15.9.08

Maestros

No estoy seguro de la conveniencia de cerrar el lunes escribiendo sobre el infame atropello con el que el otro día se despacharon en A3 a costa del gremio de maestros. Trajeron a pantalla a un lindo puñado de infantes que confesaron su animadversión hacia la escuela y, en particular, a la figura del maestro. Condenaron el inglés como asignatura y redujeron al recreo la posible bondad de todo el sistema educativo. No es culpa de los entrevistados: les pudo más que la sinceridad la posibilidad de no desentonar en exceso con lo que oyen en casa. La escuela está en desprestigio, no me cabe ninguna duda. Ni siquiera una diminuta, una de un tamaño menguado que luego consienta un engorde paulatino hasta que desaparezca su insignificancia. Y por si el maestricidio no fuese plato televisivo suficiente para satisfacer la jauría de espectadores ávidos de carnaza funcionarial, pusieron la cara enjuta de una madre que razonó, a su manera, con la parquedad expositiva que dan los veinte segundos de gloria que le concedieron, el fastidio que supone el hecho de que el cuerpo de maestros tenga un periodo de vacaciones tan excesivo. Le faltó pedir que nos congelasen el sueldo o, más canallescamente todavía, que nos retribuyesen el trabajo conforme al número de aprobados que diésemos a final de curso. Y por si el doble maestricidio no fuese todavía ensañamiento suficiente, advierto en otras cadenas que el patrón ético es similar. Donde no colocan al maestro como un holgazán al que le toca, a mediados de septiembre, guardar la tumbona y dar el callo, lo sitúan en el resbaladizo terreno de la siempre cerniente violencia escolar. Porque la escuela interesa en estos tiempos si es foco de conflictos o si acaba o comienza un curso y conviene rellenar minutos con las tiernas escenas de los alumnos madrugando con sus carteras nuevas y sus (muy) escasos deseos de romper la orgiástica rutina en que habían convertido su pereza estival.
Y no son los alumnos el problema o, al menos, el único ni el más grave. Por supuesto que hay padres bendecidos por la razón que entienden que parte considerable de la educación de sus hijos reposa en la eficacia y en la dignidad de esos señores y que no es prudente vilipendiarlos, ningunearlos o zaherirlos con inquina, ignorando que el ingreso de sus retoños en la sociedad civil está reglado por ese cuerpo de funcionarios del Estado.
Al modo en que la posguerra española el NO-DO hacía propaganda de la bondad de las cosas, aunque por debajo costra y óxido las estuvieran pudriendo irremisiblemente, a día de hoy existen todavía noticiarios televisados (prosigo el mismo hilo discursivo) que impostan la voz de sus locutores y recitan las frivolidades y las ocurrencias habituales sobre los madrugones, la carita de sueño y el sufrimiento indecible de reventar de cuajo todos los momentos dulces del verano.
Existe una escuela mala y concedo que haya maestros deplorables como hay políticos corruptos o sacerdotes pederastas. El oficio de enseñar es un acto sagrado en donde el que domina una materia y sabe compartir su conocimiento entabla con otro individuo un diálogo enriquecedor. Lo están maleando. Han iniciado un proceso de desprestigio que no puede traer, a la larga, nada bueno. A principio, a mitad y a final del camino está el alumno, el niño al que jalean para que en televisión haga la gracieta de criticar al maestro y contar lo que ya casi todo el mundo sabe: que la escuela es una especie de prisión y que hay que destrozarla. Desde dentro. Desde fuera.
Debajo de la orquestada operación de degüello público contra el cuerpo docente se esconden pandemias ancestrales de la sociedad española y vicios burgueses de padres que aman con arrobo a sus hijos, pero que se sienten liberados cuando el colegio maternal y responsable los acoge bajo su sacrosanto cobijo.
Como estoy completamente seguro que hay padres que agradecen el trabajo docente y aprecian el titánico esfuerzo que supone educar (quizá porque también ellos lo hacen) considero que este escrito de desquite, en el que me he sentido plácidamente desintoxicado de ira, no pretende otra cosa que publicar argumentos conocidos, traídos y llevados en barras de bar y en parques de pueblo, en las colas de la pescadería y en las tertulias a media tarde de la radio. De la escuela puede hablar cualquiera. Todo el mundo posee una opinión, y todo el mundo está razonablemente autorizado para propagarla. Pues eso.
Tal vez piense yo así como pienso porque mi escolaridad fue ejemplar en todo. No porque yo fuese un alumno sobresaliente sino porque me enseñaron a pensar, a sentir también. Porque la escuela es una fuente inagotable de conocimiento sobre la vida, pero antes de entrar de bruces en ella.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Ok. Toda la razón. No le falta ni una gota. Pero... ¿dónde empieza el arreglo, en la calle, en la propia escuela, en los medios? Me temo, Emilio, un camino laaaargo para el remedio.

