7.5.08

88 minutos: Al Pacino, el rey de la mueca




Jack Gramm no es Jack Bauer. 88 minutos no es 24. Al Pacino no es Al Pacino de Tarde perros o de Scarface. A partir de ahí el amable espectador que suelta sus euros en taquilla puede estar avisado, pero la puya puede alcanzar una profundidad rectal considerable. Es tan lamentable el film que no siente uno ni ganas de despotricar con saña y hacer spoiler de la trama (hoy mi amigo Víctor Trujillo me ha enseñado qué es eso del spoiler: qué bonita es la semántica, qué bonito es aprender). 88 minutos es una cosa tan previsible, tan sumamente cochambrosa que incluso podríamos no pecar de exagerados si decimos que sus agentes patógenos internos (no duden que los tenga) podrían dañar irreparablemente su córnea (una o incluso ambas). Hay estudios serios que relacionan la pérdida de visión en uno o en los dos ojos por la visión reiterativa de subproductos de escaso valor artístico. El propio Al Pacino, que es (fue) un actor como el Empire State Building, se rebaja al subsuelo mismo de la interpretación y ofrece un repertorio ampuloso de tics, muecas y retorcidas enarcadas de cejas. En el capítulo de rebajas intelectuales podemos meter a Jon Avnet, un tipo que una vez hizo Tomates verdes fritos (qué buena) y que ahí se gastó: literalmente. El guionista (a quién le importa el nombre) es otro zombie al que le debían nóminas atrasadas y quiso vengarse así: no se puede escribir un libreto más previsible. Esta noche es probable que me resarza con algún clásico de Fritz Lang. Me acabo de dar cuenta de que cuando veo un bodrio (este lo es en grado muy sumo) necesito meterme un chute de Lang. Da igual qué película. No le he visto ninguna mala. Se trata de darme la vuelta del butacón desde el que escribo, mirar la estantería y coger un DVD. Uno. Da igual. Qué maravilloso es confiar en el azar y saber que no nos va a fallar.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, es verdad, peor, imposible. Al Pacino ya no hace nada más que las muecas y ni eso lo hace con estilo. Jua jua jua.

Ramón Besonías dijo...

Hola, Emilio. El ave Fenix renace, o medio, medio. El caso es que escribo lento en OjO de buey, pero sí he podido ver unas cuantas perlas y alguna pera pasada como ésta. Con eso de tener a Pacino y ser un policíaco, uno se deja encantar por molinos de viento que ya antes sabes que no dan más viento que aquel que las sirenas publicitarias nos recitan.

Por cierto, sí es recomendable la última del viejo pero sabio Lumet. Aquí os dejo una reseña crítica:
http://elhilodepenelope.blogspot.com/2008/05/antes-que-el-diablo-sepa-que-has-muerto.html

Saludos y más veces...

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