Quizá la incontingencia verbal de los protagonistas de Death proof despiste sobre los verdaderos mecanismos cinematográficos de la cinta: su revivalismo depredador del exploitation de los años setenta y los programos dobles de cine casposo y grasiento, poco presentable y, sobre todo, autoparódico y con unas irrefrenables ganas de mofarse de su propia seriedad, pero Tarantino, el antiguo enfant terrible del cine, maneja presupuestos holgados y la presencia del capitalista dúo Weinstein para que esta trash-movie no sea un fiasco y, amén de alimentar el ego de su autor y su nombradía, haga caja, que es un ejercicio noble que Hollywood jamás desprecia. No hay en Death proof tufo a serie B, aunque todo su dinamitado metraje transpire serie B por todos sus dinamitados poros.
Tarantino acude a lo que mejor sabe hacer: el paroxismo lingüístico, lúbrico, desvergonzado y ametrallado por un coro griego de héroes (heroínas en este caso) embriagados por el tequila, el bourbon, el sexo rápido, los coches de caballaje imposible y el placer hedonista de la violencia como reclamo para intelectuales desprejuiciados y simples parroquianos ávidos de escenas de impacto y piernas mutiladas en mitad del asfalto. Y lo orquesta con el talento de quien ha disfrutado muchísimo con el cine que al rinde indisimulado tributo, ese carrusel de curvas maliciosas y bares de carretera iluminados por el neón adictivo de las marcas de cerveza de renombre y la muy fundamentada banda sonora de los jukebox de la época, captando el espíritu del sello Stax o toda la hornada de clásicos de la Motown. A ese ritmo sudoroso y procaz Arlene/Butterfly (Vannesa Ferlito) se marca un audaz lap dancing que no puede ser pasado por alto sin una reverencia.
La mercancia narrativa de Tarantino hurga en la capacidad depredadora de un espectador inconformista, fetichista y anulado por la mediocridad de la cultura de masas, que vende artefactos de consumo para degustación universal, películas a las que les han limado las aristas para que puedan ser embutidas en todas las culturas de todos los países en donde se supone que va a hacer dinero. La insolencia de Tarantino es perseguir este objetivo sin que se note en exceso. El envejecimiento del color, la pésima calidad del sonido, los saltos de rollo, los tonos grises, los fotogramas quemados y hasta el blanco y negro falso que luego deviene color en el segundo tramo de la cinta son guiños cómplices a un cine ya muerto, desprestigiado por la muy abundamentemente infumable calidad de su propuesta, pero que ha alimentado la cinefilia de muchos de los directores que ahora son considerados imprescindibles y que, con el tiempo, si no se enfangan en divismos y en ombliguismos innecesarios, serán considerados clásicos.
Death proof se justifica por esa variante falseada de la cinefilia de su creador, pero reformula el cine de acción, convenientemente nostálgico y abarrotado de citas cinematográficas -desde Russ Meyer y su Faster, Pussycat! Kill! Kill! a la fundamental Punto límite: Cero de Sarafian, pasando por los cannonballs de Gone in 60 seconds de Halicki o la obra maestra de las persecuciones en coche que es Bullit, la cinta de Steve McQueen que puso a Peter Yates en el nomenclátor de directores de culto de los setenta -.
No haber visto Planet Terror impide que esta reseña complete un recorrido total sobre Grindhouse, la ópera doble de Rodríguez y Tarantino que debería haber sido visionada en una sola sesión, pero que la maquinaria de distribución europea ha preferido partir y, en la fractura, doblar los ingresos y generar una expectativa mayor.
El componente erótico amplificado en la primera parte de la cinta mengua en la segunda, pero toda la cinta está barrida por esa mirada obscena de voyeur culto. El propio personaje de Stuntman Mike (Un formidable Kurt Russell que lleva el camino que otrora disfrutara Travolta en su rol de Vincent Vega) es una genialidad de la controlada perversión de su autor: un psicópata que hubiese hecho las delicias de Cronemberg, un asesino que destroza a mujeres con su coche como arma implacable.