Emilio Calvo de Mora dijo...

El arreglo está en la propia escuela, curiosamente, Rafa. Y en la mesa camilla de las casas cuando toca hablar de los maestros. Mejor no hablar, pero existe una inclinación malsana a criticarlos, en exceso. Generalizar sabemos que es malo, y se hace a conciencia. En muchos gremios, no sólo el escolar. Saludos.

Anónimo dijo...

Afortunadamente no todo es como lo pintas. Si lo fuera, si fuese asi de verdad, mal iría el país y peor iría en el futuro. Es verdad que la escuela es el origen de todo, pero de lo bueno y también de lo malo, que conste.

Mycroft dijo...

Aquí hay dos temas: La educación y el tratamiento informativo. Estoy de acuerdo con Emilio sobre todo en el segundo: La información es maleable, y el tufo a tópicos poco reflexionados, escuetos partes de lugares comunes, imagenes de nodo rancio, se mezcla con el amarillismo del escandalo, que se confunde con el periodismo de investigación. ¿Contrastar, pensar, hablar con expertos, revisar informes? No, una madre a bote pronto asaltada que encaje en el patrón buscado. Y como en este tema, en todos.
Ahora, el tema educación. Creo que el sistema no ayuda. Tampoco ayuda la cultura y los valores que se transmiten hoy en dia (¿esfuerzo? no, pelotazo. ¿aprender para saber? no, para aprobar. ¿Respeto? ¿algún rudimento de imperativo categorico moral mínimo?)
Creo que la cosa tiene muy mala solución. Creo que los planes son flojos, rígidos, poco rigurosos y en definitiva todos los niveles educativos están enfermos: Haría falta mayor exigencia, pero también dar mayores recursos a los alumnos para afrontarla. Una formación diferente.
En todo caso, esas críticas que citas, Emilio, son o pecan de estupidas. Cabría preguntarse si la escuela forma para ser libre o para ser another brick in the wall. Cabría ver si la educación que algunos padres dan desescolarizando a sus hijos (privilegiados con tiempo y dinero claro) no funciona mejor más allá de la falta de socialización y de voces plurales.
Cabría distinguir el que tiene autoridad, y el que ejerce simplemente su poder de sojuzgar. En la universidad he visto profesores delectarse con la humillación de alumnos que fracasan , y lo hace no por culpa de ese profesor unicamente, pero si con una pequeña ayuda.
Me quedo con las criticas amargas de Ray Davies en su Lp Schoolyards in disgrace. Me quedo con la esclerosis de un sistema politizado que no es capaz de enseñar etica no confesional sin que hayan chispas y trampas, con objetores (señores, no creo en la igualdad, pero tampoco en el numero pi, ademas de ciudadania objeto de matematicas, y gracias al creacionismo, de biologia, quimica, fisica...).
Maestro es un gremio que merece prestigio, que merece respeto, el maestro en sentido socratico, que dialoga y no impone sino colabora con el alumno, porque enseñar/aprender es cosa de dos.
Pero eso, ministros, periodistas, consellers, rectores, etc. me parece que no lo saben.

Anónimo dijo...

