Metateoría de los cuentitos
Donde se cuenta una teoría de las teorías de los cuentitos en forma de cuentito
José María Merino
La primera sabiduría
La ficción fue la primera sabiduría de la humanidad, cuando la realidad exterior parecía sólo un conjunto de adversidades incomprensibles, hostiles, violentas, la ficción ayudó a entenderla: el sol es una brasa que una mano inocente lanzó una vez al cielo, el viento nos trae la voz de los muertos, la lluvia derrama de repente sobre nosotros las lágrimas perdidas, en los sueños nos habla lo que deseamos o lo que tememos. La ficción fue la primera forma comprensible de la realidad.
La paradoja fundacional
No fue el ser humano quien inventó la ficción, fue la ficción lo que inventó al ser humano, pensó el profesor Souto, y se sintió más acuerdo que nunca.
Las historias de siempre
«Desde que la ficción nos inventó, contamos las mismas historias, una y otra vez. El día que contemos una historia realmente nueva, diferente, nuestra especie ya no podrá llamarse homo sapiens sapiens» Y alguien entre el público exclamó: pues yo creo que eso es una historia nueva, profesor.
Páginas puerta
El profesor Souto, después de pensar tantas y tantas páginas de ficciones, comprendió que eran puertas, y después de cruzar tantas y tantas puertas, descubrió el Jardín Literario.
El Jardín Literario
El Jardín Literario ocupa el mismo territorio que en su día ocupó el Edén. En él habitan miles de Adanes y de Evas, en él hay toda clase de plantas y numerosos árboles de la ciencia del Bien y del Mal. Por él pasea Dios, una vez con tricornio, otras con turbante, otras con solideo, pero siempre con barba blanca. También pasea por allí Zeus y danza Siva, y Manitú afila sus flechas, pero hay ocasiones en que las que ningún dios existe, y se escucha una flauta que entona la melodía de la misteriosa soledad humana. También anda por allí Satanás, a veces en la forma rastrera de la serpiente, otras vestido de rojo, incluso disfrazado de sacerdote, imán o rabino. Hay ángeles acorazados, de espadas flamígeras, y ángelas con los pechos al aire y libros de versos y rosas en las manos. En el Jardín literario conviven todas las identidades humanas y todas las conductas animales. Abundan los héroes y las heroínas, los malvados y las perversas, las gentes abnegadas, traidoras, cobardes, visibles e invisibles. Hay dragones y gatos, leones y cuervos, asnos y águilas bicéfalas, ruiseñores y monstruosos insectos. Las manzanas son allí fruta común, y no sucede nada catastrófico al comerlas, o al menos regalarlas, o al verlas caer de los manzanos.
La historia del corazón
El profesor Souto, a lo largo de sus investigaciones, descubrió que la verdadera historia de la humanidad se encuentra en el Jardín Literario, porque solo allí está la historia del corazón humano, con todos sus latidos, sus pasiones, sus quimeras, sus infartos.
Orientaciones
En el Jardín Literario resuenan los versos y los diálogos teatrales, se habla en todas las lenguas y desde todas las formas de la conjugación verbal. En él se suceden los senderos, las escalinatas, los bosquecillos, las colinas, los estanques, las acequias con sus puentecitos, los cenadores. Está la pérgola de las elegías, el camino de los netos laureados, los parterres de la poesía de la experiencia y el pabellón en cuya columnata se enredan los poemas del conocimiento, las colinas de las novelas totales y la loma de los best-sellers, hacia la parte de los lavabos. A veces hay laberintos, y en ellos pueden encontrarse lectores de mirada extraviada, que ya ni siguiera recuerdan cómo se pregunta por la salida de emergencia.
La glorieta miniatura
En uno de los extremos del Jardín literario, lindando con los alcorques de la leyenda, los macizos de la fábula, los parterres y pabellones de la poesía y las praderas del cuento, se halla la Glorieta Miniatura. Hay muchos que al llegar allí quedan desorientados, porque los relatos diminutos no les permitan ver el inmenso bosque de la ficción pequeñísima.
La ficción pequeñísima
En el inmenso bosque de la ficción pequeñísima, que rodea la Glorieta Miniatura del Jardín Literario, hay también innumerable especies vegetales, y en él pululan hombrecillos y mujercitas, pájaros casi microscópicos y toda clase de objetos y animales de tamaño también muy reducido. Para que os hagáis idea, allí los dinosaurios tiene el mismo tamaño que las musarañas en el resto del jardín. Y cuando la gente se despierta, esos dinosaurios siguen allí.
