16.9.07

Festín de aburridos

Lo dice Marina y antes lo dijo Baudrillard y probablemente antes algún otro avispado que dio con el atajo semántico: los medios de comunicación suplantan la realidad y suscitan un simulacro, una suplantación cartesiana, un espejo. Madeleine McCann se ha convertido en objeto de consumo al igual que lo es David Beckham o Tom Cruise o The Rolling Stones. La diferencia es que se ha desalojado de la trama mediática el componente emocional y ahora asistimos a un penoso carrusel de pistas volátiles y de acusaciones sin completo fundamento. El espectáculo está servido desde que los padres vocearan al mundo la pérdida de la hija y activaran el circo mediático que nos ocupa. El espectáculo no obedece a emociones: se basa en la eficacia del asombro. Los estímulos del caso semejan el abono predecible de los CSI de turno. La ficción y la realidad se matrimonian a gusto de intelectuales de la semiótica y usuarios de sillón con orejeras, que se acerca el otoño y apetece esta novela cuyo argumento nos ha sido puesto en bandeja, en prime time, con enorme lujo de detalles. Gozo de tertulianos, comidilla de vecindonas, la muerte sigue siendo el invitado estrella. Allá donde aparece, el público se engolosina. Lo hemos visto hace poco con el fallecimiento del joven delantero sevillista Puerta y esa ciudad abalconada al féretro como si cien mil madres llorasen la pérdida del fragmentado hijo. La literatura no es ajena a estas digresiones: ya hay una película cuyo guión obedece a patrones parecidos. Hollywood es una formidable máquina de rapiña. Bilis, morbo, olor a carroña: el habitual menú del aburrimiento burgués. Y mientras la niña crece en el bestiario popular como icono reseñable de este siglo XXI recién alumbrado, que respira fatigosamente la carnaza imposible de su aliento mercantil.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad, Emilio, la muerte es siempre un motivo de alborozo porque los que lo celebran son los que quedan vivos. Asi de sencillo, asi de simple. Saludos.

Mycroft dijo...

Yo diría más incluso: La muerte es espectáculo cuando los media, o la parafernalia le resta su realidad. Quienes hemos visto morir a alguien en vivo, contemplamos estupefactos el clima irreal de "la muerte en directo" (como la película, ¿era de Godard?).
Pan y circo, si, pero ficcionizando (viva el neologismo) el espectáculo.

Anónimo dijo...

Sólo al vivir en el alambre eres consciente de la imbecibilidad de todo y todos. Hasta entonces estás tan anestesiado como el resto en mayor o menor medida. La muerte es un espectaculo hasta que te toca vivirlo a ti, entonces lo que te apetece es cerrar ventanas en lugar de abrirlas para todos muestren su dolor por el desconocido muerto. Lo de Puerta me produjo arcadas. Treinta mil personas invadiendo la intimidad de un funeral para presentar sus respetos a un desconocido. Probablemente los mismos que al morir el vecino de enfrente evitan cruzarse con la viuda para no darle el pésame. Las muestras de dolor por el muerto prematuro convierten al dolor legitimo en esperpento. Lo importante es que las ruedas sigan girando no el quien se cae bajo ellas. Antes la muerte dolía, ahora sólo escuece.

Ayer mismo, de madrugada, durante la reunión semanal de las cuatro ces (gozosas dos horas que como rosaventero que sé que eres disfrutarás como yo lo hago), se preguntaron sobre la posibilidad cierta de viajar en el tiempo (a propósito de un proyecto científico en marcha). Tocaba elegir la época deseada por cada uno de ellos y Bruno Cardeñosa citó la frase lúcida de la noche: "Cualquier en la que no hubiese seres humanos". La misantropía se refuerza con situaciones como la que describes, Emilio.

Por cierto, era de Tavernier aquella estremecedora película, Mycroft.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Enrique d tiene su razón. El finado se va, pero el plañidero se queda. Así de seco.
Pan y circo, Mycroft, la cultura de la panza llena, del "ande yo caliente" clásico, pero no hay remedio. En todo caso, la cosa va irremediablemente a más. Se está sofisticando el medio, que ya no justifica nada y se ha convertido, Mcluhan dixit, en el mensaje. Viva tele 5.
Alex, coincido en las arcadas. Mucha de la gente que trato coincide. No sé las causas de esa santificación del desconocido.
La liturgia de la muerte, su escenificación, ha condicionado el arte, la literatura, las reglas tácitas de la Historia. Y no contamos con la religión, ese chantaje emocional.
Las cuatro ces: las oí, claro. Alguien dijo querer volver a tiempos de Jesús, a Lepanto (Cebrián). Lo de Cardeñosa fue lo más lúcido.
¿ Hay refugio ?

Anónimo dijo...

Y por citar a la cuarta c, Jesús Callejo, recuerdo que él eligió el saqueo cruzado de Constantinopla. Movido pero fascinante momento para visitar la ciudad del Bósforo.

Refugios debe haber, y no todos tienen porqué ser interiores, Emilio.

Sólo decir que el hecho de convertir en circo mediático la muerte de una persona debería ser tipificado como delito. El día que Telecinco quiebre será un día soleado incluso en el infierno.

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