El sistema educativo falla, lo sabes Emilio. No funciona. Y el culpable está por esclarecer.

Tuve maestros ejemplares. Maestros que preocupaban por ti y tu avance. Tuve un tutor, mientras duró mi experiencia universitaria, que me abrazó cuando dejé la carrera y me recriminó mi cobardía. Pero gente así no abunda. La mayoría, y lo sabes bien, opta por el camino fácil. Cubro mi horario con los asilvestrados y a otra cosa.

Los alumnos no ayudan, y cada día lo hacen menos, cierto. Hoy mismo, esta mañana, escuché a una mujer de unos cincuenta años decir que los maestros viven como curas y cobran como ministros. Acto seguido, repasó todo el calendario escolar, haciendo hincapié en las múltiples fiestas que guardar. Y me vino a la mente aquel chiste sobre la filosofía del comunismo: "Todos iguales, todos jodidos".

Me gustaría asistir a una de tus clases para saber cómo son. Conociéndote, como te conozco, me consta que formas parte del primer grupo de formadores. Los que se interesan por el alumno. Pero la regla general no es esa. Recuerdo aquel documental inglés en el que un joven profesor se quejabas de las trabas que le imponía el sistema: "Necesitan mano de obra, no profesionales", decía. Su función consistía en dirigir sus pasos hacia la calle, lejos de la formación universitaria.

El tema de los medios es otro. Siempre dispuestos a encontrar el camino hacia el morbo y la audiencia. Lo riguroso no importa. Lo que importa es que te vean. Y si para ello es necesario mostrar a una madre indignada, se hace y punto.

Pienso que demonizar al sujeto (el maestro) supone cegar la mirada sobre el autentico problema: el sistema educativo. Tres leyes de educación (alguna de ellas nefasta) completamente distintas en veinte años, tienen que pasar factura de algún modo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Alberto, la escuela, al ser gobernado por seres humanos, es una institución falible. Por esa falibilidad hay que esmerarse en su construcción, en su mejora. Hay que mimarla....

Mycroft, da gusto (primero) esa extensión verbal, esa entrega... De hecho ése es el fundamento de hacer estas cosas, de escribir en un blog cada noche, cuando termina uno su rutina y tiene un rato para enfrentarse (no es otra cosa) con sus vicios. Los míos son éstos... Llevas mucha razón en lo que expones. Atinas, como sueles. Una cosa es la escuela, su implantación moral en la sociedad, que está siendo sustituída por los medios de comunicación, por la autoridad que dan los servicios domésticos de información (internet educa, la tele educa, la calle educa... ) Lo lamentable, amigo, no es que haya gente desnortada, que inevitablemente se alimenta de tópicos y disfruta con la mediocridad y con la ignorancia. Mi abuela decía que la gente ignorante vive mejor, porque no se implica... Ella, claro, lo explicaba a su manera. Yo no conozco muy bien la universidad, aunque haya cursado los cursos para titularme y para opositar como cualquiera... Hablo del colegio, que me es más cercano. De lo que veo en los padres, de lo que contemplo en la tele, en los periódicos, en la calle, en el autobús. Estoy harto de escuchar destemplazas, ataques indiscriminados a un gremio sobre el que se apoya una parte fundamental de la construcción (ahí insisto) de la civilización. Yo sé de la estupidez de las críticas que expongo, pero hierven la escasa sangre sensible que le queda a uno... Inevitablemente hierven. Aquí se libera uno. Y cómo. Gracias por estar.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Soy un alumno todavía, Alex. Y mientras crea que lo soy, crezco como maestro. Me agrade el intercambio, aunque el alumno no lo nota. No sé (no puedo saberlo realmente) si hago las cosas como debo o no. No soy yo quien debe dar ese dictamen. Lo que sí es cierto es que desde dentro y desde fuera (maestro, padre) advierto los males de la enseñanza y cómo (ahí está mi "cabreo") la sociedad da la espalda a esos males y prosigo su frívolo desmantelamiento de la dignidad escolar. Todos estamos dentro. Si alguien queda fuera es porque la ignorancia, el atraso cultural, la falta de éxito de la escuela en la que estuvo de pequeño, le hace marrar, escorarse de la razón y alcanzar la apatía, que es un estado perfecto para no involucrarse en nada y no sentir nada como propio. Cuídeseme mucho, y retome (cualquier día) su universidad. Ese profesor le aconsejó bien. Era bueno, sin duda.

