27.10.07

Haciendo patria


Nadie en su sano juicio cuestiona este estandarte. España, al olor del jamón, izado como orgullo, olvida sus quebrantos, frivoliza su fractura y echa la siesta del fauno ibérico, preludio a la celebración de la raza porcina, ebria de bellota y mimo. Ahora que un valiente le ponga un himno y un comisionado estatal se reuna en Jabugo o en Trévelez o en Salamanca para hacer la letra. Yo, regado de tinto, canto muy bien.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El jamón es más que un estandarte, Emilio. Es una religión. Jamón acompañado de gajos de pan rociado en aceite. Así debe ser el paraiso.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Joder, Alex. Contundente. A mí me pirra con aceite y tomate en pan calentito, por la mañana, con el café. El día empieza así perfecto. Luego se enturbia solo.

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