No saber quiénes son, aunque sepamos sus nombres. No tener certezas sobre de qué puedan estar hablando, aunque oigamos la conversación por encima de la mentira en blanco y negro de la fotografía. Así ensimismar la mirada, perderse en las sombras, dar con la clave que ilustre nuestra ignorancia acerca de las relaciones humanas y de cómo dos personas pueden conquistar el júbilo apurando dos copas sin otro atrezzo que un cielo gris (estoy mirando la foto) y una especie de bruma semántica en mi cabeza. Me desconecto diez horas. Vuelvo mañana con la sonrisa puesta.
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7 comentarios:
No contacto con Woody Allen todavía. Me cansa el diálogo y me cansa que no pasen cosas. Ahora está en San sEbastián y anoche vi Vicky Cristina Barcelona. ¿Conclusión? Que Bardem no habla como Bardem y que todavía sigo pensando que hablan demasiado, Emilio. No entenderá nunca los fans mundiales del"genio de Manhattan". Cuenta tú, si sabes. Paco Mérida
La imagen en sí es toda ella una película, una historia. Me gustan mucho los contraluces en b/n porque son como sombras chinescas, destilan vida propia.
Un besote.
Es la foto perfecta. La tuve en un diseño antiguo de El espejo, pero de todo se cansa uno. Ahora la echo en falta. Igual hasta la vuelvo a poner. Un abrazo, Isabel.
Llevo toda la mañana en tu página. Y estaré, voy a estar, muchas. Me parece que he descubierto un escritor, y no un bloguero, sin que eso, por favor, sea un insulto para quienes sólo hacen blogs. El Espejo de los Sueños ya está en mis favoritos. Qué manera de escribir. Me quedo más con El diario del activista mental que con las cosas del cine. Son cosas mías. Soy de muy poco cine. Soy más de periódico y más de libro y soy también, por no saber escribir, ya estás viendo, un fan declarado de todo el que demuestra, pluma en mano, tecla o lo que sea, estilo, maestría. ENHORABUENA OTRA VEZ. No es peloteo, no, es que estoy encantado. Yo no tengo blog al que puedas entrar. Sí un correo que te he pasado. Saludos madrileños.
Iván.
Qué decir, Iván. Gracias. Que entres y leas. Se trata de eso.
Podría ser yo, o podría ser cualquier otro. Para Woody Allen lo importante es el anonimanto. Le encanta pasear por las calles de Nueva York sin que la nadie le diga nada. Formar parte de la vorágine. El fotograma es singular, sin embargo. Son dos personas con copas en las manos y la palabras en los labios. No hay más. La atracción desnuda.
Y qué razón tiene Iván...
Hemos sido educados para buscar nombres detrás de las caras. Para leer si sabemos el nombre de quien lo ha escrito. De ver cine con la certeza de estar confirmando nombres, Álex, nombres, cosas sabidas, recuerdos, asuntos ya asimilados. No queremos esfuerzos. El anonimato requiere un abandono que a veces no estamos dispuestos a admitir. La foto es perfecta por ese limbo, por su inexacta clarividencia, por su literatura escondida, por su desnudez, como dices. Son dos personas. No son Woody ni Diane.
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