7.3.11

Los poetas

Relación de reflexiones acongojadas

La poesía no sirve para nada.
La poesía es un arte obsoleto, que corresponde a un estadio primitivo de la evolución de la cultura, y que sobrevive, fuera de lugar y del tiempo, en sociedades mecanizadas, indiferentes al hecho verbal.
La poesía es anacrónica y carece de sentido. El poeta resulta tan necesario en nuestro mundo como el fabricante de miriñaques.
Los poetas se consideran muy importantes, pero su importancia social es nula.
Nadie lee poesía, ni siquiera los poetas.
Muchos editores de poesía tampoco leen poesía.
Si los poetas desaparecieran, no pasaría nada.
En una comunidad hablante de más de cuatrocientos millones de personas, no habrá ni cinco mil genuinamente interesadas por la poesía.
Se escribe demasiada poesía.
Se publica demasiada poesía.
Nadie compra poesía.
Se escribe poesía porque se es infeliz. Los poetas están llenos de complejos, inseguridades y miedos. Con la poesía pretenden que los quieran más. La poesía es una gran muleta.
La gran mayoría de la poesía que se publica es muy mala o, simplemente, carece de interés.
Muchos poetas no saben escribir. Algunos tendrían graves problemas para aprobar un examen de gramática elemental.
Todos los poetas se consideran genios.
Todos los poetas esperan que el mundo reconozca –y recompense– su genialidad.
Ningún poeta está satisfecho con el reconocimiento que obtiene. Todos piensan que el mundo no les ha dado lo que merecen. Todos creen, en cambio, que el reconocimiento logrado por los demás poetas es superior a sus méritos.
Todos los poetas esperan que los demás alaben su poesía.
Los poetas sólo se leen a sí mismos.
La incultura poética de los poetas no conoce límites.
Todos los poetas esperan que los demás poetas les regalen los libros que han escrito, pero que compren los suyos.
Las reuniones de poetas son terrarios.
Las lecturas de poesía son aburridísimas.
La gran mayoría de actos que giran en torno a la poesía –congresos, encuentros, talleres– son aburridísimos. Su único interés radica en que permiten establecer contactos que luego permitan medrar a los poetas.
La mayoría de los críticos de poesía son pésimos. Algunos son analfabetos. Muchos son poetas.
La crítica de poesía sólo se practica para beneficiar a los amigos del crítico o para perjudicar a sus enemigos. El crítico siempre tiene en cuenta sus propios intereses cuando escribe. La crítica desinteresada y objetiva no existe.
El crítico siempre habla de sí cuando habla de los demás.
Los editores subordinan con frecuencia sus decisiones a razones mercantiles que no tienen nada que ver con la calidad del texto. Muchos no saben nada de poesía.
Casi todos los editores se dedican a la edición de poesía para compensar u ocultar su fracaso como poetas. Cuando pueden, se autopublican.
Muchas revistas poéticas son obra de grupos de amigos sin ninguna relevancia literaria, que funcionan sin criterio ni profesionalidad algunos.
Casi ningún premio de poesía vale nada. La mayoría satisfacen intereses locales, editoriales o tribales. Muchos están amañados.
Los poetas suelen integrarse en grupos, frente a los que se constituyen otros grupos. Esos grupos suelen enfrentarse ferozmente. Los novelistas no se constituyen en grupos.
Todo poeta que se inicia como poeta alternativo y crítico acaba integrándose en la estructura del poder.
Es fundamental no indisponerse con los poderosos –críticos influyentes, editores importantes, altos funcionarios culturales, directores de fundaciones o universidades de verano–, aunque sean poetas nauseabundos, sujetos despreciables o retrasados mentales. El capullo de hoy es el mandamás de mañana.
Los poetas nunca dicen lo que piensan. En las presentaciones de libros o actos públicos sobre otros poetas, hablan bien de ellos, aunque los consideren horrorosos.
El poeta es un ser desproporcionado y patético.
Yo soy poeta.
[Publicado en Letras Libres, núm. 53 (febrero 2006), Madrid, pp. 83-84]
Publicado el 5/3/2009


Yo añado la cita que hace unos días ocupa el extremo superior derecha de este blog. La de Valente.
Yo, al modo de Moga, sin serlo, también soy poeta.

5 comentarios:

@jorjowski dijo...

No me acuerdo que poeta suramericano dijo aquello de "la poesía no da para comer, ni tan siquiera para merendar", contrarrestando la de Vicente Aleixandre "La poesía no da para comer, da solo para merendar", yo me quedo con la de José Lezama "Nadie se dedica a la poesía".
Hace tiempo escribí esto:
No quiero ser leído
poeta ni lo sueño
solo es una racha de verso
un simposio indigesto.

Miguel Cobo dijo...

Ya decía yo que eso del tetrástrofo monorrimo, sonaba a catástrofe o a cuarto trastero. Además, suscribo de la primera a la última todas las reflexiones enumeradas y me sumo a la congoja. Ítem más, si algunos seguimos escribiendo poesía es porque somos tan inútiles que no sabemos hacer otra cosa.

Hoy tu espejo onírico nos ha despertado de nuestro sueño y ha reflejado la más patética imagen del narcisismo lírico.

Para ponerle música y letra al manifiesto, me quedo con Tonino Carotone y "me cago en el amor" ("Malos tiempos para la lírica", sería demasiado poética por muchos "Golpes bajos" que nos dieran).

Siempre nos quedará el "humor propio" (perfecto sucedáneo del amor propio en estos casos), mon ami.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Escribir poesía no es algo que uno decida. Escribir, en el fondo, es un trabajo tan agotador que no puede ser una obligación. Dentro de los trabajos del escritor, el de poeta es el más extenuante. Quema. Llena, y quema.

José Puerto dijo...

Emilio, me dejas planchado con esta entrada (menos mal que no es tuya)... ¡Y yo pensando todavía que la poesía era un arma cargada de futuro! ¡Si el bueno de Celaya levantara la magina!
Aunque bien mirado, esto de ser un inútil eyaculatintas alivia el peso, la culpa y el karma semántico en que uno haya podido incurrir por el exiguo pero inevitable contagio sedoso a algún que otro despistado que lea el último gorrión que uno echara a volar...
¡Y todavía no nos cobran impuestos por dar suelta a nuestras palomas ciegas y alocadas! (espero no estar dando ideas a esos indignes próceres que tanto miran y apuntan por el final de nuestro intestino grueso para que no nos estriñamos).

Creo que voy a imprimir este manifiesto en letras grandes a bisel y relieve, lo voy a enmarcar en pan de oro y ponérmelo en la cabecera para cuando me entre la tentación de ser poeta, saltar a la comba con mi hija, pasear al perro y marcar meando como él el territorio, irme al fútbol a chillarle al árbitro o de botellón ganso de esos de tres días y medio de valentines con semenup, cualquier cosa con tal de no trazar un verso más... Y si después de eso caigo en la nefanda tentación, que me rapten las musas chatas y sin dientes y me arrastren al reino insondable de la inania"

Isabel Huete dijo...

Ahhhhhh, qué maravilla que cites a Eduardo Moga! Es una de las personas más interesantes que he tenido la oportunidad de conocer. Presentó la edición del último libro objeto que he hecho y tuvo una intervención magistral, quizá de las mejores que he podido escuchar en mi vida, y no porque hablara precisamente de mí porque se centró mucho más en el la poesía del autor y en otras muchas cuestiones literarias y de la vida.
Aparte de ser, en mi opinión, un magnífico poeta.
¡Un lujo!
Un abrazote, querido Emilio. Estoy bien, como siempre. :)

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