La poblada nómina de féminas remeda memorables momentos de otras cintas de Tarantino. Hay ocasiones en las que podemos creer que vemos una escena de Reservoir dogs o esos diálogos chispeantes, alumbrados desde una fascinación enfermiza por la serie negra, que hacen de Pulp fiction una obra maestra absoluta. Las piezas de caza de Stuntman Mike, desmembradas sobre el asfalto, cobran en la segunda parte de la cinta vida nueva con un trío gamberro de mujeres guerreras, directamente extraídas del bestiario del inevitable Meyer, que no permiten que se les tosa o que un chiflado con la cara rajada les estropee sus juegos. Pero no destripemos el final de la sinfonía.
El espectador ajeno a lo que Tarantino describe, quien no comulgue con esa lista jugosa de referencias cinéfilas de serie B o Z o blaxpoitation o giallo o todo lo que este hombre cabezón ha visto en sus tiempos mozos no disfrutará lo mismo que el espectador cómplice, nada remilgado a la hora de empantanarse en productos de bajo presupuesto, reventones de escenas patéticas, y provocadores como pocos a la hora de plasmar sexo, violencia y coches rápidos. Ése es el destinatario perfecto de este capricho de autor, excelente en su osadía, tal vez hinchado de minutos para poder constituirse como pieza individual y poder ser explotada fuera de los Estados Unidos.
Anoche Cuatro programó una sesión doble clásica tarantiniana ( Pulp Fiction y Jackie Brown ). Oportunismo, visión comercial, descaro, pero oportunidad para que nuevo público asista, en primera fila, en casa, arrebujado en el butacón preferido, a la delirante imaginación de este maestro.
12 comentarios:
WooOoooW, despues de leer sin ninguna prisa este posteo, confirmo lo que dije alguna vez sobre Tarantino, me gustan TANTO, que hasta me da miedo. quiza por lo que tu bien llamas su DELIRANTE IMAGINACION.
Bueno. es todo por hoy. Se despide Carolina, la ex-anonima. jejejeje.
Es un director al que hay rendir respeto absoluto. Un autor total con un universo personalísimo. Sólo por Pulp fiction merece trono en la Historia del Cine. Gracias, Carolina, por la lectura.
Tarantino se copia a si mismo, no evoluciona, no ha avanzado nada desde reservoir dogs, que es su mejor pelicula. Tarantino, de todas formas, es como dices una voz original, pero cada vez mas rancia, mas cansada.
No me gustó death proof como ves, nada.
Hueca. aburrida.
Esplendido comentario. Se nota que tienes a Tarantino como uno de tus iconos. Yo también. Saludos paisano. Ok Jorge.
Bárbara la película, un subidón de cine en estos tiempos de mercancía chicha. Fabulosa también su reseña y la página.
Cuenteme entre los complices...
Chapeau
Brillante reseña, Emilio. Reflexiva en su medida justa sin caer en lo analítico. Eso que tantas patadas se da al mezclarse con el cine conscientemente rugoso.
Le sobra metraje y diálogos. No en gran medida (ni lo uno, ni lo otro) pero sí en la adecuada para darse cuenta de que se le ha añadido un minutaje que no figuraba originalmente en la mente de su director. Por lo demás, brillante resolución de este experimento de falsa serie B, al que le habría venido bien menos vergüenza ajena y más acción condensada para homenajear el subcine de los 70 de modo literal.
Tarantino no evoluciona, me dijo mi acompañante al salir del cine, el pasado sábado. Siempre hace la misma película, como Hitchcock. Es posible. Lo cierto es que no soy capaz de ver la semejanza entre "Jackie Brown" y "Kill Bill". Y aún menos entre "Reservoir Dogs" y "Death Proof", pero no entraré jamás en absurda discusiones sobre el sexo de los ángeles. Menos tras ver una película que está pensada precisamente para no tener que pensar. Para que el instinto dicte sentencia: para que sea él quien decida si mereció la pena gastar dos horas de tu vida frente a la oligofrénica propuesta.
Saludos, Emilio. Cuídeseme.
Lo que más me gusta de mi blog, con un año ya de paseo por la red, es que suscite entradas, comentarios de gente anónima o gente conocida. En fin... Hay evidencias: Tarantino hace que el músculo de la escritura se active.
Es un genio....
Emilio, tienes un blog muy interesante,y que abarca muchos temas. Puede suceder que intimides a los que no tenemos desarrollado el "musculo de la escritura". Me explico?.
Abrazos
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