Quien concreta, se pierde las otras mil posibilidades.
Luis Felipe Comendador
Después:
A mí tampoco me gusta en exceso la belleza. André Breton ya lo sentenció mejor que nosotros, Luis: la belleza será convulsa o no será. Y la que hay a ras de calle no alcanza convulsión, combustión. Ni siquiera enajenación. La jalea quien no la conoce de verdad. Vista de cerca, justifica el mundo, justifica tu bitácora de confesiones, Luis, por encima de citas, fotos, photoshop de varia ralea y juegos de niño culto que ha visto en la página en blanco un cosmos en el que ser dios rudimentario, caprichoso y lúdico. Sobre todo lúdico. Así que estamos de acuerdo en eso, en que después de la belleza ya no debe haber, por definición, nada más, ¿y entonces, Luis, y entonces?
Tú sigue bombardeando historias. Hazlo. La belleza no es el destino. Sólo explicarse uno y darse a todos. Tal vez únicamente eso. El oficio secreto y hermoso de escribir.
4 comentarios:
¡Qué enorme persona es Luisfe! Y qué enorme placer conocerle.
¿Despues de la belleza? ¿Crees que la belleza tiene límites o fin, que se puede medir? ¿Es que sabemos qué es realmente la belleza? ¿Existe o nos la imaginamos?
Besazos.
je,je.... solo un abrazo para Emilio y la Huete.
Me encanta cómo sois... y aprendo tanto de vosotros...
Sé, Luis, por un amigo de ambos, Manuel Lara Cantizani, que frecuentas Lucena con cierta frecuencia. Avisa cuando vengas. Hay cafeterías en mi pueblo (y cervercerías) de mucho encanto. Un abrazo. Yo soy el que aprende de los dos. No es pelota semántica devuelta. No.
Te responde tarde, Isabel.
La belleza será convulsa o no será. Breton lo dijo claro.
Yo le doy la mano, le aplaudo. Muy bien dicho, claro. No se puede mensurar lo hermoso: podemos mirarlo, reverenciarlo, pero no compartimentarlo, reducirlo a un cómputo, darle categoría matemática. Eso no. Pero se obstina a veces el hombre en modificar la belleza y contrariar el instinto y se le da a todo número...
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