La obra de una vida
El profesor Souto ha dedicado buena parte de su vida, más de veinticinco años, a l investigación de los especimenes en los alrededores de la Glorieta Miniatura, y su exhaustivo trabajo sobre las ficciones brevísimas alcanza la suma de diez mil y uno caracteres (con espacios), es decir ¡casi siete folios completos!
A primera vista
Uno de los principios de jardinería en la Glorieta Miniatura es que el microcuento más largo y el cuento literario más corto tiene la misma extensión, lo que suele confundir incluso a los especialistas.
La podadera
Para el vigoroso crecimiento del cuento minúsculo es muy conveniente el arte de la poda: hay jardineros enloquecidos que sueñan con conseguir un minicuento que no precise texto, ni título.
De saprofitas
Así como las setas son saprófagas y se alimentan de materia orgánica en descomposición, gran número de relatos hiperbreves se alimentan de materia literaria ya muy macerada por el tiempo y las relecturas. Las variedades de microficciones son tan numerosas como las de setas. Y también es preciso conocerlas lo mejor posible, para no intoxicarse, aunque lo ciento es que nadie ha muerto envenenado por un microcuento.
De simbiosis
Hay entre muchos relatos mínimos una fuerte tendencia a vivir de la energía de la memoria del lector. Esos microrrelatos cobran la figura de una ficción, y el lector pone casi toda la sustancia. En el proceso de lectura, el minicuento segrega un peculiar fluido hipnótico, de manera que tal vez el lector está leyendo algo ya conocido que, bajo la forma de tal minificción, tiene sabor de primera lectura.
De acoplamiento
Los mejores microrrelatos son los que toman tanto como dan: ellos se fortalecen con la memoria del lector, y él se regocija con la nueva apariencia del mito: un toma y daca tan perfecto y satisfactorio como una buena cópula.
Floración repentina
El espectáculo más memorable desde la Glorieta Miniatura es ver cómo florecen las minificciones: a cualquier hora del día y de la noche, con lluvia y con sol, bajo la helada y contra el viento, abren imprevisiblemente sus pétalos de infinitas formas y colores, y los vuelven a cerrar casi antes de que el curioso pueda advertirlo claramente. Hay que tener buena vista, y paciencia.
Sobre velocidad
¿Relatos vertiginosos, ficciones súbitas, cuentos fugitivos? De acuerdo, pero el buen microrrelato debe moverse con mucha rapidez mientras permanece inmóvil.
Minicuentos carnívoros
Ojo, entre las formas de la ficción brevísima hay algunas carnívoras, que llegan a morder. Pero solo se las puede identificar desde la experiencia. Lo mejor es no acercarse. Si las ves muy hurañas, da un rodeo.
Otras especies
Aparte de las especies más comunes, hay minificciones aerófagas, y pirófagas, y otras que viven en el agua y del agua, y otras del gusto de reír, y otras del gusto de sufrir, porque los posibles nutrientes son innumerables. Un minicuento podría brotar incluso en este mismo texto, si es que no ha brotado ya.
Mutaciones
También las mutaciones son interminables, y solo el talento del jardinero, que también debe saber lo suyo de biología, permite que encontremos un minicuento nuevo y sorprendente en eso que tantas trazas tiene de aquel relato brevísimo que nos deslumbró una vez, y que acaso escribió un tal Chuan Tzu hace cientos y cientos de años.
Hibridaciones
Lo más sorprendente del jardín de los microcuentos es que son capaces de polinizarse, o diseminar sus esporas, para conseguir infinitas hibridaciones. Un poema acaba fecundando a una fábula que pone un huevo en forma de aforismo y termina con un beso ávido o una puñalada entre los protagonistas. Muy difícil encontrar los patrones de comportamiento, las pautas biológicas y reproductoras: así hablaba el profesor Souto.
Una mordedura
Investigaba las especies del Jardín Literario: los ecos del cenador de los monólogos lo ensordecían, el rincón de las elegías le producían algo de alergia, solía ortigarse en la glorieta de los sonetos, en el sendero de la poesía de la experiencia daba demasiado el sol, a veces le sofocaba el intenso aroma de las novelas totales, le aburrían cósmicamente los best sellers. Solía descansaren uno de los prados que rodean la Glorieta Miniatura, entre los relatos brevísimos, pero un día se quedó dormido y un minicuento carnívoro le mordió en el brazo. La mordedura se infectó, y quedó manco. Así fue como se le ocurrió escribir el Quijote más breve del mundo.
