Tardaron en exceso en desalojar a los que interrumpieron el festejo en Las Ventas hace un par de días. O tardaron muy poco. Todo depende del grado de afinidad hacia los intrusos. Los activistas anti-taurinos alcanzaron el mismo centro del ruedo sin que ningún operario de la plaza les pusiera obstáculos. Son tiempos duros para la lírica y para el folclor patrio. No es únicamente que la cruzada contra los poderes episcopales cope titulares y suscite, a pie de calle, encendidas discusiones entre los unos (los que consienten, crean o no ) y los que disienten y ven vulnerados sus derechos con los que se arrogan los otros. Leo que existe un Movimiento Scout Católico. Como se descuiden se les cuelan los irreverentes de turno y les aguan los discursos o los bailes de juventud. Como nos descuidemos no habrá nada más que tiniebla sobre la faz de la tierra, que es un slogan de lo más bíblico pero que igual conviene para evidenciar (alto y claro) que de un tiempo a esta parte no nos aguantamos nada. No se trata tanto de una defensa de la voluntad intelectual de cada hijo de vecino sino de una reivindación de la soberanía moral de quienes ejercen sus vicios allá donde sus estatutos les dan cuartel y la tradición o el entusiasmo les ampare: sean católicos o taurinos o nudistas. Todos vienen a buscar más o menos idéntico misterio: la felicidad bajo la forma de algunos vistosos ritos.
Este Viernes pasado se celebró el Dia de Libertad de Prensa, que es una festividad que tal vez no debería existir. No sé si todo lo anterior viene de aquí o termina aquí: en la libertad de expresarse y en los límites que la cordura redacta para que los actores de este teatro público y universal manejen el mismo libreto. Parece que no podemos navegar por el optimismo: que son malos tiempos para la Fiesta Nacional y para la Conferencia Episcopal, para la Economía mundial y para las ballenas azules. Y mientras todo se devana en estas anomalías el Real Madrid gana su liga número 31 en siete minutos a la heroica. Si fuésemos discretos lo celebraríamos en la intimidad, pero al forofo futbolero le agrada la exhibición de sus colores y democratiza su júbilo sin atender a quienes no lo comparten. Nada que los demás no hagan cuando les bendice a ellos la diosa del talento o de la suerte o de ambas cosas, que el deporte no se rige por logaritmos. Del mismo modo en que hay en España autonomías que penalizan el uso del idioma español y fomentan con dinero público el suyo propio, hay también gremios que no aguantan una tos más alta que otra y acuden al insulto o al mandoble para regular ese desequilibrio acústico. Cierra el lunes de fiesta en mi pueblo y oigo en la radio que España es el segundo país más ruidoso del mundo. Sólo nos gana Japón. La contaminación sonora en Japón agrava, a lo visto, problemas cardiovasculares o incluso (ellos sabrán) es capaz de crearlos. Es el ruido de los vecinos el que ocasiona la fractura en el corazón. Aquí tenemos el corazón enfermo cuando unos toros salen a una plaza o cuando un equipo gana una Liga en siete minutos. En Japón, por lo menos, no terminan en comisaría por arruinar una corrida. Entiéndanme como se debe.
En la antigua Birmania un ciclón que han llamado Nargis deja este lunes 10.000 muertos. No estaban en ningún sótano austríaco ni eran ciudadanos de la jovial Comunidad Económica Europea. Los tifones, los ciclones, las tormentas, los tsunamis y los grandes seísmos siempren suceden en la misma pobre franja. Parecen abonados al cataclismo y a la hecatombe. En la anciana Europa el Real Madrid gana su liga y Robert Downey Jr. ocupa la cartelera de todos los cines. Así son las cosas. A Tom Hanks le proponen ser el presidente de Filipinas. Está rodando Ángeles y demonios. O sea que se ha vuelto a enfundar el traje de Robert Langdon, el criptonista (se puede decir, creo) que el benemérito Dan Brown inventó para que el pueblo llano (el más llano de todos) no se altere en exceso con las pandemias y con los rigores de la injusticia en el mundo.
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