Isabel Huete dijo...

Entiendo tu cabreo y lo apoyo, pero, independientemente de los problemas de la escuela, de la enseñanza, de la educación y de tantas y tantas cosas que ya son males endémicos que año a año se agravan más y más, lo peor de todo son los coriferos del desastre que buscan en los maestros o profesores al verdugo impasible. Los padres aparecen como ingenuos y bienintencionados impulsores de los derechos de sus retoños a ser tratados y educados como príncipes, cuando en su casa se olvidan hasta de quiénes son y cómo son; los alumnos aparecen como las pobres víctimas de un sistema incompetente abanderado por los enseñantes, cuando, en realidad, se escudan (quizá de forma inconsciente) en la benevolencia y descuido de sus progenitores, para proyectar toda su frustración en las aulas.
Y los poderes públicos callan para que les salpique todo lo menos posible.
No sé si hay culpables pero, de haberlos, lo somos todos, aunque la Administración se lleva la palma.
¡Animo!, y besos.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Eso de los niños convertidos en príncipes me ha parecido un hallazgo, una cosa que resume todo lo que andamos todos pensando, incluídos los reyes (padres, yo soy uno, por partida doble) que saben que algo va mal y que igual los tropiezos hay que corregirlos, primero, en casa, antes de ajustar cuentas con la escuela, Isabel, que a veces está indefensa ante los mandobles que le dan.

Anónimo dijo...

COMO YO TUVE MAESTROS ESTUPENDOS NO PUEDO PENSAR MAL DE LA EDUCACION NI DE LA ESCUELA, PERO COMO MADRE VEO EL COLEGIO DE MI HIJO, EN LA ACTUALIDAD, Y NOTO QUE ADOLECE DE LA DISCIPLINA DE ANTES. NO QUIERO DECIR QUE LOS MAESTROS TENGAN LA CULPA. LA TENEMOS TODOS. YO, COMO MADRE, COMO DECIS TODOS EN EL FORO ESTE, TAMBIEN TENDRÉ MI PARTE. LO CIERTO Y VERDAD ES QUE AL FINAL EL MAL ES DE ELLOS, DE LOS QUE NO TIENEN CULPA. GRACIAS POR LEERME.

Anónimo dijo...

Bien, Emilio, muy bien.
Los medios de comunicación, que deberían servir para informar y crear vínculos de unión a través del conocimiento, no hacen otra cosa que vender escándalo. Me dan pavor los programas más vistos y admirados en este pais: los de chismes, cotilleos, frivolidad y aquellos donde la gente airea sin pudor sus miserias. Y desgraciadamente actitudes y comportamientos irrespetuosos y desvergonzados se han convertido, gracias a esos medios de comunicación, en algo normal y socialmente aceptado.
La escuela que queremos, y la que hacemos la mayoría, queda inmerecidamente escondida tras la máscara de los cuatro días de fiesta y las merecidas vacaciones de alumnos y maestros. Claro que siempre encuentras familias que aún apoyan fielmente el trabajo de los docentes pues, como bien comentan más arriba, ellos también educan y reconocen su valor.
Ya lo dije públicamente en una ocasión: algunos continuamos acudiendo cada mañana entusiasmados a nuestro trabajo y disfrutamos con la sonrisa de nuestros alumnos y alumnas.
Ánimo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Rosa, seguro que eres una madre responsable que sabe la importancia de la escuela. Al fin y al cabo, parte de la educación de tu hijo, no poca cosa, estárás de acuerdo conmigo, depende de la gente a la que gratuitamente tanto se agrede. Hay que mirar saber dónde tira uno las piedras. Vaya que acaben dándonos en nuestra propia cabeza. Saludos.

