Quedan dos días para que España renazca de sus cenizas imperiales en el cutreshow comunitario con el bufón Chikilicuatre. Tom Waits, en el otro lado del sentido común, recala este verano aquí por obra de las estrellas. La constelación Eridanus "conocida por su camino de giros salvajes" es semejante al dibujo que forman las ciudades europeas por las que va a dejar caer su genio. San Sebastián y Barcelona son cómplices de esa arquitectura estelar así que podemos estar agradecidos al numen cósmico o a la creatividad espléndida de este trovador incansable. Hace poco (2.006) sacó Orphans, un disco triple editado por una compañía independiente. Sin ser su mejor material, al menos a mi gusto, es sin duda el más personal, el que refleja el estado anímico, sentimental y aséptico de un músico apasionado que concibe el arte como una paleta gigantesca de tramas y de texturas donde cabe la literatura y la pintura, el vaudeville y la vía láctea como panteísta escenario de comunión con su público. La gira se llama Glitter and Doom. Lo del Chikilicuatre carece de argumentaciones ontológicas y no despierta ningún interés cultural salvo la sensación de que, en el fondo, el negocio es un hilo lo suficientemente gordo como para que todos los demás no se aprecien. Algún telediario nocturno ofrecerá una reseña de la visita de Waits. Le dedicarán un par de minutos y se limitarán a ofrecer el lado casquivano, el producto comercial del artista, su espesura salvaje: todo lo que sus seguidores más odian y más pronto olvidan. Por algo se empieza. Quedan dos días para el chikichiki y dos meses para la utopía. El asunto primerizo, el que ha abierto este post emocional, será retomado posteriormente. España vuela alto, no lo duden. Hasta Tom Waits se ha dado cuenta.
22.5.08
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3 comentarios:
Atenderemos a ls sucesivos asuntos q tratas: lo que nos ofrece un día luminoso y a tener en cuenta lo que oscurece nuestro ánimo.
saludos
amén, my friend...
emilio
Yo sí veo cierta grandeza en Chikilicuatre. Aquella que reside en mearse encima de las instituciones caducas... Imagínate, un personaje de ficción (como tal, podría ser interpretado por cualquier actor, véase Bond) descojonándose de la risa de los europeítos más tontos... Yo miro a Buenafuente y no dejo de sorprenderme con lo grande que es.
Eso sí, lo de Tom Waits es harina de otro costal
Besitos
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