Historia de Don Quijote
En un lugar de La Mancha vivió un ingenioso hidalgo y caballero que estuvo a punto de derrotar a la Realidad.
Corpus y Canon
Perseguido por el Canon, el Corpus llegó a un callejón sin salida.—¿Por qué me acosas? —preguntó el Corpus al Canon—. No me gustas— añadió.—El gusto es mío —replicó el Canon, amenazante.
Sin título I.
El IV Congreso sobre Minificción comenzó en la tarde del día 8 y terminó en la mañana del día 6. Los asistentes se sintieron confusos, porque les parecía que se había desarrollado con demasiada rapidez.II.—Si supieras lo que he menguado —dijo el relato, y terminó-
Genética
Microrrelato se casó con minificción y tuvieron muchos minicuentos pero todos les salieron bobos, menos uno al que llamaron Cuentín.
Vida de hotel
Tu cuerpo se refleja en le espejo del cuarto de baño, el rostro borrado por el vaho. Temes que el vaho se despeje.
Final infeliz
Un cuentín y una cuentina se encontraron en una mesa redonda y se escaparon juntos, pero un profesor los logró atrapar de nuevo y los devolvió a la antología. A ella la puso en la jaula de las minificciones y a él en la de los microrrelatos. Nunca más volvieron a encontrarse.
Plaga
En poco tiempo, la casa se le llenó de microrrelatos. Se multiplicaban incesantemente, y empezaron a ser muy dañinos en la biblioteca. Ni trampas ni venenos pudieron exterminarlos, y tuvo que trasladarse a otra vivienda. Ahora cree que sus libros están a salvo, sin saber que miles de microrrelatos están rodeando la casa y que nada podrá evitar la invasión.
Sorpresa peligrosa
Luisa Valenzuela nos dijo que acaba de descubrir que «funicular» era un verbo. Al escucharla, el tren acostumbrado a bajar y subir en una aburrida e interminable rutina, sintió tal sorpresa que se detuvo un instante en mitad de la pendiente. Si no hubiese recuperado instantáneamente el sentido del motor, hubiéramos caído marcha atrás, cuesta abajo, y seguro que habríamos quedad todos completamente funiculados.
Altos designios
Inspección general del universo. En el sistema solar, encuentran al tercer planeta hecho un desastre. «Estos bichos lo han llenado todo de porquería», dice el Espíritu Santo. «Habrá que limpiarlo», replica el Hijo. «De acuerdo. Desde mañana, Cambio Climático», ordena el Padre.
Pie
De soltero ha pasado a solterón y está bien acostumbrado a dormir solo. Una noche lo despierta la sensación de un contacto insólito, uno de sus pies ha tropezado con la piel cálida y suave de un pie que no es suyo. Mantiene su pie pegado al otro y extiende su brazo con cuidado para buscar el cuerpo que debe de yacer al lado, pero no lo encuentra. Enciende la luz, separa las ropas de la cama, allí dentro no hay nada. Imagina que ha soñado, pero pocos días después vuelve a despertarse al sentir de nuevo aquel tacto de suavidad y calor ajeno, y hasta la forma de una planta que se apoya en su empeine. Esta vez permanece quieto, aceptando el contacto como una caricia, antes de volver a quedarse dormido. A partir de entonces, el pequeño pie viene a buscar el suyo noche tras noche. Durante el día, los compañeros, los amigos, lo encuentran más animoso, jovial, cambiado. Él espera la llegada de la noche para encontrar en la oscuridad el tacto de aquel pie en el suyo, con la impaciencia de un joven enamorado antes de su cita.
Final no sexista
Abejas y abejos, ardillas y ardillos, arañas y araños, cigarras y cigarros, focas y focos, golondrinas y golondrinos, jirafas y jirafos, lampreas y lampreos, langostas y langostos, merluzas y merluzos, morsas y morsos, moscas y moscos, nécoras y nécoros, nutrias y nutrios, ranas y ranos, ratas y ratos, truchas y truchos, urracas y urracos, os saludo a todas y a todos, y os vaticino que, tal como se están poniendo las cosas en este planeta, tenéis los días contados.
Textos fruto del latrocinio del libro de José Mª Merino, La glorieta de los fugitivos. Minificción completa. Páginas de Espuma, Madrid, 2007
Microcuentos, breviarios de la imagínación, cuentitos (como Merino escribe), en todo caso, un placer absoluto que debe leerse con reposo y distancia, sin agotarlos en un arrebato causado por el deslumbramiento. Entonces se produce el prodigio de la literatura.