Lo terrible de ir aplazando las obligaciones es que luego no nos acordamos cómo se llevan a término. Yo estuve un mes evitando ir al dentista y el día en que me impuse la visita ya no me acordaba dónde estaba la consulta. Anduve unas horas tratando de poner en orden mi zozobra mental y terminé en un bar de ambiente en el que coincidí con un amigo que no sabía cómo ir al banco para pagar la contribución. Días después leí en la prensa que uno de un pueblo cercano al mío estuvo perdido casi una semana sin encontrar el camino de vuelta a casa. En ese limbo fue asaltado por un delincuente que le robó la cartera y el móvil, pero tan aturdido estaba por la incertidumbre del regreso que no opuso resistencia y hasta le ofreció un reloj de marca que su suegra le había regalado por el aniversario de boda. Me he preguntado si estas anomalías de orden meramente topológico suceden a todo el mundo o son cosa mía. Si en Turquía hay un tipo como yo que le da vueltas a ir al dentista y luego acaba en un bar de ambiente con un tipo turco muy parecido a mi amigo que no quiere pagar la contribución. Si en Wichita Falls hay un tipo escribiendo en su blog una historia como ésta y pensando en coincidencias felices y en anomalías ( o son convergencias) del azar. En otro orden de cosas, o es el mismo, hay políticos que también tuercen su camino y acaban en bares de ambiente, pero al político estas frivolidades de carácter animista les salen cara y tienen que plantar sobre la mesa de algún jefe la dimisión y acaparan portadas y cuñas radiofónicas. Por estas razones, no soy muy amigo de responsabilidades. Vaya a ser que no tenga coraje para llevarlas a cabo y pierda la poca confianza que tengo todavía en mí mismo. Se me ocurre, en todo caso, abrir un bar de ambiente. Uno estratégicamente colocado entre el dentista y el banco donde los despistados o los perezosos o los flojos de ánimo puedan tranquilamente beberse la vida a sorbos lentos mientras afuera la gente resuelta se hace empastes, paga sus hipotecas y da conferencias sobre el Estado del Bienestar en un Hogar del Pensionista del extrarradio. Eso o seguir escribiendo en mi blog de noche, atrincherado en esta habitación reventona de libros y de discos en la que me siento como Dios en sus nubes.
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1 comentario:
Me he quedado superintrigada.
Creo que debería haber un Perdidos segunda temporada, Emilio.
Dale, ataca, no te cortes. Quiero saber qué pasa.
Anita
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