Dios. Algo que se quede en la memoria y que luego haga dividendos en el cine y en los libros. No confundamos: Brown no es literatura. No lo pretende. Estoy de acuerdo con poder desconectar, como escribía Álex. Se puede desconectar con basura, y no pasa nada, pero siempre con la idea de saber que es basura, no sé si me explico...

Mycroft dijo...

De hecho Dan Brown no existe. Son mil monos tratando de escribir las obras de Vizcaino casas.
Yo estoy flipando ahora mismo con el Huxley primerizo, el pre-mundo feliz, antes de las utopías, antes de las drogas, y de la mística. Este hombre era de una precisión milimétrica.
Es casi como un sommerset maugham con talento.

Anónimo dijo...

Usted es un malabarista del lenguaje. Qué mezcla más felina de autores. Y ninguno se ha caído ni se ha destrozado el talento. Salvo el Vizcaíno, claro.

Anónimo dijo...

sr. anónimo, estamos todos de acuerdo. Brown es un invento de una compañía de relojes o de portátiles o de ataúdes.

Anónimo dijo...

Muy bueno eso de que Dan Brown no existe. Es una entelequia virtual. Se ha visto a un pesonaje en la tele y en los medios pero es falso, se ha inventado. El código da vinci está escrito por un programa de microsoft.
No lo duden.
La Iglesia Católica ahora en gran batalla lucha también contra la tecnica.

Amy

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