18.10.07

Oze Lui


Escribe Paul Auster que la verdad, al indagar en el pasado, tiende a enturbiarse pronto. Razonadamente, la verdad es inamovible, su tozuda esencia escapa a los límites del tiempo y del espacio, pero basta con pensar en la Historia, la reciente, la registrada en los libros, para acceder a una revelación de sólida vigencia: la verdad es el flexible y poroso material del que están hechas las leyes del mercado. O las leyes de la ordenación territorial. O las leyes de la inversión lingüística. Viene este arrebato escolástico cogido a vuelatecla por la cada día menos sorprendente, por vista, por cargante, historia de lo español y de lo catalán que Carod Rovira anoche en TVE sacó a colación cuando un ciudadano vallisoletano le espetó con un educado, pero inconveniente José Luís.
El programa de la tele de todos quiere ser un espacio de confraternización entre la ciudadanía y la clase política, una especie de puesta en común de lo que nos une y lo que nos separa, todo muy bien compartimentado, administrado como si se tratara de la puesta de largo de la hija de un señorito de pueblo con aspiraciones. Ni Rajoy ni Zapatero encandilaron mi atención. El problema es mío, lo sé. Cierto desapego de las manifestaciones de estos gestores de lo público que quieren, en el fondo, perpetuar su ideario, planificar con eficacia su futuro. Como todos.
Asunto Carod Rovira: el hombre realizó un atropello verbal sin concesiones. Una refriega a nivel sintáctico que evidenció la importancia de las palabras en este mundo digital de unos y de ceros. La trama a cuenta de la exclusión social de lo español en Cataluña o de lo catalán en España es un argumento de barra de bar, una cháchara maravillosa para entretener cañas con los amigos, pero si la cosa es tomada excesivamente en serio (no lo dudo si los contendientes afilan sus armas y consideran que la vida o algo más les va en la batalla) me parece que la frivolidad será un lujo y todos andaremos (es un decir) cuidando qué decimos y dónde, vaya a ser que incomode a alguien y tengamos que justificar nuestra inocencia en materia idiomática. No sé catalán ni quiero saberlo, venía a decir una señora objeto también de la ira del interpelado. El disparate de españolear lo catalán es el mismo disparate que tratar de catalanizar lo intrínseca y genuinamente hispano. Así no entra en la lógica cartesiana de las verdades recíprocas, fuera del espacio y del tiempo, que a un ciudadano de Aranda de Ebro o de Montilla del Palancar que emigre a Martorell le obliguen, ley en mano, a parlar la lengua de Pla, le plazca o no. Que opinión tendrá.
El charnego, el proteico héroe de Marsé, ese obrero de su estómago que respeta la mano que le da de comer, pero nunca acaba por sentirse parte del escenario, sino mero transportista del atrezzo, es parte vinculada a la Historia que Carod Rovira reivindica, lengua incluída en el lote. Y no es cosa de que la cavernaria heredad de símbolos funcione sólo hacia un lado. La verdad incomoda cuando nos beneficia poco o directamente nos elude. Y el pobre ciudadano vallisoletano increpado por el político de ERC se encontró en una polémica que no pretendía suscitar. El talibanismo lingüístico no pasará de mañana. La memoria se apresta a ocuparse lo justo en cuestiones limítrofes, accesorias, de escasa importancia. Ésta, a pesar de la masiva preocupación de toda la prensa por el asunto, también.
Andy Warhol, visionario, predijo el minuto de gloria del ciudadano ordinario que aparece en televisión. Paul Auster se fija en lo turbio, en la farragosa y empantanada escritura de los siglos, que modifica a placer los significados de las palabras, las condiciones fundamentales para que podamos entendernos sin tener que atropellarnos.

10 comentarios:

Mycroft dijo...

Siento Discrepar, pero no era una cuestión lingüistica, sino de respeto, del nombre que pone en el DNI, sea Nabucodonosor o Josep Lluis.
A Paul Auester no le llamamos Pablo Auster, y eso no denota un interés específico en el inglés.
La reacción de Carod fue demedida, pero el desprecio de la señora vallisoletana hacia su persona y hacia su lengua fue patente.
Y Carod lo dijo claro: Él es independentista por convicción, pero hay otros que lo empiezan a ser por reacción.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Correcto, pero la tirita fue infinitamente mayor que la herida.
Tu discrepancia la entiendo. Claro. Miguel Campoviejo no ha escrito Tubular bells, Mike Oldfield, sí, pero yo digo País Vasco y no Euskal Herria y digo Inglaterra y no England. Hay, como siempre, para bueno o para malo, matices. A mí me parece estupenda la rabieta de Carod Rovira, pero no los modos. Eso es lo violento. Que no se atempere, que carezca de los mecanismos de templanza que se le suponen como político bregado en estas frivolidades. En todo caso, llamarle José Luis no creo que fuese un acto hostil. Es más hostilidad obligar a que un ciudadano en Cataluña hable catalán, quiera o no. Distinto es que lo entienda o que a voluntad lo aprenda. Si yo voy a Polonia o a Noruega aprenderé o no, peroes que no hay otra lengua. En Granollers, donde tengo amigos, hablan castellano. Es todo muy complicado para una mente pequeña como la mía. Saludos, my friend.

