26.10.07

Every day I have the blues...


"Me gusta la música. Aunque debe cumplir algunas condiciones, entre ellas, que no haga que las personas se salgan de sí y pierdan la compostura. He oído que algunos estilos, no el propio rap sino el heavy metal y algún otro, con el uso de alucinógenos llegan a provocar que mientras se conduce a toda velocidad, los jóvenes abran las ventanas o las puertas y salten por ellas. Me opongo a ese tipo de música."

Mohamed Hosein Saffar-Harandi Ministro de Cultura y Orientación Islámica de Irán.


El Papa Ratzinger, inflexible con relativismos, ha venido a decir que la música que sacude a la juventud es “expresión de pasiones elementales”. Quizá la exposición excesiva a los decibelios lujuriosos del rock y de sus territorios aledaños - rap, rhythm and blues, jazz excesivamente sincopado, funky, hardcore o pop de verbena- ha deteriorado el raciocinio y el sentido común y por eso no vamos a misa o el Estado del Bienestar se ha atrincherado en asignaturas tan imprudentes como Educación para la Ciudadanía. La banalidad aupada al hit parade de la moralidad pública.










El ministro iraní y el Santo Padre temen, en el fondo, lo mismo que aquel bibliotecario medieval de El nombre de la rosa que homenajeaba a Borges y recelaba del talento de Guillermo de Baskerville, que no comparaba la risa con el pecado, aunque ambos fuesen atributos humanos.
Ya lo decía Jorge de Burgos, el celoso guardián de las palabras: "La risa es un viento diabólico que deforma las facciones y hace que los hombres parezcan monos". La risa, como la música, produce estas aberraciones del espíritu. Yo suelo padecer de ambas: las dos laceran mi intoxicado ocio. En ellas me refugio cuando siento débil la carne y la realidad devasta con su inextricable mala leche mi sensible espíritu. Por eso confío en el poder divino de la música.
Listado de músicos gratos: Amancio Prada, José Luis Perales, Ismael Serrano, los buenos tiempos de Jeanette ("Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así") .
No tiene futuro en Teherán The White Stripes, The Strokes, Led Zeppelin (Black dog, Rock and roll), AC/DC, todo el blues del delta y tal vez (esto no lo tengo tan claro) David Bisbal o Chayenne o Jennifer López, iconos de la carne promiscua, embajadores plenipotenciarios del frívolo imperio de lo lúbrico.

Alucinados, politoxicómanos del compás y demás fauna del ritmo absténgansen de exhibir en determinados ambientes sus vicios. O háganlo sin pudor, pero están avisados y no sería de extrañar que les mirasen mal y hasta le negasen, en la refriega, el cielo. En Roma. En Teherán. En mi pueblo cuando tercia el azar y no lo impiden los astros.

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