Amigo Pedro, sé que estás conmigo. Còmo no. Por principios. Por la vocación. Por saber qué delicado oficio tienes y hasta qué punto el mundo(suena fuerte, pero es así) está en manos de los funcionarios de este gremio agredido. De acuerdo que los medios de comunicación apestan lo que pueden, por la audiencia, por los ránkings, pero ignoran o quieren ignorar que azuzarnos unos contra otros está muy mal y puede terminar peor. Y no soy pesimista, Pedro. Realismo, a lo visto, realismo. Nos vemos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mejor explicado imposible, ni mejor concluído. Gracias por poner de relieve nuestras miserias, compañero. Saludos.

Anónimo dijo...

Ayer, en Informe Semanal, hablaron -cómo no - de la escuela. Es lo de todos los años. Dijeron cosas sabidas, claro, no creas. Pero de pronto vi que se empeñaban en lo de la educación para la ciudadanía, que parece el único tema imporante hoy en día. Menos mal que hay textos como el tuyo. Gracias por eso. Alejandro.

Anónimo dijo...

Ayer, en Informe Semanal, hablaron -cómo no - de la escuela. Es lo de todos los años. Dijeron cosas sabidas, claro, no creas. Pero de pronto vi que se empeñaban en lo de la educación para la ciudadanía, que parece el único tema imporante hoy en día. Menos mal que hay textos como el tuyo. Gracias por eso. Alejandro.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Gracias, Paco, por el comentario, por el ánimo. No diría yo miserias, pero sí baches, agujeros, ganas por parte de algunos por ponernos la zancadilla...

Alejandro, ayer también vi yo, a saltos, el episodio de Informe Semanal y estoy de acuerdo contigo. Es normal que la televisión arrime el interés y busque audiencias, y entonces acuden a los inmigrantes, a los descontentos (los que tienen que sufrir, ay, qué dolor, la Terrible Ciudadanía), pero el reportaje tampoco fue tan sesgado. Mi texto es una reflexión pequeña, provocada por una ira, por un enfado...

Anónimo dijo...

El problema de los maestros es que se hacen infantiles, será por el roce. ¿Cómo han podido permitir la pérdida de sus funciones a manos de los consejos escolares?, ¿por qué consienten que el gamberro, el agresor, el insoportable niñato y sus papás permanezcan en el colegio y sea el propio profesor agredido quien sea destinado a otro centro? ¿por qué dan tanta estupidez en las aulas en lugar de dedicarse a formar de verdad en los conocimientos tan necesarios? ¿cómo es posible que los profesores permitan que les peguen, es que no tienen "ni media hostia"? http://www.youtube.com/watch?v=aQsO1OYB6pk
En resumen, de acuerdo Emilio con lo que expones; de acuerdo con que estamos en una sociedad podrida que convierte los colegios en guarderías y a los padres en señorones exigentes, pero admite que los maestros.... son de pena, poco preparados y nada exigentes. Verás como no le pasa esto a los jueces, médicos o abogados.

Anónimo dijo...

Hay que entender que no educa únicamente el maestro y que no es posible que ningún actor de este melodrama (educar es siempre un acto hostil, lo tengo muy claro)se arrogue el monopolio de la eficacia ni de la verdad. Los padres, en ocasiones, hocican más de lo que deben. Los maestros, en ocasiones, se pierden más de lo que deben. Nada tajante. Nada decisivo. Nada que siente cátedra, Clint. No admito la escasa preparación de los maestros de la que hablas. No hay gremio que se salve de una quema como la que tú propones. Lo de la exigencia sería discutible: tenemos un trabajo que nos apoltrona, que nos arrumba a una rutina. Salir de ahí, conseguir el encantamiento de enseñar y aprender, de disfrutar con lo que se hace, es el propósito diario de los maestros responsables. Yo estoy en una posible lista de candidatos a querer hacerlo bien cada día. Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Chapeau, Emilio. No se puede contar mejor. Ni con más elegancia.

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