Anónimo dijo...

Llevas, Emilio, una parte de la razón. Mycroft, otra. El asunto no es llamarse de una forma u de otra sino no obligar a nadie a nada. Que todo sea suave. En cAtalunya se habla catalán y se habla español, y hay tolerancia, hay convivencia entre las dos lenguas. No es todo tan exagerado como parece. No hay hostilidad. Carod Rovira represneta a una parte de los catalnes, no a todos. Así que los parlamentos de este hombre en la tv son parlamentos parciales. No es asi el catalan ni es asi el español.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Admiro a todo políglota. Yo mismo me dedico a enseñar una que no es la mía nativa, pero lo inteligente es administrar su uso, saber cuándo usarla, en qué contexto, y no magnificar errores no atribuibles a hostilidades manifiestas o a rencores. No era ése, creo, el caso. De todas formas esto, lo escribo en el post, es un grano de arena, pero es posible que vayamos hacia un desierto completo caso de insistir en la misma escena. Hay más escenas y más importantes que la advocación de un nombre o la de otro. Saludos, mandy.

Mycroft dijo...

La verdad es que fue un error de bulto por su parte: Hubiera debido ser más irónico, clavar la puya con sorna y restar importancia...
Deslució el resto de su intervención, moderada y sensata. No comparto sus ideas, pero hasta que perdió los nervios las defendió magníficamente.

Mycroft dijo...

Por cierto, yo si creo que a nivel incosnciente al menos, españolizar a Carod aunque sea nominalmente es un fetichismo que debió satisfacer a sus interlocutores.
No descarto que lo adopten sus adversarios políticos para desestabilizarle en el congreso y hacerle rabiar.
Pero vamos, es solo un comentario acerca de lo de siempre: Elevar la anécdota a nivel de acontecimiento, de lo cual acabamos heredando esa tendencia a hablar de lo accesorio por encima de lo importante.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Hemos dado en la diana, definitivamente, Mycroft.-

Emilio Calvo de Mora dijo...

Hemos dado en la diana, definitivamente, Mycroft.-

Anónimo dijo...

Yo conocí a Eduardo Punset cuando se presentó como lider del desaparecido CDS a la presidencia del gobierno. Después perdió una o por el camino y fue presentadocomo Eduard. Así le nombro yo en mis conversaciones domésticas. Es un Eduard que atiende y no se crispa cuando alguien pronuncia su nombre con una vocal final. No entiendo por qué lo anecdótico terminó absorviendo toda la atención del debate. Por otra parte, pienso que el tipo pucelano pretendió provocar con su actitud. Se veía a la legua que Carod entraría al trapo y así fue. La verdad, si es que existe una única verdad, sugiere que ambos tienen razón. Si eliges vivir en Barcelona me parece lógico metamorfosearse con tu entorno, lengua incluída, pero no es menos cierto que la discriminación idiomática existe, por mucho que el escaso verbo del tipo que lanzó la pregunta le impidiese defender su posición de modo coherente.

La mujer que lanzó aquel hiriente: "ni sé catalán, ni quiero saberlo" es un alma tan pobre como la chica balear que dijo sentirse agredida al salir de los contornos de su zona lingüistica. Me dieron pena las dos. O mejor, me dieron arcadas. El fanatismo tiende a solidificarse si se mezcla con la paranoia. Ése fue el problema de Josep Lluis Carod-Rovira (y lo escribo sin retintín) y de los extremistas contrarios a su pensamiento: el pensar que España tiene dos únicos polos. Para Carod, la imagen de España es la de una vieja intolerante que desprecia todo lo ajeno. Para los otros, Cataluña está habitado únicamente por extremistas cerrados de mente que queman fotos de reyes. Y lo importante se queda en esbozo. Dice Carod que Cataluña ha sido marginada en lo referente a infraestructuras. Qué bien vende la demagogia cuando te apoya el azar de las circunscias (léase apagones veraniegos). Y mientras pronunciaba esa sentencia me dio por recordar las infraestructuras gallegas, las castellano-manchegas, las oscences, las extremeñas. Tal vez los extremeños debería formar su propio grupo independentista para reclamar atención. Reescribir la historia a su gusto para borrar todo vestigio ajeno a la bandera verde, blanca y negra. Entonces puede que alguien les hiciera caso... o no.

Por cierto, hace bien poco, en un concurso televisivo, vi cómo un concursante catalán era incapaz de identificar los colores de la bandera extremeña. Parafraseando una de las frase del señor Rovira, diría que: "si el doscientos años (rebajémoslo en este caso a treinta años) no han sido capaces de interesarse por un detalle como ese, el problema lo tienen ustedes". Amén.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Diana amplificada y con el centro ametrallado de sana cordura. Bravo, Alex.

Un aforismo antes del almuerzo

 Leve tumulto el de la sangre, aunque dure una vida entera su tráfago invisible.